Mariela Salvi
salvimariela@gmail.com
Resumen:
Este ensayo sobre Educación y Género se propone reflexionar sobre estereotipos y
asignación de roles a Mujeres en el ámbito laboral y social, teniendo en cuenta, como
disparador, información recopilada a través de entrevistas realizadas por estudiantes de
Nivel Terciario en Organizaciones Locales, en especial Cooperativas, durante los años
2013, 2014, 2015 y 2016 con el fin de destacar las potencialidades de la escuela como
institución para desnaturalizar y deconstruir discursos dominantes en relación al rol
asignado a la mujer en la división social del trabajo.
Desde el año 2013 a la actualidad dicto la cátedra de Sociología de la Organización
en ISFD y T N 124 que tiene como objetivo profundizar sobre los aspectos sociológicos de
las organizaciones.En este marco los estudiantes realizan entrevistas a personal de
organizaciones locales con el fin de realizar un análisis situacional articulando teoría y
práctica. Surge del análisis de los niveles de cultura (Schein) la evidencia de un mínimo
acceso de las Mujeres a cargos de conducción en diferentes organizaciones, especialmente
en Cooperativas locales.
Para poder aproximarnos a la comprensión de esta desigual participación de la mujer
en la división social del trabajo es necesario abordar el rol de la mujer en las
representaciones sociales y culturales a nivel familiar, educativo y comunicacional.
Las construcciones dicotómicas y jerarquizadas de par femenino/masculino pueden
ayudar a reflexionar sobre construcciones sociales en relación a la división sexual del
trabajo. Una de las categorías presentes es la dicotomía moderna que sostiene que existen
esferas separadas de acción de los sujetos: una pública, que es donde se trabaja y se
desarrolla la acción política y otra privada, en la que el Estado debe restringir su injerencia
ya que pertenece al espacio familiar, de ocio y tranquilidad del ciudadano. Es decir, cuando
nos referimos al espacio público referimos a aquello que se realiza “a la vista de todos”,
donde la sociabilidad y los intercambios se realizan por fuera de las relaciones familiares y
de parentesco. Como contratara, el espacio privado se correspondería con todo aquello
ligado a la familia y lo doméstico, desde la limpieza y la manutención hasta las tareas de
cuidado y sostén afectivo.
Para Corina Enriquez hablar de economía del cuidado implica pensar en dos
cuestiones. La primera es sobre el aporte esencial que el trabajo de cuidado hace al
funcionamiento del sistema económico y plantea que el capitalismo no podría funcionar ni
reproducirse sin él. Este concepto sirve para visibilizar el rol sistémico del trabajo de cuidado
en el funcionamiento del sistema del sistema económico y social. Y por otro lado, es un
2
concepto útil para comprender lo determinante que resulta la desigual distribución de las
responsabilidades de cuidado para la posición económica de las mujeres, que es central
como obstáculo para su autonomía económica y, por lo tanto es un determinante clave de
la desigualdad económica de género.
La dicotomía que separa las esferas público- privada como espacios que no se tocan es
una ficción y está generizada: de una parte, se encuentra el modelo de la femineidad
impregnado de valores asociados a lo maternal; por otra parte, hallamos el modelo de la
masculinidad, ligado a la productividad, al trabajo.
En este sentido, al realizar las entrevistas requeridas por la cátedra , los y las
estudiantes de ISFD y T N 124 fueron “atendidos” por mujeres para responder las
preguntas, mujeres que ocupan cargos no jerárquicos en la organización y que tienen
amplio conocimiento sobre las mismas.
Esta asignación de determinadas funciones y/o cargos a varones y mujeres en las
organizaciones también se puede analizar desde el concepto de división sexual del trabajo,
que alude a que varones y mujeres tienen trabajos diferenciales. Sandra Amaya Umaña
afirma las relaciones de poder y de dominio que caracterizan las relaciones entre mujeres
y hombres mantienen intacta su estructura y ello es visible en la división sexual del trabajo.
Si bien han operado cambios en la distribución del trabajo doméstico, existen fuertes
evidencias que señalan que los hombres han incorporado con mayor anuencia el cuidado
de los niños y las niñas- eso si en períodos claramente delimitados- que la realización de
las distintas tareas (lavar, cocinar, planchar, organizar el menú, etc). Ello es revelador de
que los hombres (y las mujeres también) siguen considerando trabajo doméstico inherente
a la condición femenina. Es decir, la participación de las mejores en la esfera productiva no
ha tenido correlativo con la participación de los hombres en la esfera reproductiva,
generando la doble (y en ocasiones hasta triple) jornada laboral femenina, la cual,
obviamente también matizada según la clase social y nivel ocupacional de las mujeres.
La autora Lucia Forneri afirma que “Uno de los estereotipos que el Patriarcado y el
Capitalismo sostienen más fuertemente, que impactan en nuestras subjetividades y nos van
construyendo como mujeres, estaría resumido en la siguiente formula:
Ser mujer = ser para otr@s = cuidar de l@s otr@s.”.
Es decir que se tiende a imponer socialmente “pensamientos aceptables” en relación a que
hay determinadas trabajos que deben realizar las mujeres. Lo que muchas veces implica
no disponer de tiempo para poder ocuparse de otros roles en la sociedad
Para explicar este mecanismo social, puede ser de utilidad remitirse a la propuesta
de Pierre Bourdieu, quien acuña el concepto de violencia simbólica refiriéndose a formas
de violencia que pueden concebirse como aquellas que no se ejercen directamente por
medio de la fuerza física, sino a través de la imposición de una visión del mundo, de roles
sociales, categorías cognitivas y estructuras mentales. Básicamente, a través del lenguaje,
de la tradición, la religión y la socialización en la familia, la escuela y la comunidad y por
supuesto en nuestras sociedades en la que los medios de comunicación son masivos y
juegan un rol relevante, a través de los relatos que éstos fabrican.
Es decir que este proceso se inicia en la temprana infancia, dentro del espacio
familiar, y con posterioridad, se va profundizando a través de los distintos agentes
socializadores, entre los cuales podemos mencionar la escuela, la iglesia y los medios de
comunicación.
En relación a la imposición de roles sociales se evalúa de las entrevistas realizadas
por los y las estudiantes que los cargos jerárquicos están ocupados por hombres no sólo
en Cooperativas, que suponen una de las formas más democráticas de organizaciones,
3
sino también en reparticiones municipales como, por ejemplo, el Hospital Municipal, y en
empresas privadas. Sin embargo las mujeres ocupan cargos directivos en Hogar de
Ancianos y principalmente en instituciones educativas. En relación a que la mayoría de las mujeres son docentes, Sandra Amaya Umaña
establece que la enseñanza se ha asociado como un trabajo femenino, evidenciando el
impacto de la ideología patriarcal que la convierte en una profesión “ideal” para las mujeres
y eficaz para preservar la misión sexual del trabajo en la esfera doméstica .
Para consolidar su argumento Sandra Amaya Umaña cita a Apple quien afirma que
“algunos de los argumentos que se utilizaron para abrir la enseñanza a las mujeres
recayeron en la reproducción de los elementos que habían formado parte de las causas
más arraigadas del control patriarcal: la relación entre la enseñanza y la domesticidad se
estrechó aún más…las mujeres no sólo eran las maestras ideales para los niños más
pequeños (gracias a su paciencia y sus cualidades para la crianza) sino que la enseñanza
era la preparación ideal para la maternidad.
En diferentes latitudes existe una correlación negativa entre el número de mujeres
que ocupan puestos de jerarquía en el ámbito docente y administrativo y el número de
mujeres que trabajan en educación. En los niveles de preescolar y primaria, la gran mayoría
de docentes son mujeres, no obstante, la proporción de las mismas disminuye a medida
que aumenta la edad de las alumnas y los alumnos y el prestigio social en cada ciclo
escolar.
Un artículo reciente de Francois Graña citando a Bonder para hablar del concepto
de la escuela como reproductora de roles sociales revela que los estudios de género de los
últimos 30 años describen patrones sexistas en la socialización escolar que estarían en la
base de las opciones de orientación realizadas por los y las estudiantes en los niveles
educativos superiores. Esto, porque tal socialización prepararía a niñas y niños en la
aceptación futura de roles de menor valía para ellas y de preeminencia social de ellos . En
los 70, numerosas investigaciones señalaban desigualdades de género en el acceso y en
los logros educativos así como correlaciones estudio-trabajo diferenciales para ambos
sexos. En los 80 se localizaba el sexismo en la interacción docentes- estudiantes y en los
textos y materiales didácticos. En los 90 cobraba relevancia el estudio de “los contenidos
curriculares, los métodos pedagógicos" y “el clima institucional” así como las interacciones
género, clase, etnia y orientación sexual en los ámbitos educativos.
Sandra Amaya en su artículo “Hacia una Educación no Sexista” afirma que es
imposible separar la educación del contexto social e histórico en que se inserta. La
educación es un fenómeno social y , como tal, tiene una dimensión social y política que
complejiza los hechos y las relaciones educativas. Por lo tanto, el conjunto de relaciones
educativas que se entretejen en torno a un hecho educativo, es un microcosmos
representativo del cosmos social.
Si pensamos en este momento histórico social es inevitable hablar de los medios
masivos de comunicación como uno de los principales actores de la sociedad y me pregunto
¿Cómo inciden los mismos en la construcción social y cultural de los roles asignados a las
mujeres?
Para Cynthia Ottaviano los medios de comunicación no reflejan la realidad, sino que
la construyen. Construyen subjetividad de acuerdo con lógicas de clase y lógicas de género.
Los medios de comunicación de muchos países de Latinoamérica han estado
históricamente asociados a los intereses de unas pocas familias, que lograron consolidar
una matriz hegemónica de la propiedad de los medios, una élite comunicacional que
excluyó a los pueblos y su derecho a la comunicación, pero que también ha venido de una
matriz hegemónica de la propiedad simbólica de los medios. Y lo cierto es que esa matriz
4
económica puede ser, más simple de modificar a la simbólica, que a la cultural, aún con
todas las complejidades que implica.
Ottaviano agrega que es difícil modificar matrices culturales al punto de que todos
los días pueda corroborarse en la radio y la televisión que las mujeres no somos objetos
de posesión y dominio; y las niñas, niños y adolescentes no son objeto de consumo. Que
la radio y la televisión no son meras empresas, sino servicios, ventanas plurales y diversas
para exteriorizar el derecho a la comunicación, sin discriminación ni violencia.
También menciona como problemas que aparecen comunes a países
latinoamericanos que “las mujeres ocupan pocos lugares entre los accionistas de los
medios de comunicación (15, 4 % señala Chaher en Argentina) y en los puestos directivos
(21, 4% de acuerdo con el informe Global sobre la situación de las Mujeres en los Medios
de Comunicación). Es decir que no tienen la suficiente posibilidad de tomar decisiones
sobre líneas editoriales, jerarquización y noticiabilidad.” y que “ las demandas,
pensamientos y manifestaciones del movimiento organizado de mujeres son simplemente
ignoradas. Poquísimas veces las mujeres aparecemos en los medios como especialistas,
pero anunciamos, vendemos, somos insinuadas como regalos (como especifica Moreno,
de Brazil).
Sandra Chaher, por su parte, sostiene que en Argentina la discriminación de género
en los medios es, a grandes rasgos, similar a la de otros países de la región y del resto del
mundo. Mujeres, varones y personas con identidades de genero diversas aparecen
estereotipadas, cumpliendo cada cuál el rol asignado o esperado, desde las sociedades
patriarcales: las mujeres mayormente reducidas a modelos que deben responsabilizarse
primordialmente de la reproducción y la crianza y que, cuando “se desvían” de ese camino
en aras de algún tipo de desarrollo o búsqueda personal, social o policial, suelen ser
condenadas; junto a éste, y muchas veces conviviendo en la misma persona, la exigencia
de cuerpos esculturales y una belleza de porcelana inalterable al paso del tiempo.
La autora manifiesta que aún con la aprobación de leyes de medios ( Ley 26522 )
actualmente modificada por DNU 267/15 y de leyes de violencia (Ley 26485) en nuestro
país que contemplan figuras mediatiza o similares, no hay en nuestra región conciencia
sobre la necesidad de contar con políticas públicas de comunicación y genero integradas y
valorar el rol central de los medios y la comunicación en general, tienen en la construcción
de sociedades igualitarias. Así como son reproductores de desigualdades de todo tipo,
entre ellas género, los medios pueden ser actores centrales en la construcción de una
agenda por la igualdad.
De todo lo expuesto en este ensayo se afirma que nuestra sociedad sostiene roles
estereotipados respecto de la división sexual del trabajo. Que dicha asignación de roles a
hombres y mujeres refleja desigualdad de posibilidades para las mujeres y que esta
situación produce un mínimo acceso de las mismas a cargos jerárquicos.
Se destaca que en estos últimos años en Argentina se han aprobado leyes que promueven
un marco de protección estatal respecto de la vulneración de derechos de las mujeres -Ley
26485 de Protección Integral para prevenir sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres en los ámbitos en que se desarrollan sus relaciones interpersonales- y leyes que
garantizan el derecho de los educandos a recibir educación sexual integral en los
establecimientos educativos públicos y privados- Ley de ESI N 26.150-.
El ámbito educativo es sin duda un espacio en el que se pueden hacer valiosos
aportes para la deconstrucción de los discursos dominantes en relación al rol asignado a
la mujer en la familia, en la escuela y en la división social del trabajo. Es en este ámbito en
el que se pueden repensar los instituídos sociales que garantizan una reproducción que
favorece la desigualdad e inequidad entre hombres y mujeres.
Pero para poder realizar esta tarea es necesario que la escuela sea crítica de sus
propias prácticas cotidianas, que como establece Border , reconozca al sexismo en
educación como una forma de discriminación contra las mujeres cuya existencia responde
a una construcción social y cultural, y de igual manera, reconocer que la institución escolar
contiene elementos sexistas. Empero , esto debe traducirse en términos maquiavélicos que
produzcan una interpretación de la escuela como una institución al servicio de la
reproducción mecánica del sexismo. Por el contrario, un elemento clave es la comprensión
de la institución escolar como agencia socializadora compleja y dinámica en la que conviven
en tensión diversas representaciones de género.
La escuela como espacio central de la reproducción y la producción de cultura es el
lugar apropiado para constituirse en un lugar para interpelar a los otros agentes de
socialización cultural.
La escuela es el lugar apropiado para problematizar situaciones concretas de
vulneración de derechos, incentivar ejercicio activo y efectivo de la ciudadanía y para hacer
una lectura de los modos en que las diversas politicas de reconocimiento, ampliación y
restitución de derechos atraviesan las prácticas cotidianas.
La escuela es el lugar apropiado para reconocer a los estudiantes como sujetos
sociales y políticos, es decir, como personas autónomas, críticas que pueden tomar
decisiones posicionándose desde una perspectiva determinada y un posicionamiento
político determinado.
La escuela es el lugar apropiado para garantizar a los estudiantes el derecho a la
información impartiendo conocimientos ,establecidos en un marco legal en nuestro país,
como Educación Sexual Integral y Protección Integral para prevenir sancionar y erradicar
la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollan sus relaciones
interpersonales.
Sin embargo, para poder realizar esta tarea de manera óptima es necesario que los
docentes asumamos una postura ética que propicie prácticas pedagógicas en las que se
creen condiciones para construir una cultura de los derechos humanos para todas las
personas; una postura ética que posibilite que la escuela sea “el lugar” desde el cuál se
incida para producir el más difícil de los cambios: el cultural.
Bibliografía
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).
Educación en Derechos Humanos: Clase 5: La tarea docente en la Educación Derechos
Humanos: el posicionamiento ético-político del educador.
Especialización en
Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).
Seminario de Producción Final: Clase 3: Herramientas para organizar la producción.
Algunas Dimensiones, Categorías e Interrogantes.
Especialización en Derechos
Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).
Educación y género: Clase 2: Lo personal es político. Espacios generizados y luchas
cotidianas. Especialización en Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de
Educación y Deportes de la Nación. Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).
Educación y género: Clase 3: Docencia como práctica transformadora.
Especialización
en Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).
Educación y género: Clase 4: Educar/comunicar con una perspectiva de género.
Especialización en Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes
de la Nación
ARAYA UMAÑA, Sandra (2004) “Hacia una Educación no sexista” en Revista Actualidades
Investigativas en Educación, Universidad de Costa Rica. Facultad de Educación. Instituto
de Investigación en Educación.
CEA (2010) Hacia un nuevo sindicalismo Docente: formación, participación y prácticas
sindicales” Trabajo docente, perspectiva de género y educación, Módulo 2 “Sindicalismo
docente y genero”, Buenos Aires.
CHAHER, Sandra (2014) “La persistencia es la clave” en CHAHER, Sandra (comp.)
Políticas públicas de comunicación y género en América Latina. Un camino por recorrer,
Buenos Aires: Comunicación para la Igualdad Ediciones.
FORNERI, Lucia (2007) “Taller de géneros y educación popular ‘Nuestros placeres’ ” en
KOROL, Claudia (2007) Hacia una pedagogía feminista, Buenos Aires: Editorial El
Colectivo. 1era. Ed.
GRAÑA, Francois (2006) “Igualdad formal y sexismo real en la escuela mixta. Una
revisión de estudios recientes” en Revista de Ciencias Sociales, Año XIX, Nº23,
Diciembre de 2006
KOROL, Claudia (2007) Hacia una pedagogía feminista, Buenos Aires: Editorial El
Colectivo. 1era. Ed.
OTTAVIANO, Cynthia (2014) “Todavía las palabras nos arrastran de los pelos” en
CHAHER, Sandra (comp.) Políticas públicas de comunicación y género en América Latina.
Un camino por recorrer, Buenos Aires: Comunicación para la Igualdad Ediciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario