Conflictos en las organizaciones
Cuando los sujetos se
problematizan, las relaciones vinculares se dilematizan, se despliegan
opiniones en formas hegemónicas, se sostienen posiciones de forma irreductible,
se culpan, excluyen, no buscan entender qué los diferencia, no miran el
problema, se miran entre ellos, o cuando lo que los separa es insalvable,
estamos en condiciones de afirmar que estamos ante un conflicto. Desde una
perspectiva individual, el conflicto "... es la expresión que designa la
contradicción del nivel de integración psicológica, y lejos de ser una
eventualidad en la vida de los sujetos, los grupos o de las instituciones, es
una presencia constante, motor omnipresente de dicho acontecer".
Enunciación de conductas contradictorias, en que el prejuicio es un elemento
determinante. El conflicto entre grupo y subgrupos existe siempre, como
expresión de las contradicciones que están en juego en las organizaciones.
Siempre hay grupos tendientes a entrar en conflictos con otros por rivalidad,
competencia, celos, envidias, prejuicios, diferentes racionalidades en juego,
necesidad de adquirir o acrecentar poder, diferencias metodológicas o de
intereses. Pichón decía que... "El conflicto tiene mala imagen;
generalmente se lo considera como enfermedad, como lo mal visto, lo inoportuno.
El conflicto crea una situación que, si el agente de cambio logra convertir en
dialéctica, en la que la resolución de las contradicciones lleva a una síntesis
progresiva y a una situación de ansiedad constante, puede ser absolutamente
positiva ".Hay autores que lo consideran una anormalidad; resultado de
defectos humanos; para otros, falta de control o ausencia de planificación;
para los teóricos. de las relaciones humanas, problemas interpersonales.
Quienes conducen las organizaciones intentan imponer el mito de "llevarse
bien", de que "las relaciones deben ser armónicas"; buscan
inhibir las contradicciones existentes en la estructura expresadas por
conductas que se tensionan o conrontan, priorizando el aparente "único,
objetivo" de la organización. Muchos sujetos también sostienen el deseo de
"llevarse bien" generalmente por otras causas, referidas a su
dificultad de sostener tensiones, por el alto nivel de sufrimiento que les
produce el maltrato, la sensación de pérdida de pertenencia, el temor a llegar
a situaciones que sean irreparables, etc. Quienes en su práctica diaria ponen
los objetivos y resultados por delante de todo, desplazan, niegan u ocultan el
costo material, vincular, psicológico, emocional y corporal que significa para
las personas trabajar juntas. "El conflicto, en el que aparecen algunos
rasgos positivos, como la integración, reordenación y subordinación de los
grupos en tensión, ha sido descritas e interpretado según dos tipos de teorías.
Unas sustentan la creencia común de que el conflicto es un estado patológico y
tratan de investigar sus causas y establecer un tratamiento adecuado para esta
enfermedad social. Otras, en cambio, lo aceptan como un hecho natural,
dirigiendo su preocupación hacia los comportamientos específicos que ocasiona.
Esta perspectiva, lleva a que el operador dé cuenta de dos formas de abordajes
en los que sin duda influirá la propia posición del operador con relación a los
valores y el impacto emocional que le ocasionan situaciones de tensión o
"desorden”. Cuando se pide que definan qué es un conflicto a quienes
integran las organizaciones con las que trabajarnos (empresas de producción y
servicios, salud, educación, políticas y gremiales), podemos decir que la
conclusión expresa que un conflicto es una situación en que las partes están en
desacuerdo, tienen posiciones enfrentadas respecto de la forma de hacer las
cosas, o de distribuir recursos, roles y funciones (materiales y simbólicas). A
partir de ahí cada parte prioriza sus percepciones, emociones y grupos de
pertenencia, defendiendo sus intereses reales como causa explícita en la que
están en juego otras cosas. El conflicto es uno de los elementos significativos
de los obstáculos con que los sujetos se enfrentan diariamente al querer dar
cuenta de su actividad diaria. En la práctica, se pueden categorizar como:
vinculares: predisposición negativa a trabajar o compartir proyectos con
determinadas personas; intereses: valores, autonomía, reconocimientos
simbólicos o materiales, discreción, supervivencia, suplementación, roles,
funciones o necesidades que se contraponen; liderazgos por ausencia o
cuestionamiento, hostigamiento, ejercicio de violencia psicológica o
intimidación en vínculos simétricos o asimétricos, planificación, ausencia o
insuficiencia de planificación, o diversidad de objetivos y planes,
racionalidades, diferencias sobre visiones, prioridades o metodologías,
preferencias o superposición de objetivos: puja de grupos o liderazgos. Esta
categorización evita que el tratamiento del conflicto se aborde sólo como un
problema básicamente individual, vincular o grupal. La falta del registro de
otras causas influye en las formas, de intervención. Cuando el agente de cambio
piensa que el conflicto es sólo vincular, sostiene una mirada ingenua que le
impide acompañar el proceso de cambio, por pobreza diagnóstica, al negar
elementos significativos de la interacción real. Se pueden caracterizar como de
signo positivo o negativo simultáneamente. Pueden obstaculizar una situación
vincular o grupal e impedir continuar con el mismo ritmo o intensidad del
trabajo, expresándose en términos violentos fuga, buscando culpables,
produciendo aislamiento, con la consiguiente pérdida de energía. La violencia a
la que nos referimos podemos caracterizarla como verbal, física o psicológica,
emergente de los miedos de destrucción proyectados en los adversarios y del
temor a la pérdida o a las modificaciones sustanciales en las referencias de y
entre sujetos. Estas manifestaciones no son lineales; por el contrario, en
muchos casos se usa como "engaño" con el propósito de atemorizar a
otros actores. Por otra parte, su despliegue influye para que los actores
reafirmen su identidad, valores, supuestos, ideas dominantes; indicadores de
las racionalidades que ponen en juego al sentirse amenazados o al sostener la
contingencia a través de posiciones que estimulan los mecanismos de exclusión,
control o sanción, como forma de desplegar contradicciones no problematizadas
hasta ese momento. En otros aparecen "inexplicablemente" como
expresión de situaciones anteriores calladas, tapadas, que no necesariamente
tienen que ver con la situación específica que está en juego. El conflicto que
no se resuelve, queda latente hasta que la aparición de nuevos actores cambio
de roles o situaciones que dan cuenta del mismo tema se usan como excusa,
buscando que se retome lo no resuelto para intentar influir o prevalecer, con
el propósito de desplegarlo para resolverlo en beneficio del grado de
aspiración de los actores que lo ponen en juego. En las organizaciones, como en
el resto de la sociedad, no todos los conflictos son tornados en cuenta, se los
toma cuando "algo" de los resultados de esa estructura puede verse
afectado la situación vincular es insostenible o no tolerada. Corrientes
provenientes de la administración o el management proponen la administración
racional de los conflictos. Podríamos tomar esto como una propuesta
complementaria, pero en la práctica ineficaz, al acallar las causas verdaderas
y particulares de cada subgrupo o sector, tratando de alinear ideas y personas
en la búsqueda de un consenso inexistente. Dichas corrientes, por la ideología
que sostienen, frecuentemente omiten la policausalidad de los conflictos. Su
fin es contribuir a imponer una lectura ingenua al servicio de negar que en las
organizaciones están en juego diferentes posiciones que expresan intereses,
culturas y clases. Desde nuestra perspectiva sólo sé facilita la resolución
cuando las partes pueden trabajar las tensiones y sentimientos que, por el
grado de importancia, impiden la alternativa de "hacer cosas" juntos,
para lo cual es imprescindible que el operador despliegue las contradicciones
que están en juego. Decía Pichón Riviére: "...si el planteo tiene
características dilemáticas (es decir, no es solucionable) por ser
estereotipado, rígido o reiterativo, es necesario que el agente de cambio -como
agente dialéctico- genere las condiciones para que se pueda resolver ese
momento de la contradicción”. Quienes se han formado en el campo de la psicología
social seguramente han trabajado las contradicciones inherentes a la situación
de laboratorio social de la técnica de grupos operativos: sujeto-grupo,
necesidad-satisfacción, resistencia al cambio-proyecto, lo viejo-lo nuevo, lo
manifiesto-lo latente. En el caso de los grupos que forman una organización hay
otras que son críticas para comprender lo que sucede en esas estructuras. Por
una parte dos contra-dicciones: una que da cuenta de la búsqueda de libertad
por parte de los sujetos: autonomía-dependencia y otra de disciplinamiento por
parte de toda estructura organizacional productiva, de servicios,
representación social, sindical, ONG, sin importar el signo ideológico,
orden-desorden. Otras son: competencia-cooperación, instituido-instituyente, sujeto
producido-sujeto productor, inclusión-exclusión, normas-anomia, adentro-afuera,
que nos permitirán comprender las formas de producción que se dan en esa
organización. Dar cuenta de estas
contradicciones permitirá al agente de cambio decidir técnicas, señalamientos u
otras formas de acción con el propósito de abordarlas para desplegarlas y
articularlas con que los sujetos, piensan, hacen y sienten en relación con ese
hecho, suceso o situación, como paso previo a la resolución. Un desacierto que
no permitiría generar las condiciones de resolución, es abordar el conflicto
desde una perspectiva individual, sin tomar en cuenta el carácter vincular,
grupal, ideológico, cultural, organizaciónal y dialéctico que está en juego.
Nos referimos a realizar lecturas, interpretaciones o evaluaciones de las
conductas de algunos sujetos en particular, ignorando que las mismas son el
resultado de la dinámica de la estructura en la que están inscriptos. En el
análisis de un conflicto no se trata de ver quién tiene razón; no es un
problema de razón, sino de ajuste entre dos o más sujetos, expresión dé las
contradicciones que están en juego. Los conflictos no pueden desaparecer,
porque son generadores de aprendizaje y esto es parte de la vida de los sujetos
y grupos en las organizaciones.
Causas de conflictos en las
relaciones del trabajo En el caso de las organizaciones de trabajo a las causas
de conflicto arriba enunciadas hay que añadir (y darles un sentido diagnóstico)
las que expresan los sujetos que trabajan en ellas. A continuación enumeramos
las qué con más frecuencia surgen en las intervenciones, diferentes formas de
trabajar, no aceptar opiniones diferentes, no tener experiencia; mala
comunicación" personalidad competitiva, autoritarismo, integrantes nuevos,
ausencia de participación, no ponerse de acuerdo, pedir mal las cosas, no
aceptar la opinión de nadie, diferencia de intereses, problemas personales,
falta de voluntad, individualismo, no compartir ideas, no tener claro el
objetivo, egoísmo. El operador
tendrá que dar cuenta de qué se quiere decir en cada caso, como forma de darle
sentido particular a estos comentarios o afirmaciones, ya que por lo general
expresan la génesis, inequidades, valores, competencias. Quedarse con el
sentido que el operador le dé a cada afirmación significa perder la
particularidad de la historia y los procesos que llevan a esos enunciados. En
nuestras intervenciones damos cuenta de un entramado sostenido por los diversos
sujetos que son actores, por acción u omisión, de la estructura y cultura que
producen, sostienen y desarrollan. Conocer la historia vincular de los sujetos
que los expresan o portavocean es un factor decisivo para la posterior
resolución de los conflictos. El qué dirán, la presencia interna del grupo al
que pertenecen es un determinante que funciona como control de lo que se
"debería hacer", ya que esa estructura se internalizó en el sujeto,
influye, condiciona y lo impulsa a próximas acciones. Esto muestra la
imposibilidad de tratar el conflicto en forma individual, o pensar en
resolverlo "deshaciéndose" de él / o los conflictivos.
Posiciones y prejuicios que
refuerzan y complejizan el conflicto Otra situación que rigidiza o estereotipa
él conflicto es la fantasía relacionada con la idea de que aceptar la posición
de otros es "ser vencido". Si esto es una idea de un sujeto, puede
ser modificable; si ésta idea expresa la cultura del grupo o sector al que
pertenece, no basta con convencer o "cambiar" a un sujeto, sino que
es imprescindible un aprendizaje grupal u organizacional sobre la relación
imaginaria y concreta de la tensión sometedor-sometido o vencedores-vencidos. Podemos sostener a priori, más allá de
la particularidad de cada organización, que hay elementos comunes que
intervienen en situaciones de conflictos: Historia personal y laboral,
habilidades, capacidades y conocimientos. Necesidades, expectativas,
percepciones, valores y creencias. Situación económica, origen o adhesión de
clase social, estado civil. Creencias, género, racionalidades, ideología y
prejuicios. Relación con sus pares y superiores, retención de información. Incompatibilidades de personalidades,
clima grupal, reconocimientos, competencia, rivalidad, envidia e intereses y
rol que ocupa el sujeto en el momento en que estos elementos se despliegan y se
ponen en juego comienza, de forma confrontatoria o excluyente, un proceso de
coaliciones o alianzas por preferencias o sentimientos de ataque, en el que
surgen identificaciones como forma de defensa u hostilidad hacia lo diferente.
En esos procesos de conformación de subgrupos se dejan de lado momentáneamente
otras diferencias o acuerdos, que pasan a ser fondo, y se forman coaliciones
inimaginables hasta ahí.
Incidencia del rol en
situaciones de conflicto Entre los elementos comunes arriba desarrollados que
intervienen en situaciones de conflicto, la categoría "rol que ocupa el
sujeto" es de importancia estratégica para la comprensión de las
posiciones y conductas que asumen los sujetos ante un suceso determinado, ya
que el rol y la función de cada uno están directamente relacionados con los
resultados, las expectativas, -lo que están dispuestos a aceptar y lo que otros
sujetos esperan de él o suponen, condicionados por el lugar que ocupan. Es
usual en las organizaciones escuchar que una persona cambió a partir de una
nueva función o rol que ha asumido. Más allá de las conductas o características
personales que surgen como figura, objetivamente también hay un resultado de
sus nuevas necesidades, responsabilidades y pertenencia a un nuevo grupo que
entre en tensión con sus anteriores intereses y responsabilidades. Otra es la
perspectiva referida al cambio actitudinal que surge de conductas hegemónicas,
autoritarias o disciplinadoras. El agente de cambio deberá indagar si las
mismas no son reacción a la resistencia de otros a esa nueva posición, o porque
ese sujeto, por imposibilidad de apropiarse de ese nuevo rol o de no entender
que lo logrará a partir de un proceso de aprendizaje y resignificación de su
experiencia, busque disciplinar, confrontar o denigrar como una forma de
apropiarse del rol, función y resultado, negando que también es un proceso dé
adjudicación por parte de sus colaboradores.Sin duda, en una organización de
producción o servicios muchos sujetos que trabajan en ellas deben sostener una
tensión crítica entre la necesidad de pertenecer y los desacuerdos con "lo
que se hace". Sucede que en otros casos, en otras organizaciones con
objetivos "diferentes", con un sentido más solidario y en algunos
casos crítico a las formas imperantes de producción, el desacuerdo con los
cambios de direccionalidad que se producen, o el desacuerdo con las formas de
reconocimiento generan también conflictos con un costo emocional mayor al
sentir que los que ejercen el poder priorizan "el proyecto" o
"la causa" a las personas que lo encarnan. Kurt Lewin ha hecho un
estudio de tres tipos de conflictos dentro de los grupos, y en especial dentro
del sujeto, que consideramos estratégico para for¬mularse en un proceso de
cam-bio:• Atracción-atracción: forma ambivalente que consiste en coincidencias
sobre el mismo objeto (persona, opción o acción), que son incompatibles en el
momento de la elección. •
Rechazo-rechazo: obligación por parte del sujeto o el grupo de elegir entre dos
situaciones desagradables, peligrosas, indignas. • Atracción-rechazo: situación
en la que el sujeto se enfrenta con alternativas ambivalentes, contradictorias:
amor/odio, adhesión/rechazo, en general acompañadas por depresión-culpa
generada por la tensión, inseguridad y ansiedad.
La
frustración, que es la expresión de toda situación en que el sujeto no obtiene
la satisfacción necesaria a la cual aspiraba, en muchos casos tiene
consecuencias conflictivas, dependiendo del grado de tolerancia. El conflicto
tiene una función prospectiva que no es negativa. El despliegue: del mismo
permitirá su comprensión y los elementos significativos que están presentes. Si
hay disputa, lucha, porque esa es la forma de llamarla, ésta no es negativa:
permitirá una comprensión de los factores que obstaculizan o facilitan la posterior
resolución. Si está bien manejada a partir del sostenimiento de tensiones por
los involucrados o por un operador externo, al superarla, la toma de conciencia
crítica (darse cuenta de los elementos que están en juego para sostener ese
mecanismo) genera energía positiva por su sola condición de elemento dinámico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario