¿Qué es el ABUSO SEXUAL INFANTIL?
Todo
acto de naturaleza sexual en el que son comprometidos sujetos que se encuentran
por debajo de la edad de consentimiento y cuyo fin principal es la
gratificación sexual de la persona sexualmente madura, es considerado Abuso Sexual Infantil
Indicadores Físicos de Abuso Sexual
·
Dificultad para caminar o sentarse.
·
Dolor, hinchazón o picazón en la zona
genital.
·
Dolor al orinar.
·
Enfermedades transmitidas sexualmente.
·
Contusiones, laceraciones o sangramiento
en los genitales externos.
·
Embarazo especialmente en la
adolescencia.
Indicadores de comportamiento
Reacciones
similares a las precipitadas por
cualquier otro stress severo
·
Comportamiento regresivo en niños
pequeños (mojan la cama, se chupan el dedo, etc.
·
Miedos repentinos o fobias, (a la
oscuridad, a los hombres, etc.)
·
Cambio en el rendimiento escolar.
·
Cambios notorios en la personalidad,
(depresión, ira, hostilidad, agresión)
·
Ideas o intentos suicidas.
·
Abuso de drogas o alcohol.
·
Fugas del hogar.
·
Conductas autodestructivas.
Reacciones
directamente relacionadas con el Abuso Sexual Infantil
·
Relato de abuso sexual de parte del
niño.
·
Conocimiento y comportamiento sexual
raro, sofisticado o inusual.
·
Comportamiento seductivo manifiesto.
·
Juego sexual no apropiado para la edad.
·
Dibujos de naturaleza sexual.
·
Masturbación compulsiva.
·
Promiscuidad.
·
Prostitución.
·
Confusión en cuanto a la identidad y
normas sexuales.
·
Repliegue de los amigos.
·
Desconfianza extrema.
Cómo enfrentar la
situación de abuso con el niño
QUÉ HACER
·
Antes de cualquier intervención
solicitar asesoramiento profesional.
·
Asegurarse de que quien interrogue al
niño sea alguien en el que él confíe.
·
Asegurarse que el docente que intervenga
sea el más capacitado.
·
Asegurarse que el develamiento se haga
en un lugar tranquilo sentarse al lado del niño, no frente de él.
·
Decirle al niño que esta conversación es
privada, pero que por tratarse de un problema serio, el colegio deberá
denunciar lo ocurrido a la justicia.
·
Realizar preguntas y mantener una conversación en el lenguaje más comprensible
para el alumno.
Si algún término
no se entiende, pedir al alumno que trate de clarificarlo.
QUÉ NO HACER
·
Descalificar o criticar lo que dice el
Niño.
·
Sugerir las respuestas Presionar si es
que no responde las preguntas.
·
Dejar traslucir que nos impresionamos
por lo sucedido, por su conducta, o la de sus padres
·
Presionar o forzar para que el niño se quite las ropas.
·
Interrogar al niño con otros docentes dejar al niño
solo o en compañía de un extraño
Cómo enfrentar la
situación de abuso con los padres
QUÉ HACER
- Identificar al adulto
protector para mantener una charla con él sobre el niño.
- Mantener la charla en un
lugar privado.
- Ser lo más directo y
honesto posible.
- Avisar a los padres que
la escuela, por la responsabilidad que le compete, debe efectuar la
denuncia.
QUÉ NO HACER
- Tratar de probar que hubo maltrato.
- Demostrar angustia,
horror o desaprobación ante la situación.
- Hacer juicios sobre el
niño, sus tutores o la relación.
- Interrogar sobre asuntos
familia que no tengan que ver con la situación específica
¿Qué
es lo que se debe hacer ante el conocimiento del hecho?
Todos
debemos denunciar situaciones de maltrato infantil de las que tomemos conocimiento, inclusive la sospecha del mismo, pero los docentes estamos obligados por ley a
hacerlo. Es muy importante saber que podemos realizar la denuncia anónimamente
a los siguientes lugares:
·
Juzgado de Paz
·
Comisaría más cercana
·
102 (línea de los chicos, 24 horas)
·
Juzgado de Familia
·
Fiscalía
Para pedir asesoramiento en
relación a la temática y realizar tratamiento propiamente dicho, se pueden comunicar con:
·
Grupo de alto riesgo del hospital de
niños. " Doctor Humberto Notti" Mendoza.
·
Programa de Asistencia a Víctimas de Delitos
.Tel: 0261 - 4391591.
INDICADORES DE ABUSO
SEXUAL INFANTIL
La mayoría de los niños y niñas que están siendo victimas
de ABUSO SEXUAL no se lo cuentan a nadie porque creen que la gente va pensar
que no es verdad. A veces desconocen el vocabulario necesario para hablar
sobre el tema y por lo tanto no pueden expresarse verbalmente, pero lo hacen
mediante algunos cambios en su comportamiento. Debemos estar alerta cuando un niño o una niña comienza a manifestar
varios de los comportamientos que se mencionan en la lista de indicadores.
Abordar esta problemática genera angustia. No solo por
enfrentarnos al dolor de la victima, sino porque nos exponemos a la
indiferencia, la impunidad y el desconocimiento que logra muchas veces
paralizarnos. La intervención precavida promoverá en el niño un camino distinto
al mundo de relaciones con el adulto y un encuentro con su cuerpo muy diferente.
INDICADORES de Abuso Sexual o
en Situación de Riesgo
INDICADORES EN LOS NIÑOS
Físicos, Médicos y Comportamiento
Dificultad
para caminar o sentarse
Ropa
Interior destrozada ó manchada con sangre
Embarazo
especialmente en la adolescencia
Indicadores
Médicos, Contusiones, sangramiento, laceración en los genitales, ano
Picazón
o malestar genital o rectal
Marca
de mordidas humanas, Marcas de Estrangulación en cuello y/o muñeca, Enfermedad
Venérea
Dolor
al Orinar
Conducta
Sexual, juegos y conocimientos inapropiados para su edad
Pasivo,
Introvertido, Precoz, Provocativo; Antisocial, Destructivo, Seductor
Preocupación
por sus Órganos Sexuales o de otros niños.
Tiene
poco amigos ó repliega a los amigos
Terror
a algunas personas en algunos lugares
Respuesta
ilógicas si se les pregunta acerca de alguna herida en sus genitales.
Dibujos
tétricos con excesos de Rojos y Negros
Conciencia
repentina de sus Genitales, o palabras o actos relacionados con el Sexo.
Confusión
en cuanto a la identidad y normas sexuales
Masturbación
Compulsiva, Promiscuidad, Prostitución
Relaciones
entre niño y adulto secreta, reservada y excluyente
EN LOS ADULTOS
Comportamiento y Estresores
Dominante, Disciplinariamente rígidos
Aparta al Niño del contacto con Amigos
Aparta al menor de evaluaciones Psicológicas
Usa Diferentes Instituciones Médicas
Puede identificar al menor como su cónyuge sustituto
Excesivamente Protector o Celoso del Menor
Falta de Cooperación
Historial de Abuso Sexual de los Padres cuando eran niños
Patrón de Incesto Intergeneracional
Problemas Matrimoniales, Sexuales, Divorcio, Separación
Ausencia prolongada de uno de los Padres
Abuso de Drogas ó Alcohol
Abuso
Sexual en adolescentes y mujeres adultas abusadas en su infancia
La experiencia de agresión sexual lleva inicialmente a los
niños a experimentar una serie de sentimientos confusos y abrumadores que
influyen en la percepción de sí mismos: puede considerarse mala y sucia, a
avergonzarse por haber sido víctima del abuso. Debe mantener secreto alentado
por el agresor así como conflicto de lealtades. Basada en estas
experiencias, desarrolla sus propios
mecanismos para afrontar la vida: el secreto, la reserva, la vergüenza,
fortalecen sus sentimientos y su opinión negativa sobre sí misma. El ultrajador
generalmente niega su responsabilidad.
El
abuso sexual intrafamiliar es practicado generalmente por un personaje
insospechable del entorno familiar ,generalmente masculino.
Defino al abuso sexual como una
violación hacia el otro, ya que vulnera y viola el derecho del otro a elegir y
defenderse en igualdad de condiciones ejerciendo abuso de poder tanto físico
como psíquico. sobre la víctima.
Por ello se genera en la cabeza de la
víctima un ruido enloquecedor, producto de lo siniestro, que no cabe en la
cabeza. Cuando ello ocurre, lo familiar se torna extraño y produce pánico y
confusión. Lo que debía significar un acto de amor se transforma en expresión
de odio, confusión, miedo y es causa de padecimiento. (Eva Giberti)
Estos sentimientos operan
profundamente en la percepción que los niños tienen de sí mismos. Puede considerarse:
mala, sucia y avergonzarse por haber sido víctima del abuso sexual, alentada
por el agresor para que el acto permanecerá en secreto. Esta
situación también triangula perversamente a la víctima con su madre. y la
coloca en una trampa emocional y psíquica en espiral creciente a través del
secreto.
El contexto familiar puede convertirse
en un sistema de apoyo vital para estas interacciones y opiniones que continúan teniendo efecto
negativo en su imagen y en su experiencia de las
relaciones.
NINGUN NIÑO o ADOLESCENTE ES CULPABLE DE HABER PROVOCADO EL ABUSO.
Focalizar en el potencial positivo
y de cambio que poseemos por ser
personas.
ABUSADORES
La mayoría de los abusadores pertenecen a
grupos sociales con carencia en el ámbito familiar, no han tenido unos padres
que les hayan apoyado, valorado o dado afecto; y éstos tampoco controlaban sus
vidas: faltaban a la escuela, tenían amigos con conflictos, etc.. Además, en
sus relaciones familiares han observado Violencia, falta de respeto,
humillaciones y vejaciones -especialmente hacia la madre- arbitrariedades y
sobre todo ausencias. Es habitual la carencia de una figura Paterna y, cuando
existe, suelen ser un modelo negativo para los hijos.
Estos niños cambian el papel, de ser victimas
de abusos se convierten en abusadores, la mayoría no lo reconoce como delito,
es algo normal e indican falta de conciencia del daño que han cometido. Hablan
más de sí mismos y es frecuente que al relatar los hechos el agresor comente
"yo cuando era chico la pase muy mal".
DONDE Y COMO ACTÚAN
A TRAVÉS DE INTERNET: se introducen en
los canales de conversación escrita de Internet, ó CHATS. Intentan conocer la
situación de algunos menores, sus gustos y aficiones, hasta con declaraciones
de amor, una vez logrado esto llega el momento de concertar una cita en una
Terminal de Ómnibus un Cine o Hamburgueserías conocidas.
SE HACEN PASAR POR DOCENTES INGRESANDO A LOS ESCUELAS O COLEGIOS: son los más
frecuentes, toman puestos de Docentes en Escuelas y Colegios, principalmente
Privados, a través de conocidos para estar más cerca de los Niños de la edad
PREESCOLAR que son los más fáciles de convencer, hasta que son descubiertos,
una vez hecho, niegan totalmente que ha ocurrido tal situación, y suelen ser
encubiertos por las autoridades educativas.
ESPERAN EN SALIDAS DE COLEGIOS Y PARQUES: Otro seleccionan a sus
victimas a las salidas de los Colegios, y retiran al menor elegido haciéndose
pasar por un familiar cercano.
EN SUS PROPIAS CASAS: Algunos actúan en sus propias casas sobre
menores de su entorno familiar, hijos, sobrinos, nietos, etc. o sobre los
compañeritos de escuela o amiguitos de sus hijos.
COMO SON LOS ABUSADORES
No existe un perfil exacto del ABUSADOR, no se lo distingue a
simple vista, pero reproducen algunas características que si resultan
significativas. Por ejemplo, su acercamiento a los niños suele ser físico. Tras
un Primer contacto cuidadoso, para no asustar ni levantar sospechas, comienzan
a tomar de la mano al menor, abrazarlo, mimarlo, etc., luego le invita e incluso
les colman de regalos y atenciones para generar en ellos un sentimiento de
deuda. A los niños se les enseña que deben ser agradecidos y corresponder a los
adultos por Educación y los ABUSADORES se sirven de esta circunstancia. Buscan
estar a solas de alguna manera con el niño.
Muchos de ellos tienen un nivel de baja autoestima y se sienten
mucho más seguros con los menores. Otros en un porcentaje elevado, han sufrido
abusos desde pequeños. Un tercer grupo lo que busca es humillarlos y
doblegarlos posiblemente por haber sufrido antes desprecio de otros niños o
niñas durante su infancia.
·
En mas del 85 % de los casos se tratan de varones,
·
En el 52 % de los casos superan los 35 años de edad,
·
Suelen tratarse de Profesionales Calificados,
·
Buscan actividades que les permitan estar cerca de los niños, ej.
La Docencia,
·
Su Nivel Social es medio o medio alto
·
En el 77 % de los casos no tienen antecedentes penales,
·
Su nivel de reincidencia es altísimo, aún después de ser
descubiertos y condenados.
·
No suelen ser conflictivos en la cárcel y muestran buen
comportamiento, para que de esta manera puedan reducir su pena.
·
No reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad,
·
Normalmente tienen una familia a su cargo, y con frecuencia hijos
pequeños,
·
En más del 47 % de los casos se trata del maestro, del Padre, el
Tío ó el Abuelo.
DEFINICIÓN DE ABUSO INFANTIL
Nuestras Leyes definen el abuso infantil como toda
acción ú omisión, que interfiere
negativamente en el sano desarrollo físico,
psicológico o sexual de un niño, niña o adolescente.
Los serios inconvenientes en el desarrollo normal de
la personalidad del niño comenzó a ser Indagado por especialistas en la década
del ´70. Descubrir esta problemática mereció una profunda investigación y trabajos
multidisciplinaríos venciendo además distintos mecanismos culturales que
buscaban frente a ésta:
MINIMIZARLA – RACIONALIZARLA –DISTORSIONARLA -NEGARLA
ES FALSO QUE:
SON BICHOS
RAROS. Cada vez aumentan las intervenciones judiciales y asistenciales
sobre estos hechos.
LOS ABUSOS
SE PRODUCEN EN FAMILIAS POBRES Y SIN CONTENCIÓN. La problemática se aprecia en
todos los grupos y clases sociales sin distinción.
LOS
AGRESORES SON DESVIADOS SEXUALES. Los
autores materiales no necesariamente presentan signos de trastorno
psíquico. En general padecen de
problemáticas emocionales que los predisponen a satisfacer sus deseos sexuales
con menores.
LOS
ABUSOS SON CLANDESTINOS Y OCULTOS. La experiencia pericia¡ nos ilustra que
existe una negación cómplice con otros sujetos activos del entorno nuclear
familiar.
LOS ABUSOS
SON SÁDICOS Y BRUTALES. Si bien estas características se manifiestan. Existen
mecanismos de abusos solapados sin coacción ni ataque físico manifiesto. La
inmadurez sexual de los niños coadyuvan a que sean fácilmente engañados por
inducción y seducción.
¿Qué es lo que se debe hacer ante el conocimiento
del hecho?
Todos debemos denunciar situaciones de maltrato
infantil, pero los docentes estamos obligados por ley a hacerlo. Podemos realizar la denuncia anónimamente
a los siguientes lugares: Juzgado de Paz. Comisaría más cercana. 102 (línea de los
chicos, 24 horas) Juzgado de Familia.
La pedofilia; reflexiones sexológicas y
médico-legales Juan Carlos Romi
Introducción
Uno de los problemas que acucian a la
sociedad en la actualidad es el relacionado con el abuso sexual de menores. Esta
manifestación sexual siempre existió en forma mas o menos oculta, quizás por el
tabú cultural vigente. En los últimos años ha tomado un auge muy importante,
probablemente motorizado por la mayor libertad de expresión, el menor temor a
su exteriorización, la actualización de la legislación vigente o la promoción o
divulgación periodística.
Las personas que de alguna manera
estamos en contacto con estas conductas sexuales tenemos la obligación de
reflexionar sobre los reales alcances de estas manifestaciones, ya que si bien
es indudable que estos delitos existieron siempre y existen, no es menos cierto
que observamos con cierta preocupación, el aprovechamiento peligroso que se
hace de las mismos invocando como acontecidos hechos que en la realidad no ocurrieron
como tales y que suelen ser respuestas a motivaciones ajenas a la real
situación invocada. Así observamos con cierta frecuencia la presencia de falsas
denuncias en búsqueda de beneficios secundarios, inducciones a menores a
manifestar haber sido víctimas de abusos sexuales inexistentes, diagnósticos
apresurados de profesionales, sobre todo en el área psíquica, por ineptitud
técnica u otras razones subalternas, etcétera.
Por estas razones creemos necesario
hacer una aproximación reflexiva al tema para desde el conocimiento científico,
la experiencia y la responsabilidad asumamos con la mayor equidad posible el
controvertido y a veces espinoso problema de dilucidar desde el punto de vista
sexológico las implicancias médico legales que presenta las conductas pedofílicas.
Definiciones y conceptos generales
Recordemos que el término pedofilia fue
acuñado en alemán por el psiquiatra Richard von Krafft-Ebing (1840-1902), quien
utilizó por primera vez la expresión Pädophilia erotica en su influyente libro
Psychopathia Sexualis, publicado en 1886.
Una de las primeras controversias surgen
entre los términos (para nosotros sinónimos) paidofilia y pedofilia.
La RAE recoge las dos variantes
morfológicas, pedofilia y paidofilia. La raíz ped(o)-/paid(o)- ‘niño’ procede
del griego paidós ‘niño’. Desde el punto de vista etimológico, es más correcta
la primera, pues el diptongo griego ai se transcribe ae en latín y e en español.
Sin embargo, quizás por razones de eufonía, la RAE prefiere la forma paido-,
conservando el diptongo original griego. La forma paedofilia, que en ocasiones
también se emplea, contiene la conservación del diptongo latino, y su uso puede
estar influido por el inglés paedophilia.
La segunda controversia se establece
entre los términos pedofilia y pederastia.
El diccionario de la Real Academia
Española ha introducido en su última edición (2001) el término pedofilia,
además de seguir registrando la palabra pederastia, para las que recoge las
siguientes definiciones: a) Pedofilia. f. Atracción erótica o sexual que una
persona adulta siente hacia niños o adolescentes, b) Pederastia. f. Abuso
sexual cometido con niños.
Desde el punto de vista semántico, la
distinción es clara: una cosa es sentir atracción erótica por los niños, y
otra, abusar sexualmente de ellos. Así pues, la distinción surge entre la
tendencia sexual (pedofilia) y la práctica abusiva -y además delictiva-
(pederastia).
Algunos abusadores sexuales infantiles
refieren ser pedófilos pero no pederastas, distinguiéndose así estos individuos
entre tener la tendencia que los empuja a sentir atracción sexual por los niños
(pedofilia) y las prácticas sexuales con menores (pederastia), conducta
considerada delictiva según nuestro Código Penal. Al margen de la veracidad de
la afirmación de los presuntos abusadores de que resistían sus impulsos, y de
que sus palabras fueran o no un mero recurso jurídico empleado en su defensa
para conseguir la absolución, hay que reconocer que, prescindiendo de estos
casos concretos y a nivel general, la distinción entre la atracción sexual
hacia los niños y los delito de abuso sexual de menores, nos parece oportuna.
En el primer caso, pues, estamos ante
una tendencia psíquica, considerada como una parafilia por la sexología y la
psiquiatría, mientras que en el segundo nos situamos ante una práctica, que
además es delictiva según nuestra legislación. Pero debemos aclarar que, si el
pedófilo de alguna manera establece un vínculo efectivo (acción) de aproximación
o tocamiento erótico sobre un menor, esta conducta es delictiva, aunque no haya
existido la violación, ya que el CP tipifica esta conducta como abuso sexual
simple (ex abuso deshonesto) explicitado en el Art. 119 CP.
El error nace en confundir la simple
atracción erótica sexual de un adulto por un menor, parafilia no concretada,
con el accionar explícito de la tendencia, confusión que se acentúa por la
utilización en nuestra lengua de dos términos diferentes para distinguir estos
dos conceptos. Las palabras pedofilia y pederastia se emplean como sinónimos,
para referirse tanto a la atracción sexual como al delito, al igual que pedófilo
y pederasta.
En el lenguaje periodístico encontramos
indistintamente el uso de pedofilia con el sentido de delito y con el
significado de enfermedad; así, por ejemplo, se emplea el sintagma «acusar de
pedofilia»; se habla de una «red de pedofilia» para designar una organización
de personas dedicadas a la explotación sexual de menores; asimismo, la palabra
aparece en ocasiones en enumeraciones junto a otras conductas delictivas.
Conviene tener presente que no toda
persona pedófila tiene que haber cometido actos de abuso sexual infantil. Por
tanto, no todos los pedófilos presentan conductas pedofílicas o son pederastas,
esto es, delincuentes o explotadores sexuales.
En ocasiones, se distinguen tres tipos
de trastornos según la edad de la persona que es objeto del deseo sexual: se
emplea pedofilia para la atracción hacia niños en edad prepuberal, efebofilia
(del griego ephebo ‘niño que ha entrado en la pubertad’) para referirse al deseo
sexual hacia adolescentes, y nepiofilia (de nepion ‘infante’) para designar la
atracción hacia niños lactantes o infantes.
Según el Manual de Diagnóstico de los
Trastornos Mentales (DSM-IV) la pedofilia (F65.4) se encuentra dentro de la
categoría de parafilias, ubicada dentro de la categorización mayor de
“Trastornos sexuales y de la identidad sexual”.
La pedofilia se define como fantasías
sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o
comportamientos que implican actividad sexual con niños (13 años o menos)
durante un período no inferior a los seis meses.
El manual indica que estas fantasías e
impulsos sexuales provocan un malestar clínicamente significativo o un
deterioro social, laboral o de otras áreas de la actividad del individuo.
Distingue a su vez en el diagnóstico cuando se trata de una situación
incestuosa, si es exclusivo (sólo atracción con niños), si es hacia varones,
mujeres o por ambos sexos.
La definición del DSM-IV lleva implícita
la concepción clásica, pero otras lecturas permiten pensar que esa definición
resulta bastante acotada. Es posible ver conductas pedofílicas menos marcadas,
y de otras personas que no sufren de un malestar significativo al respecto.
Incluso se parte de esta situación para pensar otros aspectos relevantes, tal
como puede ser la pregunta si es que se trata de cuestiones médico- biológicas
o no. Por otra parte cabe la pregunta si es que este fenómeno se da
principalmente en personas que está a cargo del cuidado de niños por lo que
cabría la hipótesis según la cual el contacto permanente con niños favorecería
la manifestación paidofílica.
Últimamente al actualizar la
“Nomenclatura de las manifestaciones sexuales” que hemos publicado en la
Revista Alcmeón N° 42, Año XIV, Vol. 11, N° 2 de abril de 2004, se ha expresado
que dentro las perturbaciones sexuales cualitativas, con referencia a la configuración
de la imagen de la pareja, según al “modo” de obtener placer erótico se encuentran
las manifestaciones respecto a la edad del partenaire. Allí encontramos las
“paradojas sexuales”, es decir, las manifestaciones erótico-sexuales entre
personas de distintas generaciones (cronofilia). Así observamos con cierta
frecuencia la paidofilia o pedofilia, el lolismo, la efebofilia y la
gerontofilia.
La pedofilia es la actividad sexual con
niños (del griego pais, paidos; niño). Es una de las pocas conductas sexuales
consideradas delictivas, porque pueden generar un daño o psicotrauma en su
formación o desarrollo sexual.
a pedofilia se trata de una preferencia sexual
por los niños, normalmente de edad prepuberal o de la pubertad temprana.
Algunos de los afectados sienten atracción únicamente por las niñas, otros únicamente
por los niños y otros están interesados por ambos sexos.
La pedofilia se presenta raramente en
mujeres. Los contactos entre adultos y adolescentes sexualmente maduros es algo
socialmente reprobado, en especial si los que intervienen son del mismo sexo,
pero esto no se acompaña necesariamente de pedofilia. Un incidente aislado, en
especial si el que lo lleva a cabo es un adolescente, no es signo de la
presencia de la tendencia persistente o predominante que se requiere para el
diagnóstico. No obstante, entre los afectados de pedofilia, hay varones que
manifiestan una preferencia por una relación de pareja sexual adulta, pero que
debido a que hay reiteradas frustraciones en sus intentos de contactos
adecuados, los han sustituido de manera habitual por niños. Los varones que
abusan sexualmente de sus propios hijos prepuberales suelen abordar en ocasiones
también a otros niños, pero en ninguno de estos casos hay nada más en su
comportamiento que sugiera una pedofilia.
Por lo tanto, los pedófilos suelen ser
predominantemente varones y frecuentemente de edad avanzada aunque no se
descarta esta inclinación sexo-amorosa en las mujeres, y las víctimas tanto
niños como niñas. Cuando se utiliza al o la menor como objeto pasivo de una
cópula anal se denomina a esa acción pedicación.
El lolismo es la preferencia sexoerótica
de varones maduros por adolescentes (niñas en su despertar puberal). El término
se popularizó por la novela de Novikov “Lolita”. Se llama también hebefilia.
Se denomina corofilia (Hirschfeld) la
inclinación de ciertas lesbianas maduras por niñas impúberes.
La efebofilia es la atracción sexual de
una persona madura hacia adolescentes varones de 13 a 18 años.
La gerontofilia, es la atracción sexual
de un varón joven por una mujer anciana (graofilia o anililagnia) o de una
joven por un anciano. Puede ser una atracción sexoerótica hétero u homosexual.
Muchas veces se observa que tal relación mas que una imposición libidinal tiene
otras motivaciones como, por ejemplo las económicas.
Otros términos de interés que debemos
recordar son: sodomía, pederastia y la pederosis.
La sodomía (de Sodoma, ciudad palestina
a orillas del Mar Muerto) consiste en el sexo anal. La cópula anal puede ser
heterosexual (anomeatia) u homosexual (androsomdomia). La sodomía se acepta que
es el sexo anal entre varones y por extensión con animales (autores germánicos)
con los que se tiene penetración (sodomización).
La pederastia (del griego paiderastía)es
en general sinónimo de sodomía, es decir, la realización de la penetración
anal. Se refiere en común y habitualmente a la que se realiza entre
homosexuales, aunque en ciertas circunstancias (raramente) puede utilizarse
para la cópula anal entre heterosexuales. Se llama sujeto activo al que realiza
la inmisión peniana (en la jerga: “bufarrón”) y pasivo al que se presta a la
inmisión (en la jerga: “comilón”). Los sexólogos alemanes suelen emplear el
término latino “pedicatio”, siendo sinónimo de “conmasculatio” (Moll).
El término pederastia también se lo
suele utilizar para describir el sexo anal practicado por un adulto con un
menor. Así se habla de pederasta al que practica la cópula anal activa o pasiva
como amante de los jóvenes (Giese).
La pederosis (Forel) es la cópula anal
practicada por un adulto sobre un menor de uno u otro sexo tomado como objeto
pasivo (pedicación). El sexo anal practicado sobre una niña también se le llama
corefalismo.
Se denomina socialmente “taxi boy” al
adolescente o adulto joven que vende sus favores sexuales a clientes
homosexuales solo como “una escapada” de su heterosexualidad. Lo que confiere
este característico matiz de sordidez a la prostitución homosexual contemporánea
no es tanto la utilización indisimulada del dinero (muchas veces para el
consumo de drogas) cuando la pretensión de disimular, bajo la excusa de la
moneda, la naturaleza de la pulsión que se remunera. La pretensión que se aduce
es la de restringir su participación en el contrato homosexual al rol “activo”
(penetrador anal o pasivo del felador), no calificando por ello de homosexuales
sus propias conductas, sino que éstas se reservan para sus clientes o
partenaires, con el beneficio de la aceptación popular.
El pedófilo como un agresor sexual genérico
Recordemos como hecho genérico que, no
se puede estudiar y comprender los delitos sexuales si no se parte de un mínimo
de conocimiento sobre lo que significa la sexualidad en la conducta de cada
individuo.
Se observa frecuentemente que estos
delitos son cometidos por individuos que por su conducta sexual habitual pueden
ser considerados “normales” y la manifestación de esa conducta sexual delictiva
está ligada a una circunstancia personal o circunstancias ambientales
condicionantes.
Por supuesto que también estos delitos
los pueden cometer perturbados sexuales (disfuncionales y/o parafílicos o
desviados) pero debe quedar en claro que estas perturbaciones sexuales por sí
mismas, por lo menos en la inmensa mayoría de ellas, no están contempladas como
delitos contra la integridad sexual por el Código Penal vigente. Diremos
entonces que la conducta sexual delictiva es una conducta concreta del
individuo expresión de su relación con la víctima en un lugar (espacio) y en
una fecha (tiempo) determinados. Esto significa desde el punto de vista
individual la dificultad del delincuente para aceptar la ley, lo que implica
dificultades en el desarrollo de su personalidad. A su vez desde el punto de
vista social significa una alteración, violación o trasgresión de la norma
establecida.
En esta tarea la sexología y la
psiquiatría forenses pueden establecer los aspectos de la personalidad de cada
delincuente y diferenciar un caso de otro al reconstruir con la mayor exactitud
posible la génesis y dinámica del fenómeno criminal en particular.
Aquí sólo reflexionaremos sobre los
delincuentes sexuales que presentan factores de riesgo de índole sexual, es
decir, que presentan perturbaciones sexuales cualitativas (la pedofilia como
desviación o parafilia) que condicionan directa o indirectamente las conductas
delictivas. La pedofilia o paidofilia es una desviación sexual o parafilia que
se encuentra comprendida dentro de las conductas delictivas sexuales cuando su
manifestación es explícita y denunciada ante la Justicia.
El agresor u ofensor sexual pedófilo o
paidófilo, por las características de su actividad sexual sobre todo con
menores de 13 años, siempre configura un abuso sexual de menores contemplado
como un delito sexual, cuando la víctima del delito informa a una persona
responsable de ella y el adulto en cuestión toma conocimiento del hecho y hace
la denuncia correspondiente ante los estrados judiciales.
Recordemos que en general la gravedad de
las parafilias depende del grado de actuación y del nivel de perturbación: leve
(fantasía no escenificada), moderada (la imaginería en ocasiones se transforma
en acción provocando conflictos sociales y ocupacionales) y grave (los impulsos
se actúan como actos reiterados, apropiándose la parafilia del funcionamiento
global del individuo).
Las disfunciones sexuales como
perturbaciones sexuales cuantitativas si bien pueden tener incidencias en las
conductas delictivas de algunos individuos, su frecuencia es menor y menos
significativa que en las parafilias.
La Etiopatogenia de la pedofilia como
parafilia
Los factores etiopatogénicos de la
pedofilia no escapan a las de los de las parafilias en general y se pueden
agrupar en tres principales que afectan el desarrollo de la personalidad: el
biológico, el medio ambiente, y los factores mentales de integración y
síntesis. Estos factores son centrales en la formación de una parafilia
pedofílica.
Desde el punto de vista de la
adquisición de las respuestas eróticas placenteras se debe tener en cuenta la
importancia de la predisposición de la personalidad como factor genético más
las experiencias ambientales que da el aprendizaje.
Existiría por lo tanto, una condición
predisposicional en cada uno de nosotros, de acuerdo al potencial de
personalidad como una especie de “tabla de arcilla” lisa y moldeable sobre la
cual se marcarían “huellas” indelebles que serían las experiencias eróticas
vividas por ensayo, azar o circunstancias deseadas o no y que condicionarían de
allí en adelante como una relación “llave-cerradura” cada vez que se asocian
ambas situaciones (circunstancia-predisposición al placer erótico) detonando la
conducta sexual adecuada o inadecuada. Si bien las nuevas experiencias hacen
“nuevas marcas” nunca las nuevas superan en eficiencia erótica a las primeras
marcadas, que siguen respondiendo con la misma idoneidad placentera a pesar del
tiempo que pueda transcurrir.
La pedofilia sigue este patrón general.
Las imágenes, fantasías, o comportamientos desviados son producto de
experiencias vividas sobre la base de una personalidad predisponente que
provocaron en su momento un placer sexual que condicionó la reiteración de
experiencias fijando un patrón de conducta erótico.
Las parafilias se desarrollan como
reacciones estratégicas al abandono, la supresión o la traumatización del
desarrollo sexual esperado como habitual. El parafílico intenta sobreponerse a
la tragedia del psicotrauma.
Los modelos que pretenden explicar los
orígenes, desarrollo y mantenimiento del comportamiento antisocial como la
violencia, en particular la sexual, asumen como hipótesis central que tales
formas de comportamiento se originan en el aprendizaje del medio social básico,
de acuerdo a la interacción que el niño mantiene con su medio; este comportamiento
llega a ser precursor de importantes conductas delictivas.
El abordaje científico de los problemas
sexuales es relativamente reciente, de hecho se inicia a fines del siglo XIX.
Los científicos que antecedieron al psicoanálisis habían conceptualizado a las
actuales desviaciones sexuales (según el criterio de la OMS) o parafilias
(según el DSM IV), como anomalías del instinto, como una especie de
“teratología instintiva”, siendo el más importante representante Richard von
Kraft-Ebing
El descubrimiento freudiano de la
sexualidad infantil y del papel que continúa desempeñando en el adulto permitió
a conceptuar a las “perversiones “ como consecuencias de un desarrollo
problematizado de la sexualidad infantil, las que se consideró como conductas
infantiles anacrónicamente fijadas.
Las perversiones representan placeres
primitivos prohibidos cuya exigencia es casi absoluta. Esto supone la
imposibilidad de despegarse de los sistemas primitivos de satisfacción que es
lo mismo que decir que la “fijación” representa la elección primaria, la
elección de la perversión como fenómeno anacrónico. Mientras que el fracaso de
las nuevas experiencias sexuales que no puede integrar, hace al individuo
“regresar” hacia sus primeras experiencias. La regresión es la fuerza que
retropulsa al individuo hacia los sistemas primitivos de satisfacción.
El psicoanálisis dice que la neurosis es
el reverso de la perversión. En la neurosis todos los síntomas se forman contra
el sistema pulsional activo que no es aceptado por el yo (egodistonía). En la
perversión, la conducta arcaica es asumida y deseada por el yo (egosintonía).
El perverso tolera la perversión.
Deben de estar tres factores
inconscientes en el momento de llevarlas a cabo el acto parafílico: a) Voluntad
de poder : la voluntad de poder es en donde el individuo debe de demostrarse a
sí mismo que tiene mayor poder o superioridad sobre su víctima. b) Riesgo: El
riesgo de llevar a cabo el acto parafílico, genera en el individuo una
excitación sexual en cada evento y además él se pone a prueba y trata de
demostrar que es capaz de vencer a rivales de antaño (padre/madre). c)
Desquite: El parafílico presenta este sentimiento de revancha como una
reparación del daño que sufrió durante su infancia y se acompaña hostilidad,
resentimiento.
Fritz Morgenthaler (1988) piensa que las
parafilias cumplen la función de “cerrar, sellar o rellenar “ la hendidura
creada por una abertura en el desarrollo narcisista. Los adultos parafílicos
piensa que fueron niños cuyos desarrollos del “yo” y de la libido tuvieron
lugar en base a un desarrollo narcisista con la ayuda de un cierre o relleno.
Kurt Freund en 1983 había establecido
que las desviaciones sexuales (CIE10) forman parte de lo que él llama
“trastornos de cortejo” haciendo una analogía etológica con los animales. La
conducta sexual humana es un proceso dividido en cuatro fases: a) acercamiento
a la pareja potencial, b) interacción pre táctil, c) interacción táctil y d)
unión genital efectiva. Para este autor, una hipótesis causal de las parafilias
sería una aversión al coito, llevando a los portadores del problema a varias
actividades sustitutivas, aunque sin explicar las causa. Así, por ejemplo, el
voyerismo sería una distorsión de la primera fase, el exhibicionismo de la
segunda, el froterismo de la tercera y la violación de la cuarta. La paidofilia
está comprendida en un combinación de todas ellas.
Robert Stoller (1985) sostiene que las
conductas perversas son la expresión de la hostilidad (forma erótica del odio)
en las que las fantasías sexuales o los actos sexuales perversos se convierten
en el medio de desquitarse de traumas infantiles relacionados a menudo con la
conducta de los padres, que inhiben el desarrollo del niño, mediante castigos o
amenazas, es decir es una revancha escondida en las acciones que la maquillan y
que sirven para convertir un trauma infantil en un triunfo adulto. Es por lo
tanto una traducción del deseo de lastimar, herir, degradar, humillar, ser
cruel con alguien.
J. Money (1989) en su libro “Mapas del
amor vandalizado” (Vandalized lovemaps) escrito con Lamacz proponen el camino
que debe tomar la mente del individuo para llegar al placer erótico sexual y a
la satisfacción. Expone el concepto “mapa del amor” como una especie de
inscripción o plantilla grabadas en el cerebro en la que se esboza las
actividades sexuales que preferimos. Tal acontecimiento se desarrolla en la
infancia a través de las experiencias vividas en función del placer-displacer.
Se cree que la época más vulnerable gira alrededor de los 5 a 8 años, luego las
posibilidades de modificación se hacen difíciles o refractarias. Money ha
advertido que la supresión de los juegos sexuales preparatorios de la infancia
podría impedir un desarrollo sexual sano. Algunas culturas temen que los niños
sean expuestos tempranamente a la actividad sexual. El hecho de castigar estas
conductas pueden obstaculizar el desarrollo de un mapa de amor normofílico. Por
consiguiente, el individuo adquiere un mapa del amor o plantilla mental
erotosexual a través de la experiencias e imágenes mentales vividas donde las
actividades gratificantes que provocan excitación y orgasmo de características
parafílicas reemplazan a las normofílicas.
Neil Malamuth considera que la agresión
sexual se produce cuando, además de existir ciertas motivaciones, las
circunstancias inhiben los controles que evitarían el ataque y además cuando se
presenta una ocasión propicia. En algunos casos se llega a configurar una
conducta sexual compulsiva como forma de reducir la ansiedad y la angustia. La
actividad sexual brinda un alivio temporal, pero éste va seguido de más
angustia. Muchos infractores sexuales han sido a su vez víctimas de abuso
sexual en la infancia.
Coleman conjetura que las experiencias
traumáticas infantiles intensifican la ansiedad primaria con una distimia
secundaria.Se ha establecido una correlación entre violencia sexual y aquellas
sociedades que podrían definirse como sociedades represivas. Ira Reiss ha
señalado que una sociedad sexualmente sana sería aquella que adoptara tres
principios básicos de salud mental: honestidad, igualdad y respeto.
Para Charles Moser (1992) las parafilias
no son procesos aprendidos en el sentido del aprendizaje clásico. Las
parafilias serían la “lujuria” hacia objetos no comunes o inapropiados. La
lujuria para este autor es una respuesta sexual fuerte clara e individual hacia
estímulos sensoriales específicos, reales o imaginarios (visuales, auditivos,
olfatorios, táctiles y/o gustativos) que puede ser entendida como una “pasión”
alrededor de un estímulo sexual. Moser comenta que cierta gente nace con una
especie de “química” que le hace ser especialmente apasionado o ligado a la
sexualidad, siendo la parafilia una deformación de esta cualidad humana a la
que el contrasta con el deseo o la erotización.
Epidemiología y descripción de las
conductas pedofílicas
El delito sexual es un concepto
jurídico, en tanto que la parafilia es el nombre de un trastorno sexológico y/o
psiquiátrico.
La pedofilia es una parafilia que pueden
ser consecuencia de diversos factores. Cierto porcentaje de pedofílicos son
agresores sexuales, es decir que padecen un trastorno psicosexual, con
características delictivas, un estado que consiste en la necesidad impulsiva de
un estímulo fuera de lo común, y personal o socialmente inaceptable, ya sea
real o imaginario, para iniciar o mantener óptima la excitación erotosexual y
para alcanzar el orgasmo.
La paidofilia es lejos la parafilia
delictiva más común. El 20% de todos los niños americanos han sido víctimas de
abuso antes de los 18 años (Abel 1989). La mayor parte de los actos de abuso
consisten en tocamiento genital o sexo oral. La penetración anal y vaginal no
es frecuente a excepción de los casos de incesto.
La inmensa mayoría de los paidófilos son
heterosexuales, pero si se toma en cuenta el porcentaje de homosexuales en la
población general, se observará que existen más paidófilos entre estos últimos
que entre los heterosexuales, sin querer decir que los homosexuales per-sé sean
abusadores de niños, que suele ser una idea errónea muy habitual. Por lo tanto
existen paidófilos heterosexuales, homosexuales o bisexuales, que se limitan
sólo al incesto o no. Hay paidófilos exclusivos (atraídos sólo por niños) o no
exclusivos.
Se observa también entre los paidófilos
un 50% de consumidores de alcohol y se ha señalado que es frecuente que se
hayan visto envueltos en situaciones de exhibicionismo, violación o voyerismo.
También es común observar que el
abusador de menores es un pariente de la víctima. La mayoría de los abusadores
están casados y tienen hijos propios y no todos son paidófilos en el sentido
estricto.
Entre los individuos que presentan
perturbaciones sexuales cuantitativas (disfunciones sexuales) es poco frecuente
las conductas delictivas. No obstante, entre los disfuncionales erectivos
suelen aparecer casos de violadores.
También se observan pedófilos
disfuncionales con las parejas adultas y que solo a través de la parafilia
compensan la disfunción sobre todo erectiva, ya que el menor le genera menos
conflictos, ya que piensa que éste no evalúa su rendimiento o capacidad sexual
y por lo tanto así reafirman su masculinidad autocuestionada. El abuso sexual
desbloquea la impotencia de predominio origen psíquico al reafirmar la
masculinidad a través de la agresión sexual sobre todo cuando perciben el temor
de la víctima.
Los pedófilos son personas que pueden
tener familia, y algunos abusan también a miembros de la misma. Suele
observarse que no tiene la capacidad para cortejar o relacionarse con mujeres por
ser sumamente inseguros, la impotencia parcial es usual. Algunos son
homosexuales ocultos.
Las relaciones pedofílicas pueden ser
desde tocamientos hasta la penetración vaginal o anal, en algunas ocasiones
excepcionales asesinan a sus víctimas para evitar el ser descubiertos. Esta
parafilia se caracteriza más que por la excitación sexual, por el uso y abuso
del poder.
Los pedófilos en general son adultos,
del sexo masculino, que obtienen satisfacciones sexuales mediante un contacto
físico y a menudo sexual con niños. A pesar que su actividad rara vez supone la
violencia, y la sociedad suele castigar más severamente a estos que a los
violadores, que sí recurren a la violencia física.
A menudo el pedófilo se conforma con
acariciar el cabello del niño, aunque también puede manipularle los órganos
genitales y sugerirle que manipule los suyos, y menos frecuentemente, intentar
una intromisión. Estas conductas pueden repetirse por semanas, meses o años si
no lo descubren otros adultos o las denuncias del propio niño.
Los paidófilos tienden a ser rígidamente
religiosos y moralistas. Algunos investigadores opinan que es típico que los
paidófilos conozcan personalmente a los niños que manosean, ya sea que suele
ser un vecino cercano, uno de sus tíos o abuelos. La mayoría de los paidófilos
heterosexuales de mayor edad son o han sido casados alguna vez en su vida.
Investigaciones del problema de la
gravedad de la perturbación de los paidófilos descubrieron que se repartían en
tres grupos de edad: a) adolescentes, b) de treinta y cinco a cuarenta años, y
c) de cincuenta y cinco a sesenta años; el grupo más numeroso es el segundo. Se
presume que dicho grupo había sufrido grandes desajustes mentales y sociales,
que incluye el alcoholismo, frecuentemente asociado con su conducta.
Se ha sugerido que el impulso de abordo
sexualmente a un niño refleja a veces un sentimiento de haber fracasado en la
vida adulta tanto social como sexualmente. Aunque un adulto predispuesto a la
paidofilia puede ocasionalmente ser seducido por las inocentes y desinhibidas
muestras de afecto de un niño; sin embargo el niño no infunde a su conducta las
implicaciones sexuales que el paidófilo percibe y a las cuales responde. Se
trata de un tipo de parafilia donde sólo se encuentra perturbado el objeto de
la tendencia sexual, donde es reemplazado por otro antinatural. Es la presencia
de fantasías o conductas que implican actividad sexual entre un adulto y un
niño.
La pedofilia puede ser física o no, y va
desde la exposición de los genitales y conversaciones sugestivas, hasta el uso
de material pornográfico, incesto y violación.
Se distinguen dos variantes en la
pedofilia: la sentimental homoerótica y la agresiva heterosexual.
Los sentimentales homoeróticos tienen
poco o ningún interés por las mujeres, toda su capacidad sexual se concentra en
los niños, concretándose bajo la forma de caricias que le provocan el orgasmo.
Los agresivos heterosexuales intentan
satisfacer sus impulsos con niñas, con métodos que van desde la seducción a la
violencia, terminando (muy pocas veces) en homicidio sádico-criminal.
Estudios recientes, citados por Bernard
Gallagher han observado dos tipos de abusadores masculinos: a) los impulsivos,
que en alguna ocasión abusan a un niño y b) los pedofílicos propiamente dichos,
cuya preferencia sexual son los niños. Éstos últimos suelen organizar muy bien
sus andanzas: eligen cuidadosamente a sus víctimas a los que “entrampan”; se
ubican en lugares adonde pueden tener fácil acceso a ellos (instituciones de
cuidado infantil, colegios, entrenamiento deportivo, etcétera).
Finkelhor (1988) ha señalado que el 17%
de los casos de los hechos acaecidos en lugares de cuidado de niños son
llevados a cabo por múltiples perpetradores. Para los pedofílicos es esencial
garantizarse el silencio de su víctima, a quien seleccionan y preparan al mismo
tiempo que neutralizan la capacidad del cuidador (si lo hubiera). Esto explica
cómo personalidades socialmente respetadas en una comunidad pueden actuar los
abusos sexuales durante años sin ser detectados.
En el mismo sentido se encuentran los
trabajos últimos de Robert Hazelwood y Janet Warren, en USA que describen dos
categorías principales de abusadores violentos: a) el impulsivo, que suele
actuar en forma reactiva a la situación en que se pueda hallar por lo que la
planificación de sus delitos es mínima o inexistente (al punto de no tomar
precauciones para ocultar su acción) y que suele tener una historia criminal de
diversa índole de delitos, entre ellos de violencia física, siendo sus
intereses sexuales más bien generales, y b) el ritualístico, que se diferencia
del primero por tener una historia de parafilias (desviaciones en la conducta
sexual) diversas, una planificación cuidadosa de los escenarios adonde pueda
llevar a cabo su compleja e intensa vida de fantasía y recursos muy desarrollados
para proteger su identidad de abusador.
Estos autores recomiendan el cuidadoso
estudio de los distintos parámetros que caracterizan a estos dos tipos de
individuos: sus patrones de selección de sus víctimas, sus patrones de conducta
previas al delito, el tipo más probable de conducta ofensiva, los tipos de
escenarios preferidos y los motivos subyacentes a la particular elección que
hacen de sus víctimas.
También se ha observado que el tipo de
abusador sexual ritualístico suele tener más de una conducta sexual desviada
(parafilias), entre las que se suelen encontrar voyeurismo, fetichismo y una
larga serie de actividades e intereses de tipo sádico y masoquista.
La personalidad del agresor de mediana o
mayor edad es de un individuo solitario y con dificultad para establecer
relaciones heterosexuales normales, suele tener baja autoestima, con pocos
recursos para enfrentar situaciones de estrés.
Se observa también pedófilos que no
presenta trastorno psicopatológico. Sin embargo, se ha visto que dos tercios de
los reclusos pedofílicos maduros llevaron a cabo esta conducta en momentos que
sufrían de situaciones estresantes.
No siempre sucede, pero las personas que
fueron sexualmente abusadas en su niñez, tienen la posibilidad de convertirse
en pedófilas en la adultez. No se trata de venganza, sino que sucede a nivel
inconsciente e incluso puede relacionarse a veces con el abuso de drogas.
En general, las instituciones, y aun las
familias, tratan de ocultar el problema. “Incluso hay madres que protegen al
esposo abusador de los hijos”.
Entre los serios trastornos que puede
dejar en las víctimas el abuso sexual infantil figuran: episodios de depresión
aguda, conducta suicida u homicida, desórdenes adictivos, agudo sentido de
culpabilidad, baja autoestima, severos episodios disociativos, conversión del
abusado en abusador, negación a recibir terapia.
Tratar las parafilias es un reto para la
psicoterapia, la psiquiatría, la criminología y otras disciplinas, la finalidad
es que el paciente abandone la parafilia que hace daño a terceras personas como
lo son la paidofilia, exhibicionismo, froterismo, voyeurismo, etcétera.
Muchos pacientes pueden ser ayudados a
vivir más satisfactoriamente que como se encuentran, alcanzando un mejor
control consciente y auto disciplinado por medio de asesoramiento y de
psicoterapia.
En algunos casos de pedofilia el
tratamiento mas beneficioso es la técnica de la desensibilización encubierta,
en la que se asocian los factores estimulantes para el sujeto con situaciones
aversivas que resultarían de la expresión de sus impulsos; al avanzar el tratamiento
se entrena a los pacientes para que imaginen la atracción por mujeres adultas.
Frecuentemente se observa una disminución de la atracción hacia las niñas y una
disminución aún mayor en la ansiedad producida por las mujeres.
Medicamentos como antisicóticos,
antidepresivos o anti-androgénicos han dado buenos resultados en algunos
pacientes. En la mayoría de los abusadores violentos y agresivos el aislamiento
social (cárcel) es lo único que evita se siga dañando a terceras personas.
Las parafilias que no hacen daño a
terceras personas en donde ambas partes de la pareja lo disfrutan y están de
acuerdo en llevarlas a cabo no necesitan tratamiento alguno.
En síntesis: la mayoría los pedófilos
son hombres, menos agresivos que los violadores de adultos; muchos de ellos son
alcohólicos o consumidores de drogas o psicóticos de mente torpe o asociales, y
su edad fluctúa entre los 30 y 40 años. En general, son individuos débiles,
inmaduros, solitarios y llenos de culpa.
Consideraciones para la prevención del
abuso sexual de menores
En un documento de trabajo muy
interesante, elaborado por “Guías y Scouts de Chile” titulado “Abusos sexuales:
cómo proteger a los niños de ésta pesadilla”, se señalan como algunos ejes de
trabajo para la prevención de la pedofilia lo siguiente:
a) Trabajar para que el niño reconozca
aquellas situaciones que lo pueden llevar a ser víctima de un abuso sexual
b) Trabajar para que el niño sea capaz
de contarle a un adulto cuando ha vivido una situación de éste tipo, y que
pueda confiar en que se tomarán las medidas para preservarlo
c)Trabajar para que el niño reconozca
que tiene derecho a defenderse frente al agresor.
En el mismo documento, señalan que en el
caso que el adulto elegido para confiarle dicha situación sea su padre, sería
esperable que intente reaccionar a la situación de la siguiente manera:
a) Reaccionar con calma, dejando que el
niño cuente sin presionarlo,
tratándose de que se sienta cómodo y
comprendido.
b) No criticarlo ni decirle que no ha
entendido la situación.
c) Respetar la privacidad del niño,
llevándolo a un lugar donde puedan hablar tranquilamente.
d) No culpabilizarlo de lo ocurrido,
asegurándole que se lo va a ayudar en ésta situación.
e) Motivar al niño para que lo pueda
contar a las autoridades.
f) Consultar con un especialista en el
tema.
¿Cómo un padre o madre puede prevenir un
abuso sexual?
a) Inculcando a los niños que si alguien
trata de tocarles el cuerpo y de hacerle cosas que lo hagan sentir “raro”
decirle no a la persona y decirle en seguida al padre o a la madre.
b) Enseñándole a los niños que el
respeto a los mayores no quiere decir que debe obedecer ciegamente los adultos
ya las figuras de autoridad, por ejemplo no les diga haz todo lo que te digan
los mayores.
c)No forzando a los niños a besar,
abrazar, o sentarse en la falda de un adulto, si no quiere hacerlo, esto les
permite retener el control y les demuestra que tiene el derecho a decir que no.
d) Saber siempre en donde y con quien
esta su hijo.
e) Ordenando a sus hijos no acercarse a
extraños, que suelen frecuentar los lugares de recreo, los baños públicos y las
escuelas.
f) Este alerta a cambios de conducta que
manifieste su niño que le de indicios que ha sido victima de abuso sexual,
tales como repentina incomunicatividad, no participación en actividades negarse
a ir a la escuela, hostilidad inexplicable hacia la niñera o pariente favorito,
y/o incremento de ansiedad.
g) Estimular los programas
profesionales, para la prevención al abuso sexual de menores.
¿Cómo actuar ante un abuso sexual?
a) Fomentar la expresión de sus
emociones, hacerle hablar y que expulse todos sus sentimientos de rabia, de
agresividad, confusión entre otros a fines.
b) Rodearle de protección. La mayor
parte de los niños manifiesta un gran temor y miedo a ser de nuevo objeto de
abusos. Necesitara tiempo para superarlo una ayuda y protección muy cercanas.
Es aconsejable que si el adulto que a abusado vive en la misma casa, se separe
el menor.
c) Que el niño se sienta siempre
acompañado y nunca desplazado.
d) Reducir los sentimientos de culpa en
el niño. Si el niño ha participado en actividad sexual, se debe hacer entender
al niño que él no es culpable, que él/ella no es un niño/a malo/a aunque si es
verdad que el niño/a debe saber que tales conductas son inapropiadas.
e) Haga que su niño entienda que en
usted puede confiar y que usted le dará su apoyo.
f) Buscar ayuda profesional generalmente
tanto los padres como el niño/a suelen necesitar ayuda externa de un psicólogo
o psiquiatra para aclarar y superar el incidente.
Se debe informar que el momento en que
se presenta una relación de abuso, es cuando la victima pueda tolerar esta
situación aunque en el fondo este en desacuerdo con ella. Algunas veces se
presenta un consentimiento obligado el cual el abusador se siente justificado a
cometer el abuso se crea entonces una especie de lealtad, y secretismos (la
cual ha sido bajo coerción y aún cuando la viva con mucho dolor) importante
entre el abusador y el abusado, donde el niño se ve de una personalidad
predisponente que provocaron en su momento un placer sexual que condicionó la
reiteración de experiencias la traumatización del desarrollo sexual esperado
como habitual. El parafílico intenta sobreponerse a la tragedia del psicotrau.
Por lo general el abusador no comete el
acto de forma inmediata si no que primero se gana la confianza, establece
acuerdos en la relación, poco a poco va haciendo la propuesta disfrazándola de
forma positiva y justifican sus acciones tienden a tener una relación cordial,
protectora que le lleven a garantizar que el niño acepte su propuesta, cuando
lo ha logrado esto se tiende a mantener por los chantajes previamente mencionados.
Recordar que este tipo de personas no
presenta una personalidad delictiva están perfectamente integrados a la
sociedad pueden tener reconocimiento personal, familiar y social. La mayoría de
las veces los abusadores son personas conocidas de la familia.
A pesar de que en los abusos sexuales
pueden estar involucrados los genitales no siempre se halla el componente
sexual explícito, el juego de la seducción es el mas común. En el caso de la
violación no existe un consentimiento de ambas partes, en este acto no existe
un juego compartido.
El abusador utiliza su poder para
dominar al niño encontrándose por ende en mayor ventaja. El niño es sólo visto
como un objeto de placer y si en esta situación no se dan las condiciones para
tener sexo “hacer el amor”, seduce para requerir la aprobación del menor (libre
de coacciones),a la hora del encuentro.
La gravedad de las consecuencias en el
niño o el adolescente de una situación de abuso dependen de: a) el tipo de
agresión, b) las capacidades de superación personal, c) las reacciones del
medio familiar y social.
Entre los efectos que presentan los
niños abusados son probablemente daños en el desarrollo sexual, emocional,
cognitivo y físico. Se enumeran: a) Perdida de confianza, b) Sentimiento de
indefensión, c) Ansiedad generalizada, d) Estados depresivos, e) Disminución de
la respuesta emocional; f) dureza, o frialdad, g) Respuestas fóbicas y de miedo
a estímulos asociados, h) Inhibición intelectual - fracaso escolar, i)
Confusión y/o alteración del auto concepto, j) Confusión de los valores
sociales, k) Ideas de auto culpabilización, l) Indefensión, m) Ausencia del
colegio, n) Abandono del hogar, ñ) Conducta inapropiada para su edad, o)
Comportamientos agresivos, p)Problemas de relación : aislamiento y hostilidad,
q) Delincuencia.
Otros de los síntomas consecutivos que
pueden observarse son: a) Conocimiento sexual precoz e inapropiado conductas
sexuales precoces o desadaptadas (promiscuidad o prostitución) problemas de
identidad sexual, b) Hiperactividad, c) Cambios de humor, d) Ideas de suicidio,
e) Perdida de apetito, f) Cambios de habito de sueño y comida, g) Cambios de
habito de sueño y comida, h) Síndrome de acomodación del menor. El niño se ha
adaptado al abuso en base a una auto implicación de la realidad, i) Ideas y
pensamientos angustiantes pues no hay niño preparado psicológicamente para
hacerle frente al estímulo sexual, j) Enuresis, k) Enfermedades venéreas, l)
Quejas de dolor e irritación en la zona genital.
Los profesionales, médicos, psiquiatras,
psicólogos, trabajadores sociales, educadores, etcétera, que estén en contacto
con los niños, deben conocer la naturaleza e importancia de este problema,
explicarlo a los niños e intervenir adecuadamente si esto se produce y actuar
teniendo en consideración: a) el desculpabilizar a los niños, b) no magnificar
la situación, c) evitar en lo que esta a su alcance que no se vuelva a producir
la situación, d) apoyar psicológicamente al niño, d) Incentivar programas
educativos para hacer a los niños más capaces de autoprotegerse.
Algunas reflexiones médico legales
Las características de los pedófilos que
realizan abusos sexuales de menores se han estudiado en una serie de
investigaciones que hasta el momento no han presentado suficientes evidencias
de carácter específico. No existe el perfil inequívoco del pedófilo.
Se postulan diversas hipótesis:
1) Antecedentes de haber crecido en un
ambiente hostil. El hecho de haber crecido en un ambiente infantil no
protector, de abandono o maltrato físico para algunos autores (Ifilner, 1990)
parece ser una característica en algunos abusadores sexuales pedófilos.
2) Trastornos de la personalidad. Para
otros autores (Finkelhor,1984) los abusadores sexuales necesariamente debían
presentar alguna patología psíquica, como la inestabilidad, la inmadurez, la
baja autoestima, etcétera, que tratan de superar a través de la agresión
sexual.
3) Conflictos de pareja. Otros autores
(Crivillé,1986,1987) ponen el énfasis en la presencia de problemas maritales,
el alejamiento sexual de la pareja y la violencia familiar, es decir, se ha
trabajado en la hipótesis de una confusión e inversión de roles entre los diferentes
miembros de la familia como génesis de la abusividad sexual.
4) Factores externos sobre una
personalidad predispuesta. Se argumentado (Millner,1990) que los abusadores
sexuales son personalidades introvertidas, solitarias, y con falta de apoyo
social, sobre los que se suele instalar factores externos desencadenantes como
el alcoholismo o la adicción a drogas (Famularo,1992).
Un modelo teórico muy aceptado es el
presentado por Finkelhor, 1986, que trata de organizar los datos existentes de
manera de forma que pueda darse respuesta a cuatro preguntas:
1. ¿por qué una persona encuentra
congruente y gratificante emocionalmente la relación con un niño?
2. ¿por qué una persona es capaz de ser
activada sexualmente por un niño?
3.¿por qué una persona bloquea sus
esfuerzos para obtener gratificación sexual y emocional de fuentes más
aprobadas socialmente?
4. ¿por qué una persona no es disuadida
por las inhibiciones sociales existentes contrarias a la relación sexual con
niños?
Las tres primeras preguntas tratan de
explicar por qué ciertas personas sienten interés sexual por los niños y la
cuarta intenta explicar por qué tal interés se traduce en una conducta de abuso
sexual.
Por lo tanto, para que se produzca abuso
sexual deben darse cuatro factores de manera simultánea o sucesiva: a)
Congruencia emocional, b) Activación sexual por un niño, c) Bloqueo de las
relaciones sexuales normales, d) Desinhibición comportamental.
La congruencia emocional puede ser
explicado por la existencia de una importante inmadurez en los abusadores
sexuales que los hace experimentarse a sí mismo como niños, tener necesidades
emocionales infantiles, por lo tanto, deseo de relacionarse con niño. También
se puede argumentar la baja autoestima y el sentido de ineficacia personal como
factores generadores de la búsqueda de relaciones que les proporcionen
sentimientos de poder, omnipotencia y control.
La activación sexual con niños se ha
separado de la congruencia emocional al suponer que no se trata de cuestiones
necesariamente relacionadas. Se supone que puede haber necesidades de relación
emocional como las presentadas, pero que sean satisfechas de manera no sexual.
Para que se produzca el abuso sexual infantil es preciso que la congruencia
emocional se añada a un cierto nivel de activación sexual con niños. Otra cuestión
debatida es que quizá la mayoría de los varones puede encontrar atrayente sexualmente
el cuerpo de un niño o niña a partir de cierta edad. Las posibles causas de
esta mayor activación sexual se basan en las teorías del aprendizaje social y,
entre ellas, adquiere especial importancia la experiencia de haber sido víctima
de abusos sexuales en la infancia. Se han sugerido varios caminos a través de
los cuales se produce este proceso de reproducción de las relaciones sexuales
con niños, pero entre ellos se destaca el basado en el condicionamiento clásico
y en el aprendizaje por imitación de un modelo que encuentra atrayente
sexualmente a los niños. También se ha argumentado que en algunos abusadores
sexuales se puede producir un cierto error atribucional al asignar contenido
sexual (en condiciones de deprivación) a cualquier tipo de activación emocional
interpersonal, en este caso con los niños, hijos propios o no.
(Finkelhor,1986).
El tercer factor es el bloqueo de las
capacidades o posibilidades para satisfacer las necesidades sexuales con
adultos. Los sentimientos de inutilidad personal, la conocida inadecuación
interpersonal de muchos abusadores sexuales y un distanciamiento sexual en sus
relaciones de pareja, estarían en la base de este tipo de bloqueo.
La desinhibición comportamental sería
una condición necesaria para que tales tendencias o impulsos justificados por
los tres factores anteriores se traduzcan de manera estable o esporádicamente
en actos de abuso sexual infantil. Tal como lo plantea Kinkelhor, deben
superarse tres barreras: los inhibidores internos, los inhibidores externos y
la resistencia o no aceptación de la víctima. Entre los factores que permiten
la desinhibición interna se deben citar las adicciones a determinados tóxicos
(alcohol, cocaína), la senilidad, el retraso mental, etcétera. La superación de
los inhibidores externos se produce de manera más fácil si no se encuentra
presente (física o psíquicamente) ninguna persona (por ejemplo: la madre) que
pueda cuidar de la víctima. Si se trata de un padre no biológico de la víctima,
la mayor permanencia del abusador y la víctima solos, etcétera.
Por último, es preciso que el abusador
supere la resistencia de la víctima a través de la seducción o la amenaza o la
agresión. En este sentido, un niño desprovisto y, por tanto, necesitado de
apoyo, cariño y compañía estará en una situación de mayor riesgo para ser
víctima de abuso sexual.
Un niño sin ningún tipo de información
sexual puede ser mas fácilmente víctima de los engaños y la seducción de un
abusador sexual. Para que se dé el abuso sexual sería necesario que un sujeto
experimente una cierta activación fisiológica, es decir, serían factores
individuales y explicables a partir de las características psicológicas del
sujeto o de su historia personal. Sin embargo, los factores que contribuyen a
la aparición del abuso sexual provienen del tipo de familia en que vive el
sujeto, de aspectos culturales, de la situación general de vida del sujeto,
etcétera.
Es necesaria la presencia de los dos
prerrequisitos para que se produzca el abuso sexual, sin embargo, la existencia
de problemas en la relación de pareja, el alcoholismo, el desempleo o el
aislamiento social no serían suficientes. Únicamente serían factores que contribuyen
al abuso sexual en aquellos sujetos que presentan los factores considerados como
prerrequisitos.
De todas maneras el modelo presentado
hace hincapié en abusadores fundamentalmente masculinos (95%). Sólo se ha
observado un 5% de abusadoras femeninas, casi siempre a través de mecanismos
como la predisposición intergeneracional, la relación maestra- amante alumno o
la mujer coercionada por un varón (por miedo al abandono).
Los peritos especializados en menores
deben tener los siguientes indicadores psicológicos inespecíficos de abuso
sexual en los niños:
1. Miedo aparentemente injustificado
hacia las personas adultas, sobre todo hombres.
2. Desconfianza hacia el adulto en sus
promesas y actitudes positivas.
3. Tendencia a la soledad y al
aislamiento.
4. Reacciones de agresión verbal o
física desmesurada desde edades precoces.
5. Inquietud desmedida de llanto en
general.
6. Dificultad de aprendizaje y
concentración en la escuela.
7. Juegos sexuados explícitos y
conversaciones permanentes sobre temas sexuales. Comprensión de la sexual
superior a lo esperado a su maduración.
8. Malas relaciones con sus pares y
dificultades para entablar amistades.
9. Trastornos del sueño.
10. Depresión clínica con retracción e
ideación suicida.
11. Desconfianza en las figuras
significativas.
12. Comportamiento sobre adaptado.
13. Actitudes de sometimiento.
14. Indicio de actividades sexuales.
Finkelhor establece un Modelo Dinámico
de la génesis del trauma de abuso sexual infantil que puede ser entendido desde
cuatro componentes: a) Sexuación traumática, b) Pérdida de confianza
relacional, c) Estigmatización, d) Sentido de pérdida o falta de poder.
Esta dinámica supone una alteración del
funcionamiento emocional y cognitivo que puede llegar a distorsionar la visión
de sí mismo, las relaciones, y el mundo en general.
La sexuación traumática se produce por
la intrusión de intereses y conductas sexuales de un adulto en el desarrollo
sexual normal de un niño. Estas conductas son inapropiadas para un niño y, al
ser recompensadas con frecuencia por los adultos pueden aprender a usarlas como
estrategia para obtener beneficios o relacionarse con los demás, adquieren
aprendizajes deformados de la importancia y significados de determinadas
conductas sexuales, así como concepciones erróneas sobre la sexualidad y ética
sexual. Por último, la sexualidad del niño puede quedar traumatizada o
gravemente afectada de numerosas formas.
Los abusos sexuales conllevan una
pérdida de confianza en la relación con el agresor. Este puede ser
especialmente conflictiva cuando existen relaciones familiares entre el agresor
y la víctima. La víctima puede ser manipulada, herida, amenazada, etcétera, precisamente
por quien era objeto de confianza. Esta ruptura de confianza en las relaciones
se puede extender a toda la familia por no haber logrado librar a la víctima de
estas experiencias, y extenderse también a todas las personas del sexo del
agresor.
La estigmatización es sentida como
culpa, vergüenza, envilecimiento, pérdida de valor, sentimientos que solo a
él/ella le ocurren lo peor, etcétera. La víctima se puede considerar marcada
para el resto de la vida por las experiencias más traumatizantes y considerarse
distinta, desgraciada, marginada, etcétera.
Las víctimas, por último, pueden llegar
a creer y sentir que lo que les sucede está fuera de su control, que no saben
reaccionar ante las situaciones, en definitiva, que tienen poco poder sobre sí
mismos y sobre cuando les sucede. En este mismo sentido se pueden volver
temerosos de lo que puede ocurrirles en el futuro, tomar actitudes pasivas y
poco asertivas, ser retraídos socialmente, etcétera.
De esta forma, los abusos sexuales
conllevarían, en aquellos casos que acaban produciendo afectos significativos,
una socialización sexual traumática, una pérdida de confianza relacional y una
auto consideración negativa.
Se describen además diversos afectos a largo
plazo del abuso sexual infantil (aquellos que se manifiestan aproximadamente
dos años después del abuso).
Dichos afectos son comparativamente
menos frecuentes y claros que las secuelas iniciales. También son más difíciles
de estudiar por la interacción con otra serie de factores.
Los efectos a largo plazo descriptos en
numerosos estudios retrospectivos, relacionados con haber sufrido abuso sexual
son: a) Sentimientos de aislamiento, marginalidad, baja autoestima, y de
estigmatización, b) Depresión, ansiedad y trastornos neurovegetativos, c)
Ideación suicida y conductas autodestructivas, d) Agresividad sexual, e)
Fracaso escolar, f) Dificultad para establecer vínculos y mantenerlos, g)
Participación sexual pasiva, automatizada y ausente (prestan el cuerpo).
Otra consecuencia que puede acontecer
secundariamente a un menor abusado sexualmente son los trastornos por estrés
postraumático.
Esta patología, aceptada como un
diagnóstico válido recién en la década pasada, es uno de los pocos trastornos
psiquiátricos que ha sido definido sobre la base de su etiología, y no
simplemente a los síntomas fenomenológicamente considerados. El rasgo esencial
del trastorno según la definición del Manual de diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales 4º edición de la APA (DSM IV APA), es la aparición de
síntomas característicos que sigue a la exposición de un acontecimiento
estresante y extremadamente traumático.
El cuadro sintomático característico
secundario a la exposición al trauma debe incluir la presencia de
reexperimentación persistente del acontecimiento traumático, evitación persistente
de los estímulos relacionados a él, embotamiento de la capacidad de respuesta,
y síntomas persistentes de activación.
El acontecimiento traumático puede ser
reexperimentado de varias maneras. Habitualmente aparece bajo la forma de un
recuerdo recurrente e intrusivos, o pesadillas recurrentes donde el
acontecimiento vuelve a suceder, o estados disociativos que duran de pocos
segundos a varias horas durante las cuales se reviven aspectos del suceso y la
persona se comporta como si en ese momento se encontrara en él.
Cuando el individuo se expone a
estímulos desencadenantes que recuerdan o simbolizan un aspecto del
acontecimiento traumático, suele experimentarse un malestar psicológico
intenso, o respuestas de tipo fisiológico.
En los niños con pesadillas
perturbadoras sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al cabo de
varias semanas en pesadillas generalizadas, donde pueden aparecer monstruos,
rescates espectaculares, o amenazas sobre ellos mismos o los demás. Los niños
no suelen tener la sensación de revivir el pasado, de hecho es más común que la
reexperimentación del trauma pueda evidenciarse en juegos de carácter
repetitivo.
Hay tres aspectos “persistente”
“recurrente” y “perturbador” así como la presencia de parálisis e hiperactividad
después del trauma que se debe considerar en el TPET.
Debemos recordar también que durante
mucho tiempo en las pericias de menores abusados se tuvo en cuenta el análisis
de la realidad de las declaraciones de Udo Undeuscht, 1967, cuyos indicadores
son los siguientes: a) Relato consistente en el tiempo (confrontación del
relato en varias entrevistas, b) Conocimientos sexuales inapropiados para la
edad, c) Descripción detallada acerca de personas lugares y tiempos, d) Relato
de circunstancias típicas y características de abuso sexual, e) Relato de
presión o coacción del agresor, f) Estructuración lógica del relato, g) Afecto
congruente con el hecho relatado (vergüenza retracción culpa, etcétera).
Experiencia en el Cuerpo Médico Forense
En el Cuerpo Médico Forense de la
Justicia Nacional Argentina se ha investigado casos de agresores sexuales en el
lapso de 1990-99 a propósito de la tarea pericial que se nos ha encomendado
como médico forense.
De las pericias realizadas en el Cuerpo
Médico Forense en conjunto con el Dr. Lorenzo García Samartino y la Lic. Marta
Gaziglia y que contó con la inestimable colaboración del Departamento de
Investigación del Cuerpo en las personas de la Dra. Graciela Eleta y el Lic.
Carlos Gatti. En dicha investigación se tomaron en cuenta de todas las pericias
que llegaron al Cuerpo Médico Forense, aquellas que en ese lapso, hubimos
intervenido los mencionados peritos.
Teniendo en cuenta las conclusiones de
dicha investigación se han rescatado a los fines de este trabajo la observación
particular de las víctimas menores de edad, para poder hacer algunas
consideraciones a propósito del tema del abuso sexual infantil.
Del total de 160 pericias realizadas en
ese lapso, la composición de la muestra comprendía 106 imputados, 39 víctimas y
15 involucrados con el delito sexual investigado.
El estudio de la personalidad del
delincuente fue el centro de nuestra investigación, por lo tanto el análisis de
la conducta delictiva se hizo en función de la personalidad total del individuo
y su inseparable contexto social.
El individuo realiza continuas
tentativas de adaptación al mundo en que se desarrolla y vive; el investigador
debe descubrir el valor y la significación que ese mundo adquiere para él. La
significación y la intencionalidad de la conducta constituyen un todo
organizado (portador de un sentido) que se dirige a un fin.
Teniendo en cuenta la investigación
mencionada, podemos hacer ahora algunas reflexiones sobre los imputados de
delitos sexuales con relación a las víctimas de abuso sexual infantil.
De las peritaciones de imputados(106
casos) estaban involucrados con víctimas mayores 35 casos y con menores 71 (ver
fig 1).
De las víctimas investigadas se pudo
observar que sobre un total de 39 casos, 26 de ellas, eran menores de edad, y
el resto 13 mayores como se puede ver en la fig 2.
De los 26 casos en que las víctimas
fueron menores se pudo observar que 15 de ellas los imputados eran personas de
su grupo familiar (imputados intrafamiliares), mientras que 11 correspondían a
imputados extrafamiliares. Ver fig 3.
Como se puede observar llama la atención
que las denuncias de delitos sexuales en el ámbito extrafamiliar se mantengan
en una misma proporción a través del tiempo mientras que las que involucran a
un miembro de la familia haya tenido una mayor prevalencia entre los años 1994
y 1996. Quizás este hecho se atribuya a la ley de violencia familiar que fue
legislada por esos tiempos.
En cuanto a que miembro intrafamiliar
fue el más denunciado se muestra significativamente que el padre fue
ampliamente el más imputado, seguido por el padrastro (ver Fig. 4).
Es notorio también que el tipo de delito
sexual que se le imputa al miembro intrafamiliar es significativamente
predominante el abuso deshonesto sobre el de violación a diferencia de los
imputados extrafamiliares en que predomina la violación.
A propósito de los delitos sexuales
intrafamiliares haremos una breve descripción de la familia incestuosa.
Estudios recientes sobre abuso sexual
infantil se han estudiado muy cuidadosamente la psicodinámica de las familias
en las que se lleva a cabo el incesto. Si bien el porcentaje de familias de
clase media es más alta que lo que se pensaba, la incidencia mayor se encuentra
entre las familias de bajos recursos y que viven en zonas aisladas como lo son
algunas rurales.
De todos los tipos de incesto, el más
frecuente es el de padre/padrastro-hija. El padre/padrastro suele tener un
pasado de privación afectiva o de rechazo de su madre y de abandono por el
padre. Presentan trastornos psicológicos que van de medianos a francamente
psicóticos, siendo los diagnósticos más comunes los de pedofilia, personalidad
dependiente, y desorden paranoide de la personalidad y patológicamente
obsesionados con el sexo. La ingestión excesiva de alcohol es frecuentemente
encontrada (en algunos estudios, el 25% de los encarcelados por este delito
eran alcohólicos; en otros, las cifras arrojan 48,9% y hasta 80%, las
diferencias dependiendo generalmente de las diferentes definiciones de
alcoholismo. De cualquier modo, la presencia del exceso de alcohol también debe
ser un factor a ponderar).
La hija más vulnerable suele ser la
mayor, en especial si está ocupando el rol de su madre y si como ésta, es
pasiva y dependiente. La madre suele también ser una persona que ha sufrido
privaciones afectivas en su infancia que la han llevado a no poder expresar
afecto hacia el marido y los niños. (a veces ha sido sexualmente abusada y
sufre de anorgasmia y se muestra hostil con su marido).
Ha sido frecuentemente descripta como
dependiente, infantil, masoquista y patológicamente ligada a su propia madre
rechazante, con una falla muy importante en su capacidad de cuidado y en poder
actuar para frenar el abuso.
En el abuso padre/padrastro-hijo,
muchísimo menos frecuente que el anterior, suele encontrarse a un padre con
fuertes problemas con su propia madre que lo ha rechazado en la infancia.
Suelen sentir rechazo hacia la mujer y tener impulsos homosexuales, muchas
veces vividos dentro de la familia de origen con hermanos, primos o tíos,
inclusive el propio padre. El consumo de alcohol está a menudo presente en los
episodios de incesto. El hijo puede haber tenido experiencias homosexuales
simultáneas o posteriores a los abusos paternos. La madre suele estar asociada
al incesto “no dándose cuenta” de lo que sucede; es más poderosa de lo que
muestra y tiene actitudes “castradoras” y “manejadoras” con los hombres,
tomando una acción protectora sólo después de que el incesto ha sido conocido
en la comunidad.
El incesto hermano-hermana, es para
algunos la forma más frecuente de actividad incestuosa, siendo la hermana menor
en una familia de varios varones la que tiene mayor riesgo. Otros tipos de
incesto, tales como el madre-hija y madre-hijo son menos frecuentes en ese
orden.
En resumidas cuentas, las familias donde
se produce el incesto son sistemas disfuncionales donde los roles y las
fronteras están confusos.
Las biografías de los involucrados, el
sistema familiar y el estudio por parte de asistentes sociales del medio
familiar extenso y el laboral y social en que éstos se desempeñan, amén de los
testimonios de amigos, parientes y compañeros de trabajo, cobran una vital
importancia en el momento de la ponderación de la coherencia de los relatos
infantiles colectados y la probabilidad de que éstos tengan congruencia en su
conjunto y que no estén influidos por adultos.
Reflexiones sobre la observación de falsas
denuncias
La pregunta que se impone es: “¿Cómo distinguir
cuándo son verdaderas o falsas las declaraciones de niños en casos de alegado
abuso sexual?”.
1. Es indudable que se han observado
casos de denuncias de abuso sexual que luego se ha comprobado que no ha
sucedido, sobre todo cuando el imputado es una persona intrafamiliar.
Como dice Eduardo Padilla el aumento de
falsas alegaciones se atribuye a que el abuso sexual era antes un secreto del
cual la sociedad no hablaba; en los últimos tiempos, se ha hecho “popular” como
tema en los medios masivos de comunicación por lo tanto, la mejor manera de
descalificar moralmente a alguien y sacarlo del medio en disputas por tenencia,
visitas y alimentos y venganzas diversas es la acusación de abuso sexual como
antes lo hubiera sido el adulterio, consumo de drogas u homosexualidad: hoy
estos motivos conmueven poco.
Estudios internacionales realizados ya
por Elterman y Ehrenberg (1991) al respecto: el número de falsas alegaciones de
abuso sexual ha sufrido una escalada impensable hasta hace poco. En el CMF se
observado un aumento de denuncias después de implementarse la ley de violencia
familiar.
Elwell y Ephross (1987) y Pine (1987),
han escrito sobre los potencialmente devastadores efectos que sobre la vida de
los niños pueden tener las alegaciones falsas de abuso sexual, aun cuando luego
se pueda aclarar debidamente la situación, ya que el vínculo con el progenitor
acusado puede quedar irremediablemente dañado por el sufrimiento vivido. En
definitiva, el sistema de protección del niño puede estar en grave riesgo.
De manera tal que los instigadores como
Brooks y Milchman (1991), recomiendan preguntarse: a) si el niño fue abusado
como se está diciendo; b) si fue abusado pero no por el que se alega lo hizo,
c) si alguno de los padres está mal interpretando equivocadamente los usos y
prácticas normales que se llevan a cabo como parte del cuidado e higiene de un
niño, d) si alguno de los adultos puede querer obtener la tenencia completa.
Entonces, ¡no tiene ningún valor el
testimonio de los niños!. Por supuesto esto último no es así, la actitud
inicial frente al relato infantil debe seguir siendo la de creerlo.
Frente a este dilema es forzoso
distinguir - antes que nada - la actividad que corresponde a los tribunales de
justicia de la que debe ser la actividad del terapeuta como tal. En los países
experimentados en el tema, todo material recogido en el ámbito terapéutico no
es tomado como prueba en los procesos.
En esta tesitura, si las
entrevistas de propósito diagnóstico han tomado el giro de “terapéuticas”, tal el
caso de los entrevistadores que ven al niño diez o veinte veces, empeñados en
que éste vaya develando el abuso, el material así resultante es inmediatamente
desechado por la sencilla razón de que no tiene valor probatorio alguno.
2. Otro factor a tener en cuenta es el
de la memoria infantil. La memoria humana es constructiva y selectiva, esto es,
no existe un registro como el obtenido por un grabador o una video cámara. Esta
memoria, llena de los baches más diversos, puede variar y ser “rellenada” por la
influencia de factores diversos, y todos sabemos lo difícil que nos resulta reconstruir
un hecho del que hemos sido testigos y de la multiplicidad de relatos distintos
que en estas situaciones se pueden recabar.
En los niños, en particular los
más pequeños, la memoria funciona en cierto sentido en forma similar a la de
los ancianos: los hechos se borran con mucha facilidad y si se insiste desde
una posición de poder e influencia, es muchas veces posible rellenar el hueco
con otros “sucesos” que se quieran instalar como reales (co-construcciones)
Es cierto también que los niños pueden -
y de hecho lo hacen - mentir con diversos propósitos, por ejemplo para evitar
una reprimenda o para parecer más importantes o para guardar un secreto en un
juego. También está comprobado que los niños menores de siete son incapaces de
inventar una historia con el propósito deliberado de perjudicar a un tercero.
De esta manera, cualquier historia no
verdadera de abuso sexual, no ha sido inventada por el niño pequeño ni es el
resultado de una mentira propia: ha sido instalada, por diversos motivos en la
mente infantil por uno o más adultos, y no es infrecuente que en esto se hayan
prestado sin quererlo a conciencia, los profesionales llamados a intervenir,
especialmente si se encontraban dispuestos a comprobar a toda costa que el
abuso existió y si se han abanderado en una “campaña” a favor de una de las
partes.
Una vez instaladas como memorias
ciertas, hechos que no sucedieron, el niño los sostendrá como tales.
Inversamente y con similares procedimientos, en algunos casos se puede lograr
que hechos sucedidos sean borrados, y el niño sostendrá que no ocurrieron. Este
es un concepto absolutamente fundamental a tener presente. Si para colmo a ese
niño se lo ha convencido de que está defendiendo una causa justa, que su rol es
protagónico, que de sus declaraciones depende que el “malvado” sea encarcelado
y que así cese el peligro de la venganza que éste se tomaría contra él y la
madre en caso de quedar libre, no es raro que veamos a un pequeño “cruzado” que
llevará ante quien lo quiera ver el estandarte de la perversión del adulto en
cuestión, heroica y absolutamente convencido de estar salvando a todos al
proclamar “la verdad”.
Este sostener convencido del niño en el
cual se ha co-construido una historia no verídica es de tal naturaleza que hace
imposible que aún los profesionales mejor entrenados en el tema puedan
discernir si los hechos realmente sucedieron o no, como lo reconoció la experta
británica, Dra. Danya Glaser con toda honestidad. Ella advierte cuando se ha
discutido sobre este punto, sobre todo cuando se habla que “el tono emocional
no se dicta”, tonalidad que serviría para discernir si la historia es verdadera
o inducida. La “música emocional” que escucharemos en los casos en que ha
habido una co-construcción será la coherente con la convicción del niño de que
ha sido efectivamente objeto de actos malvados por parte del adulto imputado.
Bentovim ha alertado con respecto a una
de las pocas señales que pueden ser útil en lo que al relato infantil se
refiere a cuando los niños son preguntados sobre situaciones bien concretas,
tales como la erección peniana, si los hechos invocados, tales como penetraciones,
no han sucedido, este tipo de información es eludida o resulta desconocida para
el niño.
3. Existen seis veces más acusaciones de
abuso sexual en familias en las que hay disputas de divorcio, tenencia y
visitas, que en las familias en que esto no está sucediendo.
Luego: ¿el niño habló primero sobre el
tema con un tercero (maestra, amigo, pariente) antes que con la madre, por
caso? La mayoría de los casos falsos provienen de madres que hablan de lo que
el hijo les “habría” hablado, como lo han consignado, entre otros, Benedek y
Schetky, 1985; Jones, 1985 y Bentovim, 1977.
Si una persona adulta y con influencia
sobre un niño lo induce a tomar como ciertos hechos que no acontecieron, una
vez que se forma una construcción de este tipo en su mente, ese niño actuará y
hablará con la mayor convicción de que está en lo cierto. Más aún será así, si
dichos relatos son repetidos a través de un tiempo suficientemente prolongado y
máxime si son reforzados por otras múltiples entrevistas a cargo del equipo profesional.
No es que estará mintiendo o fabulando adrede, sino que estará convencido (tan
convencido puede llegar a estar que será muy difícil conseguir que se
rectifique aún si se le demuestra que los hechos no sucedieron).
Estos adultos inductores pueden estar
actuando de buena fe, con la mejor intención, - y en el caso de los profesionales,
amén con grave desconocimiento - luego de presumir que algún hecho sexual
aberrante ha acontecido. En otros casos, la persona puede estar movida por
deseos de venganza, celos, o, intereses económicos.
4. Cuando existe disputa parental, cuanto
más intensa es ésta (aunque se desarrolle en forma subliminal), mayor
probabilidad hay de que los niños sean involucrados y que comiencen a mostrar
signos de trauma emocional y desórdenes de conducta. (Amato y Keith, 1991; Hetherington,1989; Tschan, Johnston, Kline y
Wallerstein, 1989).
Si esto resulta así, le será difícil al
evaluador discernir cuánto de esto es debido al divorcio y cuánto a posible
abuso sexual. Todo ello significa que la prudencia con que se deben elevar los
informes periciales al tribunal recomienda que se mencione explícitamente esta
natural dificultad. El no hacerlo puede constituir una falla ética.
Se ha observado también (Faller, 1991)
que contrariamente a lo dicho se puede encontrar en la dinámica familiar en
casos de abuso, que hay madres que les cuesta muchísimo aceptar que el cónyuge
pueda haber estado abusando sexualmente a sus hijos. Contrariamente a este
caso, otras no les cuesta creer que su marido pueda estarlos abusando aunque no
sea cierto.
Otras madres pueden percibir en forma
distorsionada señales afectuosas, tales como besos y abrazos por ejemplo entre
una niña y el padre en el encuentro o en la despedida, como sexuales y de allí
en adelante, si se ponen en marcha mecanismos para impedir los encuentros, e
influir en los “recuerdos” infantiles.
Se debe reparar también en el tipo de
personalidad del progenitor que tiene la custodia y que motoriza la denuncia:
si bien pueden no aparecer señales de psicopatología, no es infrecuente que
muestren personalidades de tipo paranoide, histriónica y manipulativa, o con
tendencias “borderline”. (Benedeck y Schetky, 1985). Otras, aunque
más infrecuentes veces, se notarán aspectos de tipo delirante.
5. Otro recaudo a tener presente es el
de la calidad y preparación del entrevistador a cargo del diagnóstico. Éste
debe tener un entrenamiento especial en el preguntar a niños sobre la ardua
cuestión de si el abuso existió o no. Es perentorio además que el entrevistador
tenga una extensa práctica previa en el contacto con niños sin historias de
abuso
Las entrevistas para diagnosticar abuso
no son fáciles, para empezar porque es muy fuerte la carga emocional que
conllevan. También es fundamental que la persona entrevistadora no tenga un
especial empeño en “descubrir o develar” abusos sexuales: debe ser lo más
neutral posible y abierta a que los hechos invocados quizás no sucedieron.
Este es uno de los motivos que hacen
casi imprescindible que sean grabadas, preferentemente en video tape, y que
sean llevadas a cabo con la presencia simultánea de otro profesional, ya sea en
el mismo recinto o en Cámara de Gesell.
Los registros obtenidos servirán también
para evitar que el niño sea interrogado por varias personas diferentes en
ocasiones múltiples, con lo cual, por un lado se disminuirá la carga traumática
para el niño que las repeticiones conllevan, la contaminación del material y
con ello la continua re-instalación en el niño de los hechos invocados, y por
otro lado, la posibilidad de reexaminar junto a otros colegas cuántas veces sea
necesario, el material obtenido.
Otra zona de riesgo es la de los
entrevistadores que recurren a sus “interpretaciones” para exponerlos como
hechos ciertos frente a los tribunales,
Es demasiado fácil caer en poderosas
subjetividades, sobre todo, si el entrevistador está preparado para ver a
alguien que “seguramente” ha cometido un acto delictivo, todo lo cual hace
entrar a todos estos procedimientos interpretativos en la categoría de poco prudentes
para estas situaciones (de hecho, no son utilizados en los países con más conocimiento
y preparación en abuso sexual de niños). Ya el mismo Freud, con su profundidad
y agudeza nos lo advirtió cuando dijo: “Un cigarro es un símbolo fálico; pero
muchas veces es sólo un cigarro”, mientras pitaba con fruición el suyo.
6. La primera forma de inducción de un
adulto puede provenir de una re-definición de un acto que en sí mismo es
inocente, tal como vimos en el caso de la madre arriba comentada: ¿tu papá te
tocó la cola alguna vez? (lo cual muy lógicamente puede haber sucedido en
ocasión de la higiene, por ejemplo), será leído por el niño como “papá te tocó
y eso -por el tono del que pregunta- se ve que no está bien”. Muy rápidamente
el niño se defenderá diciendo: “yo no quería, pero él lo hizo igual”, luego no
es infrecuente que el niño “adorne” con más y más información en el sentido de
lo que él percibe que el adulto quiere oír.
7. Durante bastante se ha sostenido que
los relatos no verídicos rondaban el 3 al 4%. Pero los últimos estudios elevan
esta cifra a un 10% (Danya Glaser, en efecto, una importante investigación de
Jones y McGraw, efectuada en Denver sobre 576 casos, arrojó que un 6% de las
acusaciones eran falsas y basadas en mentiras deliberadas y un 17% no eran
verdaderas aunque basadas no en mentiras sino en errores de buena fe, lo cual
arroja un total de un 23% de situaciones no verdaderas y en cuanto a sus consecuencias,
iguales en su nocividad.
8. El mismo recaudo se debe observar
cuando se evalúan los dibujos y juegos de los niños en las entrevistas: mucho material
interpretado como indicativo de abuso sexual lo fue porque no se tuvo en cuenta
el contexto general en que el material fue obtenido, (D. Glaser), esto es, el
grado de la influencia de adultos y la co-existencia de “entrevistas oficiales”
de juegos y dibujos con los efectuados “extraoficialmente” en casa por algún
progenitor.
Demás está decir que un experto debe
tener bien presentes datos tales como que el 50% de los niños no abusados
cuando juegan con muñecos anatómicamente correctos introducen un dedo en la
abertura anal o vaginal de la muñeca y que la mayoría de ellos tomaron al
muñeco de su pene para revolearlo: y que tales actitudes fueron tomadas como
“patognomónicas”. Está también debidamente comprobado, que muchos de los signos
indicadores de abuso -inclusive conocimientos sexuales inapropiados para la
edad- aparecen también en niños no abusados cuando han sido sometidos a
repetidos interrogatorios sobre el tema. Lo que es más, estudios recientes
(Hibbard y Hartman, 1990), muestran que no existe diferencia significativa en
la frecuencia de dibujos de genitales en niños abusados de niños no abusados.
En resumen: si ha habido una
co-construcción de una falsa memoria, los dibujos, juegos y actitudes del niño
pueden mostrarse similares a los que se obtienen de niños que han sido
efectivamente abusados. Asimismo, especiales recaudos deben ser tomados cuando
la sintomatología presente puede corresponder a estados post traumáticos por
divorcios y feudos entre los padres. No existen signos “patognomónicos” y es de
obligación ética de los peritos en los casos judiciales que adviertan de esto
al tribunal.
9. Otro punto a tener muy en cuenta es
cuál fue la actitud inicial del adulto que recibió el primer relato infantil.
Las reacciones primeras del cuidador se
deben evaluar con todo cuidado puesto que pueden ser muy indicativas de cómo se
puede haber ido desarrollando un proceso de construcción, primero en el mismo
adulto y luego desde éste en el niño (co-construcción).
10. Cuando los interrogatorios han sido
más de uno o dos, la certidumbre de los resultados se va desvaneciendo con su
número
El experto Stephen Ceci dice que las
entrevistas repetidas y preguntas repetidas a través de las entrevistas
incrementan el riesgo de contaminación si los entrevistadores han estado
inclinados a encontrar abuso. Estas técnicas permiten una avenida de
introyecciones de desinformación que si se repiten un número suficiente de
veces, pueden ser incorporados por el niño.
Como ya hemos dicho, es imprescindible
entonces distinguir entre entrevistas terapéuticas de entrevistas diagnósticas,
las que tienen como diferencia tanto sus propósitos como el número de ellas y
el tipo de actitud del entrevistador o del terapeuta (en las segundas). El
argumento tiene que ver con la evidencia científica de que un profesional
“convencido” de que los hechos sucedieron, casi siempre tenderá a obtener del
niño respuestas que avalen su creencia.
De todo lo expuesto y a manera de
síntesis podemos decir que de experiencia médico forense, sobre todo en la
peritación de adultos presuntos victimarios de abuso sexual de menores, hemos
observado parafílicos pedófilos e individuos considerados “normales” desde el
punto de vista psicosexológicos, de manera tal que, cualquier individuo puede
estar en condiciones potenciales de ser un abusador sexual. No debemos olvidar
que individuos con tendencias o inclinaciones parafílicas no necesariamente
tiene que ser por ello un abusador sexual, en tanto y en cuanto no cometa un
delito sexual, por lo tanto, hay que recordar que las tendencias predisponen
pero no determinan, hecho importante al momento de emitir un dictamen o al
testimoniar en un Juicio Oral.
Por otra parte debemos saber que los
menores abusados existieron y existen, tanto por victimarios extrafamiliares
como intrafamiliares, pero al momento de realizar las pericas médico legales
debemos tener presente que las falsas denuncias también existen, sobre todo
cuando las causas que se alegan tienen como presuntos abusadores a personas en
el ámbito familiar.
Abuso Sexual Infantil. Las Victimas
Por María Adela Mondelli
El
adulto -varón o mujer- que denuncia haber sido víctima de abuso sexual en su
infancia, pone a la vista, da testimonio, de la caída de un mito elemental de
la cultura, que dijo que los/as niños/as no tienen sexualidad.
Desde
el momento en que la sexualidad infantil es puesta a la vista por quien padeció
abuso sexual en su infancia, esto contradice un mandato fundamental de la vida
en sociedad : los adultos cuidan y priorizan la salud de lo/as niño/as.
Frente
a esto es habitual -aunque no excluyente- que sea la sexualidad la que entra
"en tela de juicio". "¿Porqué no le dijiste a tus
padres?", "si esperaste tanto para decirlo es porque te gustaba"
... "no quedes embarazada de tu hermano porque tu padre lo mata" ...
"vos lo habrás provocado" ... etc.etc.etc..
Pareciera
ser que más es puesta en tela de juicio la propia sexualidad de la víctima infantil,
cuánto más cercano a la familia es el abusador sexual. Cuando el abuso sexual
del que fue objeto, más contradijo el mandato fundamental del cuidado... tanto
hasta el punto de no poder reconocer que en esto radica todo el tema.
Esto
de la cercanía del abusador con la familia, no es excluyente para que acontezca
esta puesta en tela de juicio de la sexualidad por sobre el delito. Hay
historias en las que aparece un extraño a la familia que -por la lectura de la
reacción familiar frente al acontecimiento del abuso : no reconocerlo, negar la
verosimilitud del relato, no ver los datos que el/la niño/a SIEMPRE da-
podríamos pensar que pone en acto "algo" que está flotando en ese
grupo familiar.
Así
-poniendo en tela de juicio la sexualidad del infante- se culpabiliza a la
víctima. Al niño o la niña que este adulto que hoy dice, alguna vez fue. Se trata
no ya del daño que provocó en él o ella "un abusador sexual", sino
del daño que produce todo un grupo familiar que ejerció y ejerce el abuso
psicológico sobre aquel niño o niña, y sobre este adulto. Todo un grupo
familiar que encuentra en él o ella un chivo expiatorio dilecto para su
patología. Un/a niño/a está en sus manos, lo moldean a su antojo, depende
absolutamente de sus mayores, no tiene formada su identidad ni su psiquismo...
es la presa perfecta....
El
abuso psicológico muchas veces se ejerce sólo por negación o por denegación
(negar, y negar que se niega).
o Si los adultos niegan, y
niegan que niegan,
o si nadie se hace cargo de
amparar al niño/a frente a los hechos de los que es víctima para que estos
cesen,
o si nadie denuncia poniendo una
palabra allí donde el/la niño/a no puede aún ponerla,
o si nadie "paga" por
victimizarlo,
o si nadie repara la situación
de "víctima" del niño o la niña,
o toda "la culpa" del
acto del abuso -sexual y psicológico-, queda del lado de él o ella. No hay otro
para hacerse cargo y él/ella la llevan en su vidas a lo largo de los años.
Van
creciendo... y los caminos que puede tomar estas situación de victimización
sostenida en el tiempo, son en general dos :
Repetir
la historia del abuso como "normalizada" en su vida, emparentándose
con esta psicopatía. Algo así como : "los/as niños/as son un objeto
degradado (como yo lo fui), una propiedad, de la que se puede hacer
"uso"". Este grupo no sentirá remordimiento ni culpa por su
accionar, a pesar de haberla padecido. La psicopatía no es una enfermedad, en
el punto en que todo el sufrimiento recae sobre el otro, no sobre quien la
padece. Así se perpetúa la historia del maltrato generación tras generación.
O
irá adquiriendo en su vida otros modelos y por comparación verá que eso que
estaba "normalizado" en el grupo familiar, o de lo que no fue
resguardado como niño/a que era, no es así para otros referentes... Será este
el grupo de víctimas de abuso sexual, que padecerá profundos sentimientos de
"culpa" más o menos conscientes.
La
culpa sobre los acontecimientos del abuso, que puede sentirse efectivamente o
traducirse en el silenciamiento de lo acontecido y hasta en el olvido.
La
culpa sobre la no respuesta familiar que insistirá en perseguir a lo largo de
los años, reeditando y perpetuando la situación de abuso durante la vida con
aquellos y otros vínculos.
La
culpa por ser el exponente de una sexualidad infantil degradada por un adulto.
La
culpa por no haber podido frenar esos acontecimientos, cuando no estaba en sus
manos hacerlo.
La
culpa por no recordar... por dudar si recuerda "todo" lo que
sucedió...
La
culpa por ser quién "denuncia" aquello que pretendió ser
silenciado... tanto con la palabra, como con la infelicidad, como siendo
"el bicho raro" de aquella familia.
Muchas
veces estos sentimientos -e incluso los episodios de abuso- permanece inaccesibles
a la memoria del adulto abusado en su infancia durante muchos años. Aparecen en
su vida a modo de sufrimientos difusos en su sexualidad, de adicciones,
depresión endógena, vínculos violentos, nuevas victimizaciones ... En este
"destino" que adquiera la victimización por abuso sexual en la
infancia, no son ajenas cuestiones situacionales y de género.
La
pregunta de "porqué no frené aquello" y "porqué no puedo con
esto hoy", martilla de modo más o menos consciente, la cabeza de quienes
padecieron abuso sexual en su infancia.
P.D.:
mi reconocimiento a un grupo de mujeres y varones víctimas de abuso sexual en
su infancia, sin cuyos invalorables testimonios y generosidad en compartirlos
conmigo, no podría realizar esta serie de trabajos referidos al tema.
Abuso sexual infantil: las secuelas en adultos.
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Claudia Rubins.
Psiquiatra forense.
Argentina
E-mail: claudia_rubins@yahoo.com.ar
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Resumen
Fundamentalmente, agradezco a los cientos de pacientes que me ayudaron, primero a preguntarme acerca de estas cosas, y luego, a dejarse preguntar para poder comenzar un camino de comprensión de estas dolorosas experiencias de sus vidas. Con muchos de ellos hemos leído este material, que deseo compartir con otros, teniendo claro que sus angustias fueron mi punto de partida.
Tampoco puedo olvidar a mis colegas, compañeros de trabajo y otros interlocutores científicos con quienes hemos debatido e intercambiado apasionadamente respecto de esta temática, ni a mis seres queridos (mis hijos, mi marido, mis padres) quienes, con mucha paciencia, me acompañan en este camino de estudiar e investigar.
“ ..... nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio....” SINCERAMENTE TUYO. Joan Manuel Serrat.
Fundamentalmente, agradezco a los cientos de pacientes que me ayudaron, primero a preguntarme acerca de estas cosas, y luego, a dejarse preguntar para poder comenzar un camino de comprensión de estas dolorosas experiencias de sus vidas. Con muchos de ellos hemos leído este material, que deseo compartir con otros, teniendo claro que sus angustias fueron mi punto de partida.
Tampoco puedo olvidar a mis colegas, compañeros de trabajo y otros interlocutores científicos con quienes hemos debatido e intercambiado apasionadamente respecto de esta temática, ni a mis seres queridos (mis hijos, mi marido, mis padres) quienes, con mucha paciencia, me acompañan en este camino de estudiar e investigar.
“ ..... nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio....” SINCERAMENTE TUYO. Joan Manuel Serrat.
Los orígenes Veintitrés años de profesión, con actividad clínica y trece como perito judicial han despertado mi interés por este tema. En un extremo, encuentro las/os adultos que sufren secuelas de AS, en el otro, las niñas y niños abusados, todos trasmitiendo "en carne viva" sus dolorosas vivencias. En este momento de mi praxis estoy convencida que, la posibilidad de identificar los trastornos secuelares del ASI requieren de experiencia y entrenamiento específicos, tanto que los adultos víctimas de estas experiencias, excepcionalmente las traen como motivo de consulta y la información aparece espontáneamente sólo después de años de tratamiento. Es por ello que considero que este aporte puede resultar útil a los colegas jóvenes, o a quienes inician la práctica de psicoterapia. Guardo registros de muchos pacientes que en estos años pasaron por mi consultorio, que conocí en situaciones de interconsulta o en la internación concluyendo que SIEMPRE las secuelas de este tipo de experiencias son muy graves, afectan diversas áreas de la vida cotidiana e implican diferentes discapacidades. Puedo recoger una estadística de los últimos dieciocho años, en un total de 889 pacientes, entre los que se cuentan quienes concurrieron a la consulta externa y con los que inicié el contacto durante una entrevista solicitada, en interconsulta pedida por un colega de otra especialidad, o en situaciones de evaluación con finalidad laboral o de algún trámite oficial. No puedo incluír los pacientes atendidos los primeros cuatro años de mi praxis dado que el material clínico pertenece a las instituciones hospitalarias en las que participé. La que menciono es una estadística con ciertas particularidades, ya que toda la población es de personas que pudieron consultar en el ámbito privado, si bien en los inicios de la misma (1985) casi todas las personas contaban con obra social , y yo tomaba pacientes de todas ellas . Esta aclaración remite a uno de los sesgos que tiene la muestra, que incluye sujetos que estaban trabajando (o estaban a cargo de algún miembro de su familia incluído en el mercado laboral), pertenecientes a distintos grupos sociales, incluyendo clase media, media-alta y trabajadora. Otro de los sesgos es que todas las personas habían consultado o sido derivadas por padecimientos psíquicos, no se trata de la población general. Aún así, a mí misma me causó enorme sorpresa la gravedad de los diagnósticos. Por otro lado, y en este caso remitiendo a la población general, entre las niñas y niños víctimas de abuso sexual, es muy frecuente entrevistar madres/padres que lo fueron en su infancia, y que excepcionalmente se trata de sujetos asintomáticos. Destaco que el evento de la revelación de los sucesos abusivos en psicoterapia, como una constante, sólo excepcionalmente fueron el motivo de consulta en esas personas que han consultado. En general, sólo pudieron ser verbalizados luego de transcurrido largo tiempo de tratamiento, en condiciones de mucha confianza de parte del paciente, y - en algunas oportunidades - relacionados con alguna situación actual que resultaba evocadora - y por lo tanto, traumática- de aquello acontecido en la infancia. Me pregunto cuántas consultas o tratamientos habrán finalizado sin que ni yo advirtiera ,ni mi paciente sintiera el resguardo y cuidado suficientes para expresar estas vivencias. En este momento de mi práctica, con la experiencia que brinda haber transitado ambos "extremos" de la problemática, muchas veces puedo inferir que la misma está presente y favorecer la aparición del relato que - en todos los casos - resultará aliviador y permitirá abrir las puertas para trabajar las temáticas relativas a las áreas dañadas de sus vidas. De ese conjunto de 889 pacientes, 55 revelaron historias de abuso sexual infantil (6,18%), sólo seis eran hombres. Las edades oscilaban entre 22 y 67 años, con la mayor parte del grupo entre los 30 y 50 años. En ninguno de los casos, la patología presentada era leve. En los hombres, siempre hallé patologías severas y deteriorantes (esquizofrenia, graves enfermedades psicosomáticas, trastornos en la identidad sexual, etc). Las pacientes presentaban también graves cuadros, desde trastornos psicóticos (casi el 50 %) hasta trastornos de personalidad, alimentarios , distimia y severas enfermedades psicosomáticas. |
Destaco
las graves perturbaciones relativas a la autoestima, que interfiere
profundamente en la vida cotidiana - en todas las áreas - pero
fundamentalmente en las relaciones interpersonales y la vida sexual.
Sin intenciones de describir un sindrome, ni un cuadro específico y excluyente de otros cuadros clínicos, iniciaré una descripción de una cantidad de síntomas que he encontrado en las personas adultas que presentan antecedentes de abuso sexual infantil. En la bibliografía especializada, se homologan las situaciones de abuso y los efectos traumáticos inmediatos sobre el psiquismo infantil a los cuadros de stress post traumático. Coincido plenamente con los conceptos del Dr Norberto Garrote, reconocido especialista en el tema, psiquiatra infantil, respecto de que se trata de fenómenos de stress que, a diferencia de otros, se prolongan en el tiempo y favorecen la aparición de mecanismos defensivos que le darán curso crónico a la patología. |
La familia
Respecto de la constelación familiar, resulta perturbador y confusionante la desorganización que esta situación produce en la configuración edípica, el camino de las identificaciones y la internalización de pautas sociales que fracturan la Ley Social y la prohibición del incesto. Si tenemos en cuenta que el abusador casi siempre (alrededor del 95% de los casos) es un integrante del grupo familiar más próximo, en la mayoría de los casos padre, abuelo, tío, padrastro, hermano de estas personas, resulta que para la vida de estos niños se ha violado el tabú del incesto. Tanto por lo reciente de la posibilidad de denunciar estos hechos cuanto por lo celosamente guardados de los secretos familiares, los adultos que concurren a la consulta han convivido con el abusador, quien acompañó su infancia y/o adolescencia en un rol de poder y toma de decisiones; impregnando las percepciones de estos sujetos en formación de imágenes distorsionadas acerca de la autoridad, los cuidados y graves confusiones relativas a la interpretación del afecto. Su capital cognitivo incluye severas ambiguedades, distorsiones, confusiones y percepciones ambivalentes al punto de que su capacidad para la construcción de relaciones integradas resulta casi sin excepción distorsionada, atravesando estas experiencias traumáticas todos los aspectos de la identidad. Los factores de resiliencia que parecen intervenir en la constitución de un psiquismo menos dañado que otro, se relacionan con: - El cuidado y protección que han recibido de otros adultos. - La posibilidad de haber develado los hechos y ser protegidos del agresor. - De haber expresado lo que acontecía, ser creídos (no desmentidos) - Los recursos de contención existentes en la familia ampliada. - Lo constitucional (series complementarias) Cuando Renée Kaes desarrolla los conceptos de pacto denegativo u otros autores franceses sobre lo negativo; es justamente lo que no ha sucedido en las familias de estas personas. Luego deberán ingresar al mundo social, en el que les serán solicitados el respeto y preservación de la Ley, la que fue subvertida en su propia infancia y respecto de la que desconocen ciertos funcionamientos. Y ocurrirá que algunos podrán tomar de la cultura lo que no fue ofrecido por su grupo primario; habrá quienes repetirán estos modelos (los menos); habrá quienes necesiten alguna forma de "fuga" de esta realidad normativa, o descubran mecanismos que les provean de "realidades alternativas". |
Los sentimientos de vacío
Las vivencias de vacío, torturantes y de difícil comprensión para el propio paciente, merecen especial atención de parte del clínico: ...."...¿por qué siento como un agujero dentro mío?....¿por qué a veces mi vida parece en blanco?...." (textual) Desde la semiología, se presentan como experiencias melancólicas, aunque pueden distinguirse de éstas por un gran sentimiento de culpa que las acompaña. No parecen producidas por la vuelta del Superyó sobre el Yo (Duelo y melancolía. S Freud), sino que se trata de un tipo de vivencia que los pacientes relatan como arcaico, antiguo, proveniente de la infancia y relacionado con un "dejarse estar" ó "no ser " que, muchas veces, finalmente enlazan con el "dejarse estar" disociado de la vivencia abusiva: ...."..era como que yo me iba de mi cuerpo, lo dejaba vacío... y ése vacío es como el que siento ahora...." (textual) Estos sentimientos crónicos de vacío son los que, muchas veces, conducen a los intentos de suicidio en otras etapas de la vida. |
Los síntomas disociativos
Tanto los mecanismos disociativos como los de escición han contribuído a la supervivencia de estos sujetos durante la infancia. Freud utiliza el término escición del yo para aludir a un fenómeno muy particular que advirtió especialmente en el fetichismo y las psicosis: la coexistencia, dentro del yo, de dos actitudes psíquicas respecto de la realidad exterior, en cuanto esta contraría una exigencia pulsional : una de ellas tiene en cuenta la realidad, la otra reniega de la realidad en juego y la sustituye por una producción del deseo. Estas dos actitudes coexisten sin influírse recíprocamente. En cuanto al concepto de escición del objeto, de origen kleiniano, la autora lo describe como la defensa más primitiva contra la angustia: el objeto al que tienden las pulsiones eróticas es escindido en un objeto "bueno" y un objeto "malo" que entonces seguirán destinos relativamente independientes dentro del juego de proyecciones e introyecciones. Este mecanismo interviene especialmente en la posición esquizoparanoide, en la que afecta objetos parciales, y vuelve a encontrarse en la posición depresiva, afectando al objeto total.(Diccionario de Psicoanálisis. Jean Laplanche). "La disociación consiste en separar dos ideas entre sí o una idea y el afecto concomitante para evitar así la angustia que pueden generar". Así define la Dra Lía Ricón al otro mecanismo defensivo que se encuentra en la base de graves trastornos secuelares de este tipo de experiencias. Podría aventurarse que, según el estadío evolutivo, las características del niño/a y el impacto en su psiquismo de las vivencias abusivas, se instalará uno u otro de estos mecanismos de manera privilegiada, pudiendo observarse el inicio de este proceso ya en la infancia. "...tengo que abrir los ojos para darme cuenta bien con quién estoy... me parece que me pasan de nuevo esas cosas..." cuenta angustiada una señora de más de sesenta años, haciendo referencia a momentos de la intimidad con su marido... "...no puedo creer que esto me siga molestando después de tantos años...." Los mecanismos disociativos, utilizados con privilegio en la infancia, llegan para quedarse e irrumpir en el psiquismo en diferentes ámbitos de la vida. "...es como tener divididos los pensamientos.....y cuando te descuidás, se te mezclan y aparece lo que no querés acordarte...." Aparecen en la sexualidad, como ideación fóbica u obsesiva, como síntomas conversivos, etc. Cuando una/un paciente consigue "ir armando" su rompecabezas, conectándose con las vivencias de aniquilación y desvalimiento de entonces, esta modalidad defensiva adquiere proporciones menos nocivas para su calidad de vida. Los recuerdos, escindidos en alguna parte de la memoria, son recobrados, dándole sentido a conductas, sensaciones, percepciones y aliviando - al menos en parte - el peso de los síntomas y el secreto. |
La vida sexual
Las máximas populares de "niño violado, futuro violador" aún no han podido ser confirmadas. Más allá de la incidencia - en victimarios de abuso- de historias de AS en su infancia, la secuela más frecuente en la vida sexual de adultos que fueron víctimas de abuso son las disfunciones sexuales, desde anhedonia hasta frigidez e impotencia. Asimismo, resulta un dato redundante en las/os víctimas de abuso en la infancia, que sus propios hijos/as resulten agredidos. Nuestro postulado - a confirmar- es que, este mecanismo disociativo - instrumentado desde la infancia- es el que favorece la existencia de un "escotoma" que no deja ver los riesgos que corren al respecto los propios hijos. Por otra parte, del desarrollo anterior se desprende que, en muchas ocasiones, la elección de pareja ha incluído, de manera inconciente, una persona con características perversas, que provocará daño a sus niños/as. |
La patología En las variadas formas de presentación, las patologías secuelares de ASI que más he tenido oportunidad de observar en la clínica, son los trastornos psicóticos y de personalidad. En un total de 889 casos, 55 de los cuales refirieron historias de ASI, resultaría el %. Respecto de la distribución por sexo: 49 mujeres, 6 hombres. En cuanto a la patología: trastornos psicóticos en 20 pacientes, trastornos de personalidad en 14, trastornos alimentarios en 7, distimia en 8, trastornos disociativos en 3 y graves enfermedades psicosomáticas en otros 3. Clasificada la patología según criterios del DSM lV, puedo mencionar: 1- Trastornos psicóticos: 20 casos, de los cuales: esquizofrenia: 10 casos. trast bipolar: 2 casos. trast depresivo mayor: 8 casos. 2- Trastornos de personalidad: 14 casos, de los cuales: trast. límite: 5 casos. trast. histérico: 5 casos. trast. paranoide: 2casos. otros: 2 casos. 3- Trastornos alimentarios: 7 casos. 4- Distimia: 8 casos. 5- Trastorno disociativo: 3 casos. 6- Enfermedades psicosomáticas graves: 3 casos (todas en aparato digestivo). ** - Trastornos asociados (en casi la totalidad de los casos) : 41 pacientes Trast. en la identidad sexual; 4 casos. Disfunciones sexuales: 21 casos. Abuso de sustancias: 2 casos. Trast. disociativos: 20 casos. Esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de personalidad, del estado de ánimo y graves enfermedades psicosomáticas (de hecho, a algunos de los pacientes los conocí en interconsulta, internados por graves afecciones orgánicas digestivas). Perturbaciones menos específicas incluyen: alteraciones en la vida sexual (desde anhedonia a promiscuidad y prostitución) y presentaciones polimorfas, al modo de neurosis que, fundamentalmente, se relacionan con problemáticas de la autoestima, identidad ó autoimagen. Aparecen "como si " fueran trastornos alimentarios, crisis de pánico, fobias, ideación pseudo-obsesiva o histeriforme y abuso de sustancias. Pese a que se menciona esta etiología para los casos (tan cinematográficos) de personalidades múltiples, no he tenido ocasión de tomar contacto con una consulta por tal cuestión.
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Los vínculos
Merecen especial atención las construcciones vinculares que estas personas desarrollan en la vida cotidiana. De las estadísticas surge que las situaciones de abuso sexual infantil ocurren, casi en el 95% de los casos , dentro del grupo familiar, y el agresor es un adulto con el que el/la niño/a mantiene relaciones afectivas de trascendencia, con continuidad, y que es alguien reconocido en el marco de su grupo de pertenencia (padre, abuelo, tío, padrastro, hermano) .Y están mencionados en género masculino porque estadísticamente pertenecen al mismo, siendo menos frecuentes las madres, abuelas u otras mujeres cuidadoras. La modalidad de abuso físico y emocional que es casi exclusividad del género femenino es el Sme de Munchaussen por poderes. Si nos remitimos a los orígenes, mientras están sucediendo las experiencias de AS, los niños están expuestos a una vinculación altamente nociva con el agresor; generalmente, el adulto garante de sus cuidados , o de quien se espera la protección, es quien abusa de la confianza y la intimidad de la criatura, a través de mecanismos que implican abuso de poder. En el tránsito por estas situaciones, mientras ocurren las vivencias abusivas, los niños se encuentran atrapados en una compleja trama relacional que incluye el secreto, la seducción y la "preferencia" en el estrato filial de pertenencia. Simultáneamente ocurren experiencias de daño y dolor físico, conexión temprana con percepciones cenestésicas propias de otras etapas de la vida, conocimientos y vivencias que suceden en un momento en que el psiquismo infantil no puede procesar elaborativamente, y que se transitan al estilo de stress post traumático, claro que ésta es una exposición al stress continuada, reiterada y sin contención. De allí, la necesidad de sostenerse a traves de mecanismos disociativos, a menos que irrumpa ya la psicosis. La telaraña relacional determinará, en el futuro, complicadas experiencias vinculares: desde el mayor nivel de desconfianza, instalado en todas las relaciones ; hasta la confusión y extrema dependencia. La desconfianza respondería al "nadie puede cuidarme"; la confusión , al "en este vínculo, ¿quién soy yo y quién es el otro?", la dependencia a "el otro decide", y así muchas otras posibilidades, en que - permanentemente - detrás de esta escena hay otra que desliza la duda, el temor, la sujeción, la culpa, y tantos matices como sujetos han transitado tan masivas experiencias. Incluso resulta frecuente observar el tránsito de una modalidad a otra, como momentos vinculares , en la búsqueda de verdadera compañía. Y por alguna razón, en algún momento de la vida, ya sea en la conformación de la pareja, con el nacimiento de los hijos o en la vejez, las vivencias abusivas se actualizan, pudiendo - muchos pacientes - revelar estas experiencias por primera vez en su vida. La confianza en el otro, la apertura o la continuidad de una relación en el tiempo que no incluya niveles importantes de sometimiento, son experiencias vinculares muy deseadas pero escasamente posibles de concretar para estas personas. El dolor emocional, reactualizado en cada vínculo cada vez que las personas amadas muestran conductas asociadas a aquellas otras, impiden desplegar su potencial afectivo y de crecimiento relacional. Los mecanismos disociativos, tan necesarios defensivamente para preservarse de la locura mientras el abuso está ocurriendo, conspiran contra el establecimiento de vínculos integrados, capaces de albergar lo mejor y lo peor del otro. Son muy frecuentes las relaciones todo/nada, en las que de la perfección absoluta, el otro se convierte en deleznable, con el agravante de que es muy difícil recurrir a mecanismos reparatorios en estas relaciones: cuando existe conexión con lo menos admirado, la ruptura casi siempre es irreversible. Es muy distinto el pronóstico vincular de quienes, por ejemplo, fueron auxiliados y amparados por otro adulto del entorno familiar (generalmente, la madre) al momento de explicitar el abuso. Ser "creído", reconocido en el sufrimiento y tener posibilidades de recibir cuidado augura un mayor grado de confianza en los otros. |
A modo de cierre
(PARA SEGUIR PENSANDO) " En 1981, J.M Masson fue destituído de su cargo de director de proyectos de los Archivos de Sigmund Freud poco después de haber sugerido en una conferencia pronunciada en New Haven que la teoría clave que Freud había elaborado en 1895 y luego repudiado - la llamada teoría de la seducción - podía haber sido, en definitiva, válida. " (El asalto a la verdad. Comentario). Mi reflexión es que a Masson le costó su cargo, y a miles de niñas y niños , hasta la actualidad, les ha costado el descreimiento y la continuidad del sufrimiento... Esto es así al punto que aún hoy, ante una denuncia de abuso sexual infantil, sobre lo que más insisten los jueces es acerca de la capacidad de fabulación de los niños y si su relato es veraz. Desde un supuesto que establece que los niños mienten, tienen fantasías sexuales con sus padres (resultando difícil para muchos operadores, que funcionan desde este supuesto, separar los detalles entre la fantasía y las verdaderas experiencias de una sexualidad inadecuada, invasiva y violatoria), pueden "ser utilizados" para expresar lo que otros "les meten en la cabeza", en realidad se coloca a los niños en un camino sin salida... cuando nuestra experiencia es que los relatos no fidedignos son menos del 10%... y de ese 10% la mitad no refiere datos falsos acerca del abuso, sino del abusador (es decir, que el abuso existió, y el niño no puede develar - por temor, amenazas , etc - la identidad del mismo.) Con lo que casi el 95% de los relatos de ASI resultan veraces. Seguramente, si se establecieran comparaciones, los adultos mienten más, son menos fiables en general ante cualquier interlocutor, no sólo ante la justicia y rara vez se especula tanto respecto de los beneficios secundarios como con las/os niñas/os... tal vez porque incluso la legislación - como sus representantes, los jueces - continúan imbuídos de esta ideología , que largamente excede a Freud y su teoría de la seducción .Sería demasiado lineal atribuír a esta cuestión exclusivamente los ocultamientos y cegueras de años... pero sí podemos pensar cuántas veces que un niño contó en terapia estos sucesos pudo haber sido interpretado en el marco de fantasías edípicas...Y cuántas veces que contó en la escuela esta información no fue resguardada, y cuántas veces... En fin, que tantas veces resultan en tantas personas dañadas por estas dolorosas historias de vida. La finalidad de trasmitir estas reflexiones es alertar a los colegas acerca de modos de presentación que, en ocasiones, enmascaran procesos muy graves... que el terapeuta puede profundizar si no posee, al menos, el presente como diagnóstico diferencial. Con el agravante de que ese consultante, reeditará, nuevamente, los sucesos de violentación, descreimiento y descuido que ha sufrido en la infancia. Se debe estar especialmente alerta en los cuadros en que se presenten síntomas disociativos (en un todo de acuerdo con Freud y el relato de sus histéricas, si bien podríamos revisar las entidades diagnósticas a la luz de la nosografía actual), ya que este tipo de mecanismo defensivo es muy frecuente. Por otra parte, como testigo de cientos de niños que han revelado estas historias, como acompañante a veces de su testimonio cruento y desgarrado, creo necesario insistir en las severas secuelas, que comienzan a ser aún más graves cuando arremete el descreimiento. Por estas épocas, desgraciadamente, contra la mínima voz de los niños lastimados, se levanta una voz poderosa (la de los portavoces del backlash) abonando todos los mitos respecto del ASI: que los psicólogos mienten, que los niños mienten, que las madres denunciantes mienten... mientras, en la intimidad de los consultorios, los terapeutas escuchamos, de boca de aquellos niños de ayer, las historias que los traen hoy por sus discapacidades en la vida. Por todo lo expresado es que este aporte pretende acercar algunas experiencias que la clínica me ha brindado, con la intención de sumar intercambios a los fines de prevenir en nuestras intervenciones los lesivos efectos de la negación y el descreimiento, ya que muchas veces - en rigor de verdad, la mayoría de las veces - es en un ámbito terapéutico (en un extremo u otro de la vida) que podemos escuchar estas historias... y si no afinamos la escucha, es posible que, sólo con eso, estemos haciendo daño. |
Bibliografía
- El asalto a la verdad. La renuncia de Freud a la teoría de la seducción. Jeffrey Moussaieff Masson. Edit Seix Barral.1983. - Niños maltratados. Diagnóstico y terapia familiar. Paidós Terapia familiar,1991. - La pareja. Encuentros, desencuentros, reencuentros. Janine Puget (compilación y prólogo). Paidós, Psicología profunda.1996. - Trastorno por estrés post traumático: sus manifestaciones en el abuso sexual infantil. Dr Norberto Garrote. Congreso Interpsiquis 2003. -Triángulos relacionales. Philip Guerin y otros. Amorrortu editores.2000. - Problemas del campo de la salud mental. Lía Ricón y otros. Paidós.1995. - Abuso sexual de niños. Danya Glaser y Stephen Frosh.Paidós.1997. - Pobreza, institución, familia. Salvador Minuchin, Patricia Minuchin, Jorge Colapinto. Amorrortu.2000. - Maltrato y violencia infantojuvenil.Aspectos jurídicos, pediátricos, psicológicos y sociales. Varios autores(Fugaretta, Ricón, Romano, etc,)Nuevo pensamiento Judicial Editora.1998. - Diccionario de psicoanálisis. Jean Laplanche. Jean Bertrand Pontalis. Editorial Labor. 1981. - Abuso sexual infantil en las mejores familias. Irene V. Intebi. Granica editores.1998. - La pareja y sus anudamientos. Daniel Asiner y otros. Janine Puget compiladora. Lugar Editorial.2001. - Sexo, amor y violencia. Estrategias de transformación. Cloe Madanes. Paidós terapia familiar. 1993. - Conductas sexuales inadecuadas. Héctor F.Segú.Lumen Humanitas editorial. 1996. - El dolor invisible de la infancia. Jorge Barudy. Paidós terapia familiar. 1998. - Violencia y abusos sexuales en la familia. Un abordaje sistémico y comunicacional. Reynaldo Perrone y martine Nannini, Paidós Terapia Familiar. 1997. - Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico. Enrique Echeburúa y Cristina Guerricoechevarría. Ariel editorial . 2000. - Seminario taller sobre maltrato y abuso sexual infantil. Lic Diana Sanz. Dr Juan Pablo Viar. Río Gallegos, junio 1996. - Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Janine Puget. Isidoro Berenstein.Paidos psicología profunda.2001. -Trasmisión de la vida psíquica entre generaciones. Renée Kaes y otros. Amorrortu editores,. 1996. - Lo negativo.Figuras y modalidades. A. Missenard y otros. Amorrortu editores.1991. - La vida emocional de la familia. Rodolfo Moguillansky, Guillermo Seguer. Lugar Editorial.1996. - Violencia y abuso sexual infantil. Lic Diana Sanz Dr Alejandro Molina. - Artículos varios y debates acerca de ASI y Backlash . Listas de Niñez y Adolescencia, Infancia y psicopatología. Años 2002 y 2003. Garaventa. Autores: Dra Eva Giverti. Lic Isabel Monzón. Dra Virginia Berlinerblau. Dr Atilio Alvarez. Lic Carlos Eroles. Lic Alicia Ganduglia y otros participantes de la lista. - Debates e intercambios con mis compañeros del Gabinete Médico Social y de Adopción, desde 1990 a la fecha. - Intercambios y comentarios muy enriquecedores con las Dras María Alicia Favot, Juez de Familia de Cipolletti, Río Negro y Claudia Guerra, Juez de Familia en Río Gallegos, Santa Cruz. - Psiquiatría Forense, Sexología, Praxis. Revista de la Asociación Argentina de Psiquiatras, Nº 14, septiembre 2002. |
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