2. CÓMO HACER UNA TESIS
GUÍA PARA
ELABORACIÓN Y REDACCIÓN
DE TRABAJOS
CIENTÍFICOS
CARLOS A. SABINO
EDITORIAL HUMANITAS
(Capítulos
extraídos de dicha obra)
PARTE I:
LOS TRABAJOS CIENTÍFICOS
CAPÍTULO 3
LA
ESTRUCTURA DE LOS TRABAJOS CIENTÍFICOS
3.1. LOGICA INTERIOR Y ELEMENTOS COMPONENTES
Y
|
a hemos
manifestado que es esencial, en toda exposición científica, mantener un orden
interior, una lógica que permita desarrollar con la mayor claridad posible las
materias tratadas. Ello se logra, decíamos, mediante una cuidadosa organización
de los contenidos de modo tal que estos no aparezcan como colocados al azar
sino al contrario, vinculados entre sí, estructurados en diversas partes
componentes que poseen una secuencia fácilmente comprensible.
Cada trabajo, por lo tanto, debe ser
bien meditado en cuanto a su estructura expositiva básica; ello significa que
hay que realizar un esfuerzo para definir y disponer convenientemente las
diferentes partes o secciones que lo componen teniendo en cuenta, como es
natural, las características de los diversos contenidos a transmitir. Para
lograr esto existen, más allá de las peculiaridades de cada caso, algunos
modelos expositivos generales que es conveniente conocer para realizar con
mayor facilidad la tarea mencionada. Estos modelos, sin embargo, son sólo
moldes abstractos que cada autor debe usar simplemente como una estructura de
referencia, como una
especie de esqueleto o guía al que hay que dar vida con los contenidos a
transmitir.
Desde este punto de vista, de la
armazón abstracta de un trabajo científico, conviene partir de la consideración
de un esquema básico y sencillo: la conocida fórmula que se compone de tres
elementos: introducción, desarrollo y conclusiones. Debiéramos hablar mejor de
tres secciones básicas, ampliando un tanto el alcance de los términos que
acabamos de mencionar. La primera, compuesta por todos aquellos aspectos que
sirven para situar al lector respecto a las características, objetivos y
circunstancias en las que se ha desarrollado la investigación que a
continuación se expone. La segunda, el llamado cuerpo del trabajo, donde se
estructuran los contenidos sustantivos del mismo y, finalmente, una tercera
parte donde sé incluyen no sólo las conclusiones sino también un conjunto de
informaciones necesarias para el mejor manejo y la más fácil comprensión de la
obra en su conjunto. Antes de pasar a considerar con cierto detenimiento cada
uno de los elementos que pueden aparecer en un trabajo científico, conviene
especificar un poco más la función de cada una de estas tres grandes secciones
básicas.
Lo que llamamos sección inicial consta
de los elementos o partes que podemos calificar como introductorios: portada,
prólogo o prefacio, dedicatorias, notas de agradecimiento o reconocimiento, introducción
y -eventualmente- el índice general de la obra. Todo ello tiene por objeto
satisfacer la necesidad de ubicar con precisión al lector con respecto al
material que se dispone a examinar, porque la lectura de un trabajo científico
debe ser siempre acotada por los objetivos, preocupaciones y limitaciones que
inevitablemente rodean al mismo.
ESQUEMA Nº 1
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE UN
TRABAJO CIENTÍFICO
-
PORTADA
-
DEDICATORIA
ELEMENTOS -
PRÓLOGO
INTRODUCTORIOS -
AGRADECIMIENTOS
-
INTRODUCCIÓN
Sub-Secciones Parágrafos
Sección o sub puntos
CAPÍTULO… Sección
PARTE… CAPÍTULO… …
… Sección
…
…
CUERPO CAPÍTULO…
DEL
TRABAJO CAPÍTULO…
PARTE… …
…
CAPÍTULO…
CAPÍTULO
PARTE… …
…
CAPÍTULO…
-
CONCLUSIONES
ELEMENTOS -
RECOMENDACIONES
FINALES -
APÉNDICES
-
BIBLIOGRAFÍA
-
ÍNDICE DE NOMBRES, DE CUADROS, ETC.
-
ÍNDICE GENERAL
Luego de ello puede pasarse al desarrollo de
los contenidos sustantivos del trabajo, que de este modo quedarán perfectamente
enmarcados y no planteados en abstracto. Esos contenidos, por otra parte, deben
ser organizados internamente en un conjunto de secciones y sub-secciones, para
lograr su más sistemática exposición y su mejor comprensión. Tales divisiones
internas deben seguir, naturalmente, una lógica que habrá de ser lo más
rigurosa posible.
En la sección final, junto con las
conclusiones y eventuales recomendaciones que coronan a la obra, el autor
deberá indicar claramente la bibliografía utilizada, los índices que permiten
manejarla con mayor facilidad, así como todo otro material suplementario que
pueda resultar de interés para el lector: anexos documentales, gráficos o
estadísticos, glosarios; apéndices, etc. (V. Esquema Nº 1).
3.2. LOS ELEMENTOS INTRODUCTORIOS
3.2.1. Portada, Dedicatoria y Epígrafes
Los trabajos científicos, especialmente
aquellos que son presentados ante instituciones académicas, son antecedidos
siempre por una portada o primera plana -llamada a veces, también, carátula-
donde se especifican el título, el nombre del autor y algunos otros datos
similares: fecha, carácter de la obra (si es tesis, trabajo de ascenso, etc.),
institución ante la que se presenta y demás referencias. La disposición de
tales elementos está generalmente prescripta, ya sea mediante normas explícitas
o de acuerdo a los usos institucionales. Es obvio que el autor habrá de
consultar esas disposiciones y conocer tales costumbres, para no salirse de
las recomendaciones existentes. Para ello lo más sencillo consiste en examinar
algunos trabajos previos ya aceptados por la institución. Lo mismo puede
decirse en cuanto a otros elementos formales que es preciso también tomar en
cuenta: márgenes y espaciado, tamaño y tipo de papel, formas de impresión y
encuadernación, etc.
Luego de este primer elemento formal el autor
está en libertad de incluir una dedicatoria, en página aparte, o algún
epígrafe que considere oportuno colocar. Por razones de elemental elegancia
recomendamos ser parcos en las dedicatorias formales, pues ellas no pueden ni
deben hacer referencia a todas las personas a quienes se desearía
–posiblemente- honrar o reconocer. Hemos visto con demasiada frecuencia trabajos
en que el autor parece querer presentarnos en esas líneas a todos sus
familiares y amigos, con lo cual se pierde el sentido de mensaje personal que
una dedicatoria entraña. No hay que perder de vista que los agradecimientos que
debemos expresar tienen un lugar diferente, al que aludiremos enseguida. En
cuanto a los epígrafes -que pueden ir al comienzo del trabajo y/o al principio
de sus capítulos- ellos son breves sentencias, no necesariamente explícitas,
que han de ser consideradas como invocaciones a determinados autores cuyas
ideas iluminan u orientan de algún modo al texto que les sigue. Tampoco es conveniente,
desde luego, abusar de este recurso, que busca un cierto toque estético en
trabajos que son usualmente bien áridos, y no una exposición detallada de
ideas.
3.2.2. El Prólogo o Prefacio
Es normal que un trabajo, especialmente si
posee una cierta magnitud, sea iniciado por un prólogo o prefacio también
llamado preámbulo o proemio. Si se trata de una obra de menor extensión (una
monografía o ponencia, por ejemplo) puede ésta iniciarse por medio de una nota
introductoria o algo semejante. Un prólogo es una sección preliminar de una
obra, desligada en cierto modo de las posteriores, pero que les sirve de
antecedente o preparación; en ella el autor hace advertencias, aclaraciones o
puntualizaciones que orientan la lectura[1]. También suele ocurrir que
el prólogo no sea obra del autor del texto principal sino de alguna otra
persona de reconocidos méritos la cual -en este caso- se encarga de presentar
al público el libro, avalando indirectamente con sus palabras al autor y a su
trabajo. En otras ocasiones se escriben prólogos a la segunda o subsiguientes
ediciones de un mismo texto, o a las traducciones a diferentes idiomas. En
estas circunstancias no se trata ya de presentar de un modo general al libro,
sino de hacer referencia a la acogida que el mismo ha tenido, a las críticas o
elogios recibidos, a las eventuales modificaciones y revisiones realizadas por
el autor. Tales comentarios pueden ser colocados también en otro tipo de
sección, el post scriptum, de la cual hablaremos más adelante.
En todos los casos el prólogo ha de ser un
escrito relativamente breve, sintético, que no intenta resumir ni desarrollar
los contenidos que le siguen en el cuerpo principal del trabajo. En sus
páginas habrá lugar, en cambio, para otros propósitos: para expresar las
motivaciones, inclusive subjetivas, que nos han llevado a emprender el trabajo;
para hacer referencia a las condiciones en que la investigación se ha
desarrollado; para aludir a comentarios, explicaciones o advertencias que, por
su propia naturaleza, no podrían integrase de un modo coherente en los
siguientes capítulos. En un prólogo es perfectamente legítimo, por lo tanto,
transgredir las habituales normas de rigurosidad y objetividad que son propias
de la redacción científica. Precisamente allí, fuera del discurso principal,
es que pueden y deben hacerse aquellas acotaciones que sentimos necesidad de
expresar, pero que sabemos son subjetivas, personales, materia de opinión más
que de conocimiento verificable. Los prólogos existen pues porque los autores
-casi todos los autores- valoramos esta parte relativamente libre de nuestra
exposición, donde encontramos un lugar específico para decir lo que de otro
modo no podríamos insertar orgánicamente. Pero el prólogo, en sí, no debe ser
tomado como una obligación: si no hay nada que decir que corresponda a las
características de lo mencionado más arriba o si, sencillamente, no deseamos
hacerla, podemos prescindir sin mayor problema de esa sección introductoria. En
tal caso el trabajo deberá comenzar directamente por la introducción, en la
cual se podrá hacer su presentación general y mencionar los objetivos del
mismo.
Para dar una idea más clara del tipo de
ideas que suelen insertarse en un prefacio anotaremos que, entre ellas, aparecen
normalmente las siguientes:
v Motivaciones
que han llevado a realizar la investigación y/o a escribir la obra.
v Relación
entre esa y otras obras previas o proyectadas, propias o de otros autores.
v Ideas
generales sobre la temática, la disciplina o el tipo de estudio que se encara.
v Consideraciones
sobre los objetivos generales, posible utilidad, carácter o naturaleza del
trabajo.
v Aclaraciones
y deslindes conceptuales que permitan situar con más precisión al libro que se
prologa.
Por supuesto, esta pequeña lista es sólo una
sugerencia, una simple indicación que cada quien puede utilizar de un modo u
otro. Al respecto, como con relación a otras muchas materias de las que
hablaremos, siempre conviene consultar con trabajos ya realizados, con libros
de autores a los que valoremos especialmente para analizar la forma en que
ellos resuelven estos y otros problemas prácticos en sus obras. No debe
olvidarse que sólo quien lee asiduamente podrá llegar a conocer y dominar los
problemas inherentes a la redacción científica.
3.2.3. Los Agradecimientos
Luego del prólogo, o a veces como una
sección final de éste, suelen insertarse generalmente los agradecimientos que
deseamos expresar. Ellos son breves reconocimientos a personas o instituciones
que, de diversas maneras, han ayudado a la elaboración del trabajo. Pueden
incluirse entonces a los compañeros de equipos de trabajo, a profesores que
han orientado al autor, a los asesores que hemos tenido y, de un modo
especial, al tutor de la tesis, También es conveniente recordar en esas líneas
a quienes han facilitado el trabajo de campo o bibliográfico, a las personas
que han procesado el material, a bibliotecarios, mecanógrafas y ayudantes, lo
mismo que a los familiares o amigos que han apoyado o estimulado la investigación.
Las instituciones que han aportado fondos o facilidades especiales también
deben ser mencionadas, por supuesto.
Es conveniente que, en cada caso, se
especifiquen las razones de los reconocimientos que hacemos: ello permite concretar
el mérito de cada uno, lo cual no es sólo justo, sino también agradable para
quien recibe el reconocimiento.
El problema más grave que confronta un autor
al escribir esta sección de su trabajo es, naturalmente, el del olvido. Ello
entraña un peligro, pues resulta a veces difícil borrar la mala impresión que
causa la omisión de un nombre, aunque sea involuntaria. Por ello recomendamos
que el investigador vaya confeccionando una lista especial de quienes van
colaborando con su trabajo de modo tal que, al finalizarlo, no tenga que ir reconstruyendo
el conjunto de circunstancias en que el mismo se realizó.
3.2.4. La Introducción
La introducción es una parte fundamental en
cualquier trabajo científico, debiendo considerarse como el elemento que nos
permite iniciarlo de un modo organizado y gradual.
Puede considerarse, en propiedad, como el
capítulo inicial de la obra, y en tal sentido sus dimensiones son normalmente
más largas que las de un prefacio, ya que abarca diferentes y a veces complejos
temas.
En una introducción suelen apuntarse
diversos contenidos generales que se hace necesario exponer para la mejor comprensión
de lo que le sigue. Entre ellos, esquemáticamente, podemos mencionar a los
siguientes:
v Antecedentes
de la investigación que se emprende.
v Punto de
partida o enfoque con el que se abordan los temas.
v Objetivos,
generales y específicos, del trabajo realizado.
v Conceptualizaciones
básicas, importantes para situar mejor el subsiguiente desarrollo de ideas.
v Problemas
de método, especialmente aquellos que se refieren a cuestiones de base
-generalmente epistemológicas- que influyen sobre la metodología y las
técnicas que se han empleado.
v Observaciones
personales, informaciones sobre problemas particulares de esa investigación,
et.
Debemos apuntar que, a pesar de que en
una introducción es legitimo incluir aspectos relativamente subjetivos, lo
normal es que éstos sean tratados preferentemente en un prólogo. Pero sucede a
veces, como decíamos, que un trabajo no posee prólogo, o que éste es escrito
por una persona diferente al autor, de modo que el mismo no tiene entonces el
espacio necesario para exponer algunas consideraciones subjetivas que considere
de importancia. En tal caso la introducción puede adquirir, sin mayores
problemas, un carácter hasta cierto punto mixto, de modo que en sus páginas
aparezcan todos los aspectos hasta aquí mencionados. Es importante que, cuando
así sucede, el discurso haga explícitas las diferencias entre uno y otro nivel,
entre lo que es introducción científica a un problema determinado y lo que se
refiere a la aproximación subjetiva del autor.
La misma estructura general del texto hará
que en la introducción deban aparecer determinados temas, tratados con mayor o
menor extensión. Así, por ejemplo, si estamos frente a una investigación de
campo en la cual los instrumentos metodológicos usados son de suma importancia,
es normal que se redacte un capítulo especial dedicado al método; pero si no es
éste el caso, y los métodos y técnicas del estudio son relativamente conocidos,
normales dentro de ese campo de trabajo, puede incluirse entonces una
exposición breve al respecto en la misma introducción. Lo mismo ocurre con
ciertos aspectos teóricos o históricos: si no es necesario hacer una exposición
detallada de los mismos por cuanto son ya conocidos o aceptados por la
comunidad científica, conviene aligerar la exposición principal tratando tales
temas en la introducción; si no es así, y en cambio ameritan un examen
detallado, de cierta extensión, se hará necesario dedicar algunos capítulos específicos
para el mejor desarrollo de un marco teórico, un marco histórico, o la
discusión conceptual que se considere necesaria.
3.3. EL CUERPO DEL TRABAJO
Una vez desarrollados los elementos
introductorios que acabamos de comentar el autor, naturalmente, habrá de iniciar
la consideración de las ideas que desea transmitir. Estas habrán de ser
ordenadas previamente de acuerdo al esquema general de exposición que el
investigador ya posea, aunque dicho esquema tendrá que ir reajustándose varías
veces, a medida en que se realicen las tareas de redacción y de revisión del
texto.
El cuerpo general del trabajo, salvo en
casos bastante excepcionales, de informes muy breves, tendrá que subdividirse
en varias secciones, de modo de facilitar una exposición coherente y la mejor
comprensión del lector. Tales subdivisiones son, en orden de mayor a menor, las
siguientes: partes, capítulos, puntos (o secciones),sub-puntos y parágrafos.
Las partes
son subdivisiones mayores de una obra, que incluyen generalmente varios
capítulos, y que poseen una unidad general de contenido. Así, podríamos
dedicar una parte de una tesis al diagnóstico de una situación y la segunda
parte a la elaboración de un plan o modelo operativo en relación a la misma; o,
en otro caso, pudiera escribirse una primera parte que tratase de los aspectos
legales de un cierto problema, para dedicar la segunda a las realidades
sociales concretas en que el mismo se ha expresado. En todo caso conviene recordar
siempre que la definición de partes generales tendrá que corresponderse con
aspectos tanto de forma como de contenido: formalmente serán necesarias para
integrar en partes mayores un texto relativamente largo, que de otro modo
podría perder su unidad, dispersándose en una gran cantidad de capítulos
individuales; en cuanto al fondo, las partes de un trabajo deberán reflejar una
división orgánica, basada en una unidad de contenido, ya sea teórico o
metodológico.
El capítulo,
en cambio, puede considerarse como la unidad "natural" según la cual
deben organizarse los contenidos de un trabajo científico. Ellos pueden ser
muchos o pocos, según la longitud total del escrito, las subdivisiones
interiores y las preferencias del autor, y pueden variar también grandemente
en cuanto a su extensión. Pero, en todo caso, habrán de poseer una
característica que nos parece indispensable: la unidad de estilo y de
contenido. Desde otro punto de vista también los capítulos pueden aspirar a
convertirse en una unidad, no ya en cuanto a la redacción sino en relación a la
lectura. Idealmente un capítulo podría ser aquella parte de un trabajo que el
lector considerase sin interrupción, asimilando "de una sola vez",
gracias precisamente a esa unidad de estilo y tema que mencionábamos.
Creemos que es un error, o por lo menos un
posible inconveniente, la difundida costumbre de elaborar capítulos muy
largos, donde el autor pareciera querer agotar todo un tema en una sola unidad.
Consideramos esto poco apropiado porque así se pierde la necesaria integración
de la que hablábamos y el texto, además, resulta difícil de manipular,
demasiado extenso. En todo caso no es preciso establecer sobre esto reglas muy
rígidas, puesto que debe ser el material mismo, por su estructura, quien nos
vaya indicando de algún modo cómo habrá de ser subdividido.
Es sumamente conveniente que cada capítulo
de una obra sea organizado a su vez en secciones o puntos, partes menores, de
poca extensión, que se remitan a contenidos específicos. Estas también pueden
ser organizadas internamente, de acuerdo a las necesidades del desarrollo del
trabajo, de modo tal que el lector pueda seguir con facilidad el desenvolvimiento
del mismo, el orden interior de ideas que lo atraviesa.
El lector podrá comprobar, en este mismo
libro, cómo operan las subdivisiones de las que hablamos. En primer lugar verá
que hemos diseñado dos grandes partes, de contenido bien distinto: la primera
de ellas, "Los Trabajos Científicos", tiene por objeto una
descripción razonada de los mismos, para que el lector se familiarice con sus objetivos,
características, tipología y estructura. Es básicamente informativa y cada
capítulo de los cuatro que la componen se dedica a cubrir alguno de esos temas.
Así el capítulo 3, el presente, se ocupa de la estructura de los trabajos
científicos, y está integrada por cuatro secciones: la primera presenta el
problema en términos generales y las otras tres, sucesivamente, versan sobre
elementos particulares de tal estructura, de acuerdo a una organización que se
explica en la sección inicial del capítulo (3.1). Estas secciones se
subdividen, a su vez, en algunos casos: la segunda y la cuarta (3.2 y 3.4)
están -cada una- divididas en cuatro partes, o sub-secciones, que tratan temas
bien específicos y que todavía (v. 3.2.1, por ejemplo) admiten separaciones en
parágrafos particulares, como el que inicia esa sección y que se ocupa,
concretamente, de la portada de un escrito.
La segunda parte de este libro, por el
contrario, es más operativa que informativa, pues pretende convertirse en una
guía práctica que ayude a quien esté ya enfrentado a la tarea de escribir.
Nótese entonces que el contenido difiere por la intención, lo que justifica
esta división básica en dos partes principales, pues en la segunda lo que priva
es el afán de apoyar una tarea concreta en ejecución y no una exposición de
tipo general, más abstracta en sí misma.
Para la organización formal en todo esto se
ha adaptado un sistema de numeración de tipo decimal, que resulta adecuado por
su sencillez, y porque da fácilmente una visión de conjunto de la estructura de
la obra.
Es muy frecuente encontrar, especialmente
en las tesis y en los informes de investigaciones de campo, que el cuerpo del
trabajo se divida en secciones fijas, de contenido previamente definido; así
lo exigen a veces ciertas instituciones o tutores, para homogeneizar la
producción intelectual de los graduandos o investigadores.
Entre las secciones o capítulos fijos que
más usualmente se establecen están los siguientes:
v Marco
teórico (en ocasiones, también, un "marco histórico").
v Metodología.
v Análisis de
datos.
Ellas suelen ir, en este mismo orden,
después de la Introducción y antes de las Conclusiones.
Debemos advertir al lector, antes de tratar
de cada una, que nada hay que nos obligue a proceder de una manera tan rígida.
Será fácil constatar, de todas maneras, que muchos y muy buenos trabajos
científicos escapan por completo a tal organización interior. Lo que sucede es
que, disponiendo las cosas de esta manera, pueden agruparse mejor muchos de los
contenidos básicos de un informe de investigación, lo cual facilita el trabajo
de redacción. Ello puede resultar especialmente útil a personas poco
experimentadas, no acostumbradas a elaborar esquemas expositivos; es de
interés también cuando hay que proceder de un modo repetitivo, como en el caso
de, las empresas que hacen investigaciones de mercado y sondeos de opinión, o
de los organismos oficiales que presentan informes regulares sobre ciertos
temas.
Un marco
teórico, llamado a veces también marco
conceptual, es un conjunto de ideas -generalmente ya conocidas en una
disciplina- que permite organizar los datos de la realidad para lograr que de
ellos puedan desprenderse nuevos conocimientos. De allí que tales
consideraciones teóricas deben colocarse, en todo caso, en las secciones
iniciales de un trabajo, pues resultan indispensables puntos de partida para
los subsiguientes análisis. Un marco
histórico, de la misma manera, es una revisión de hechos pasados que
permite ubicar temporalmente los análisis que se efectúan. Por ello puede
preceder al marco teórico o seguirlo -según las circunstancias- pero resulta
lógico que se lo coloque antes del examen de los datos en sí.
No es necesario, como decíamos, que estos
dos elementos aparezcan necesariamente en un trabajo, y menos aún que lo hagan
bajo tales expresos títulos. Si los conocimientos teóricos básicos para
encuadrar la investigación son pocos, o si son suficientemente conocidos,
podrán ir directamente en la introducción o en la primera sección del capítulo
inicial. Si el tema no requiere o no se enriquece con un recuento histórico
podrá prescindirse totalmente del mismo, o hacerse una breve exposición de ello
en la misma forma que acabamos de indicar.
La metodología,
por otra parte, podrá constituirse en un capítulo especial sólo en los casos en
que ello se justifique: en investigaciones de campo o de laboratorio, o cuando
posea singularidades que obliguen a una exposición razonada y explícita de la
misma. De otro modo convendrá referirse a ella, esquemáticamente, en la
introducción. En otras ocasiones es mejor ir haciendo referencia a los
problemas metodológicos de una obra a medida que ellos van apareciendo, es
decir, a lo largo de los diferentes capítulos o secciones de la misma. Ello
conviene especialmente cuando se trata de cuestiones técnicas, operativas,
instrumentales, y no de aspectos de tipo epistemológico.
En el capítulo sobre metodología es usual
hacer mención al diseño concreto que se ha elaborado y a la justificación del
mismo; a las técnicas de recolección de datos empleadas, a los instrumentos
utilizados y a las formas en que se ha procedido -eventualmente- a efectuar
mediciones, seleccionar una muestra o realizar un tratamiento estadístico de la
información obtenida. También han de aparecer allí consideraciones generales
sobre el tipo de enfoque que guía al autor así como otros elementos más
concretos, que tienen relación con la actividad desplegada para la obtención
de los datos.
El Análisis
de Datos tampoco tiene por qué ser una sección específica, rigurosamente
separada de las demás. Pueden presentarse y estudiarse estos de un modo
gradual, en sucesivos capítulos que tengan -cada uno- cierta unidad temática.
En todo caso lo importante es examinar detenidamente la información obtenida,
ya sea ésta numérica o verbal, procedente de un trabajo bibliográfico o de
campo. Tal tarea puede ocupar uno o más capítulos, de acuerdo al volumen de
datos existente, y en el desarrollo de la misma es perfectamente aceptable
también que se hagan consideraciones de tipo teórica, que permiten entender
los datos y dar razón de los análisis que se hacen y de las conclusiones que
se extraen.
Si pensamos con suficiente amplitud se
comprenderá que no es posible pretender que todos los trabajos científicos puedan
adaptarse a un mismo modelo general, a un único molde. Eso significaría otorgar
a la metodología un papel que no posee, el de canon o normativa, y convertirla
en un estrecho sendero que niega la pluralidad del quehacer científico. De allí
la constante preocupación que manifestamos, en estas líneas, por evitar que
nuestras palabras se asuman de un modo dogmático.
3.4. LOS ELEMENTOS FINALES
Luego de haber desarrollado las ideas que
constituyen el cuerpo expositivo básico cabe al autor, para concluir su obra,
dar un adecuado remate a la misma. Para ello habrá de redactar las
conclusiones de todo lo expuesto, las eventuales recomendaciones que pudieran
hacerse y agregar otros elementos, que ahora veremos, y que resultan
generalmente indispensables para la mejor comprensión del trabajo.
3.4.1. Las Conclusiones y Recomendaciones
Las conclusiones de un trabajo son una
sección o capítulo final, de reducidas dimensiones, donde el autor trata de
sintetizar todo lo
hasta allí expuesto de modo tal que resulten destacados los aspectos más
importantes del desarrollo anterior. Tienen por objeto permitir una apreciación
global de los resultados del trabajo. Por lo tanto ellas son corolario de lo
ya dicho y no ocasión para introducir elementos nuevos, por lo menos en cuanto
a la temática a considerar. Por esta razón, porque resumen de algún modo lo
previamente expuesto, son consideradas como una parte relativamente
independiente del cuerpo principal. Es verdad que en unas conclusiones pueden
aparecer ideas "nuevas", pero la novedad de las mismas sólo habrá de
ser la que puede desprenderse de la síntesis, no la que surge de la
consideración de elementos de juicio que no se habían presentado antes.
Pero, a pesar de lo anterior, existe un
cierto elemento de libertad en las conclusiones que muchos autores utilizan en
casi todos sus trabajos. Ello se refiere a la posibilidad de incluir allí
apreciaciones que, aunque sintéticas y generales, pueden ser también de tipo
personal, hasta cierto punto evaluativas o apreciativas. También ese es el
lugar apropiado para expresar algunas limitaciones que el mismo autor aprecia
en su trabajo y para proponer, como muchas veces se hace, ciertas líneas o
nuevos problemas de investigación que se desprenden de lo ya tratado.
Es conveniente aclarar que, aunque
importantes y sumamente útiles, las conclusiones no son estrictamente obligatorias.
Hay quienes prefieren omitirlas por considerar que el lector puede sacarlas por
sí mismo, sólo conque lea atentamente lo ya escrito. Otros, por el contrario,
prefieren cerrar cada capítulo con algún párrafo en que se sintetice lo allí
expuesto.
Las recomendaciones,
en cambio, son de una naturaleza bastante diferente, pues ellas suponen que es
posible extraer líneas prácticas de conducta sobre la base del desarrollo analítico
que se haya hecho previamente. Para poder establecerlas es preciso que los
conocimientos obtenidos en la investigación sean examinados a la luz de
ciertas metas o valores que posee el autor y que son, necesariamente, subjetivos.
Son por lo tanto siempre relativas al punto de vista adoptado y a los fines que
se persiguen en relación al problema tratado. Teniendo en cuenta lo anterior
resultan muy importantes en el caso de investigaciones aplicadas, pues en ellas
el saber que se logra tiene por objeto resolver problemas prácticos, y no sólo
de conocimiento. Sin algún tipo de recomendación, entonces, la indagación
resultaría de algún modo incompleta; pues le faltaría responder a las
necesidades concretas de las que ha surgido.
Hay que tener en cuenta, de todas maneras,
que las recomendaciones no pueden hacerse totalmente en abstracto; si se
entiende que las mismas implican una acción, o un posible curso de acción, se
comprenderá que deben ser elaboradas teniendo en cuenta a quién van dirigidas,
quiénes son las personas, empresas o instituciones que pueden estar
interesadas en conocerlas y eventualmente en aplicarlas. Su redacción, sentido
y grado de precisión habrán de tener en cuenta entonces tal cosa, para que no
resulten inútilmente vacías. Conviene apuntar, en tal sentido, que es del todo
injusta la crítica que se hace a veces a muchos trabajos cuando se dice, por
ejemplo, que "no proponen nada concreto, se limitan a analizar los hechos
sin derivar posibles soluciones". En general los críticos que así se
expresan pierden por completo de vista que no es obligación de un científico el
cambiar el mundo, aún para mejorarlo, y que la tarea de plantear soluciones
prácticas a los problemas reales escapa a los límites propios de la indagación
científica. Esta se define por resolver problemas cognoscitivos, no de acción,
aunque de los primeros puedan extraerse lógicamente interesantes corolarios
que ayudan a resolver los últimos.
3.4.2. Los Apéndices
Los apéndices,
a veces llamados también anexos, son
secciones relativamente independientes de una obra que ayudan a su mejor
comprensión y que permiten conocer más a fondo aspectos específicos que -por su
longitud o su naturaleza- no conviene tratar dentro del cuerpo principal. Son
elementos accesorios que pueden interesar tal vez a algunos lectores, o que
conviene incluir para dar una información más completa sobre los temas tratados
pero que, en definitiva, resultan de algún modo prescindibles. Esto último no
implica que deban ser desdeñados como agregados sin importancia; por el
contrario ellos son, muchas veces, un elemento enriquecedor del discurso
principal que hace que éste cobre mayor relieve, sea comprendido más a fondo o
pueda ser objeto de subsiguientes investigaciones. Se colocan luego de las
conclusiones y recomendaciones pero antes de la bibliografía.
Son muy variados los materiales que en un
informe de investigación pueden incluirse como apéndices. La decisión en tal
sentido queda por completo en manos de quien lo redacta, pues él será quien
conozca mejor qué elementos serán los que puedan apoyar mejor su exposición.
Sólo a título ilustrativo mencionaremos seguidamente algunos contenidos que es
frecuente encontrar dentro de una sección de apéndices. Ellos son:
v Documentos completos que se han citado
fragmentariamente durante el desarrollo del trabajo, pero que es prudente
colocar para permitir que el lector aprecie el contexto dentro del cual se han
extraído las citas o referencias. Esto sucede especialmente con textos
históricos, leyes, artículos breves, etc.
v Listas, alfabéticamente ordenadas, de
abreviaturas o siglas que aparecen en el texto.
v Datos concretos sobre instrumentos de
investigación utilizados. Estos pueden ser especificaciones técnicas sobre aparatos
o útiles de laboratorio, materiales empleados, etc. Del mismo modo es necesario incluir los
instrumentos o pautas que se han utilizado para recoger observaciones sistemáticas,
los cuestionarios empleados en investigación social de campo, las pautas de
entrevistas y otras herramientas similares usuales en la investigación social.
v Dibujos, diagramas, fotos o cualquier otro
material gráfico que no resulta conveniente incluir en el texto principal
porque podría dificultar su lectura continua. Es preciso en tal caso hacer una
selección muy cuidadosa, para no caer en la incongruencia de presentar recién
en los apéndices el material que precisamente podría resultar más interesante o
útil.
v Lo mismo sucede con los gráficos, tablas y
cuadros estadísticos. Cuando hay una gran cantidad de ellos se recomienda
sólo presentar en el cuerpo del trabajo aquellos que resulten necesarios para
la comprensión de lo tratado, dejando para los apéndices el material que no se
analiza, que tiene poco interés general o que es solamente complementario.
Nunca, sin embargo, hay que dejar los cuadros que se examinan en el texto fuera
de éste, pues ello obliga al lector a un tedioso esfuerzo de pasar páginas
hacia atrás y hacia adelante que en nada puede favorecer la mejor comprensión
de lo que se expone en la obra.
v También suelen incluirse en los apéndices los
cálculos efectuados para determinar el error muestral, así como otras
operaciones semejantes que permiten al lector acucioso verificar la exactitud
de los análisis y de las mediciones.
v En general, toda clase de precisiones sobre la
metodología: calidad de las fuentes, aclaraciones sobre trabajos de campo,
explicación de las técnicas de medición, etc., que, por su longitud pudieran
perturbar la lectura del texto principal.
v Glosarios, definiciones de conceptos y notas
biográficas organizadas.
v Cronologías y otras diversas tablas que
permiten situar mejor la exposición precedente.
En fin, como podrá apreciarse, la lista de
posibles materiales es extensa y variada. Cabe al autor organizar los mismos y
numerarlos (o identificarlos con letras) para poder citarlos con exactitud
durante las páginas dedicadas al desarrollo.
3.4.3. La Bibliografía
Por bibliografía entendemos una lista
completa de las fuentes escritas que han servido para elaborar un trabajo. Esta
definición tan amplia engloba por lo tanto no sólo los textos citados en la
obra sino también aquellos que han servido como referencia, como lecturas
básicas o complementarias, y como documentación general relativa al tema. Se
incluyen tanto libros como artículos científicos, publicaciones periódicas,
ponencias, artículos de prensa y, en definitiva, cualquier publicación
utilizada. Las mismas se presentan ordenadas alfabéticamente de acuerdo a los
nombres de sus autores, según normas generalmente aceptadas sobre la material.
La lista de entrevistas realizadas, sin embargo, no puede incluirse en la
bibliografía: ella puede aparecer como un apéndice pero no en esta sección, que
se destina exclusivamente al recuento de las fuentes secundarias empleadas.
Una bibliografía tiene por objeto permitir
que el lector reconstruya, de algún modo, el trabajo realizado, dándole la
posibilidad de corroborar las fuentes empleadas, de profundizar sobre el tema
y de ampliar sus conocimientos al respecto.
Otorga seriedad al esfuerzo efectuado porque lo hace transparente a la
crítica y porque además lo sitúa con respecto a la tradición intelectual ya
existente. Por eso es necesario elaborarla con cuidado, no omitiendo ninguna obra
utilizada -por más parcialmente que esto se haya hecho- pero sin caer tampoco
en la tentación de abultar la lista mediante el recurso de colocar en ella
títulos que se conocen apenas de nombre. Salvo en trabajos muy breves, en
ensayos libres o en artículos de prensa, así como en informes técnicos
concretos y muy específicos, en los demás casos la bibliografía resulta siempre
indispensable. Debe ubicarse luego de los eventuales apéndices y antes del
índice general o de los diversos índices que se elaboren.
Cuando la bibliografía es muy amplia o muy
variada en sus características conviene subdividirla en listas parciales. Puede
así haber una bibliografía general y otras específicas a cada parte de la obra,
o una bibliografía por temas, por tipo de material consultado (libros,
artículos, periódicos, etc.), o por capítulos.
No recomendamos mucho esta última alternativa porque en tal caso los textos
mencionados tienden inevitablemente a repetirse, con lo que se produce una
sensación de dispersión poco conveniente. En casos muy especiales la
bibliografía puede ordenarse mediante una secuencia cronológica y no
alfabética.
3.4.4. Los Índices
Un índice
general, o tabla de contenidos, es una enumeración de los títulos y
subtítulos que aparecen en un trabajo a cada uno de los cuales le sigue el
número de página en que el mismo se halla. Su objetivo consiste en proporcionar
al lector un modo rápido de enterarse de la estructura básica del trabajo, lo
cual se logra si cada título refleja adecuadamente el contenido de la sección
que encabeza. Esto, que parece tan elemental, requiere sin embargo de un
esfuerzo de síntesis por parte del autor, pues hay que lograr que en muy pocas
palabras se identifique la materia tratada. El índice general de un trabajo es
uno de los primeros elementos que el lector experimentado busca en un libro,
por lo que es preciso que sea lo suficientemente detallado como para dar a
conocer los lineamientos básicos de su contenido, pero no tanto como para que
éste no pueda percibirse de una rápida ojeada. La clara diagramación también
resulta muy importante para lograr esto último, pues permite jerarquizar
adecuadamente las diferentes divisiones del trabajo.
Precisamente para permitir un más rápido
acceso al índice general éste suele ser la última parte de un texto, aunque hay
autores (o editores) que tienen por costumbre colocarlo al comienzo, antes del
prólogo. Cuando un trabajo posee una longitud que obliga a dividido en varios
tomos conviene, por razones prácticas, que en cada uno de ellos aparezca el
índice de las materias tratadas; puede colocarse un índice general completo al
principio del primer tomo y/o al final del último.
Desde el punto de vista del investigador el
índice es una resultante del esquema expositivo que éste ha empleado para ir
escribiendo su trabajo. Representa la concreción de la lógica interior que lo
estructura y refleja, por lo tanto, también la lógica inherente al proceso de
investigación. Podríamos decir que, a medida en que se van desarrollando los
diversos puntos de un esquema expositivo y se van redactando los materiales
correspondientes, dicho esquema va transformándose en el índice definitivo de
la obra.
Existen otros tipos de índices, más
específicos, que se han ideado para facilitar el manejo de los textos, especialmente
en el caso de trabajos de medianas o grandes dimensiones. Uno de ellos es el
conocido índice de nombres, llamado
también índice onomástico. En dichas
listas figuran, ordenados alfabéticamente, los nombres propios personales o
geográficos que aparecen en el texto; a cada uno de ellos les siguen los
números de las páginas en que se los ha mencionado. Este tipo de ordenamiento
sirve para que puedan encontrarse con facilidad las referencias que se hacen a
tales personas, lugares o instituciones, de modo de acceder a la información
que requieren especialistas o lectores particularmente interesados en aspectos
concretos.
Los índices
de materias o de contenidos
presentan, por su parte, un listado de conceptos o ideas ordenados de la misma
forma que acabamos de mencionar. Ellos son sumamente útiles para quien vaya a
utilizar un trabajo como punto de apoyo para sus investigaciones, pues permiten
encontrar en un texto -a veces largo- el conjunto de referencias que se hacen a
un determinado tema o punto específico. Tales índices no son, en realidad,
fáciles de construir: requieren de una lectura minuciosa para incorporar todas
las menciones que se encuentren y para no omitir los casos en que ciertos
conceptos son tratados pero no nombrados directamente en una página. Muchas
veces los autores prefieren elaborar un índice que incorpore, simultáneamente
la lista de materias y la de nombres propios, lo cual puede resultar bastante
conveniente en trabajos no excesivamente voluminosos.
Cuando en una obra aparecen muchos cuadros
estadísticos, tablas, gráficos, mapas, diagramas, o ilustraciones, es
aconsejable también elaborar índices específicos para cada tipo particular de
material. Los mismos no se ordenarán alfabéticamente sino por la secuencia del
número de páginas; tal como en el caso de un índice general.
Todos los índices que acabamos de mencionar
deben colocarse después de la bibliografía y antes del índice general, salvo
que éste sólo se incluya al comienzo de la obra. En tal caso con ellos habrá de
cerrarse el trabajo.
PARTE II:
EL PROCESO DE ELABORACIÓN Y REDACCIÓN
CAPÍTULO 6
LA ELECCIÓN
DEL TEMA
6.1. ÁREA TEMÁTICA Y PLANTEAMIENTO DEL
PROBLEMA
D
|
edicaremos
este capítulo a examinar los problemas que más frecuentemente surgen en las
fases iniciales de todo trabajo indagatorio, en el supuesto de que ello puede
resultar de interés para quienes se propongan, desde sus inicios, la tarea de
elaborar una tesis. Si el lector ya ha resuelto tal cuestión -y tiene
suficiente experiencia en cuanto a investigar- podrá pasar directamente al
capítulo siguiente.
Partiremos esbozando una distinción
conceptual que creemos necesaria: no es lo mismo escoger y delimitar un área
temática que plantearse un problema de investigación. Lo primero indica
simplemente que se ha definido un campo de trabajo, un terreno de estudio,
sobre el cual podrá o no hacerse una indagación científica. Plantearse un
problema, en cambio, significa haber encontrado algún punto que amerita realizar
una indagación puesto que, sobre el mismo, hay insuficientes o poco confiables
conocimientos.
Un área temática es algo que el
investigador encuentra -en la abrumadora mayoría de los casos- previamente establecido;
en el curso del desenvolvimiento de una disciplina se va produciendo un proceso
de especialización y delimitación de campos que permite subdividirla en áreas
cada vez más específicas, a medida en que se acumulan y desarrollan los
conocimientos respectivos. Así, por ejemplo, hoy nadie estudia física en
general, sino que se concreta a la investigación en alguno de sus campos:
óptica, electrónica, física del estado sólido, etc. Esas especialidades, sin embargo, resultan
todavía demasiado amplias para quien pretenda iniciar un trabajo de
investigación: la electrónica, para citar sólo un caso, es hoy un vasto campo
de trabajo en el que se encuentran innumerables áreas particulares. Lo mismo,
por cierto, ocurre con el derecho, la medicina o la sociología. En cada caso el
tesista o el investigador habrá de seleccionar un campo concreto, porque la
investigación científica no se realiza en términos generales sino definiendo
problemas específicos dentro de áreas particulares del conocimiento: la
aplicación del derecho laboral en zonas rurales, el estudio de una cierta enfermedad,
las condiciones de vida de determinados grupos sociales, etc.
Un problema de investigación es, por otra
parte, un conjunto de interrogaciones que nos hacemos en relación a algún
aspecto de la realidad. Es algo que, precisamente, no conocemos, acerca de lo cual nos formulamos preguntas, puesto
que no existe todavía un conocimiento establecido al respecto. Por ello, un
problema es algo que se plantea a un investigador también como sujeto a
diferencia de un área temática, que existe de por sí, como producto del
conocimiento ya acumulado. Ya no es hoy un problema de investigación
determinar la distancia que media entre la Tierra y el Sol, aunque si lo fue
hace algunos siglos; pero sigue siendo un área temática para los astrónomos
todo lo relativo al conocimiento de la órbita terrestre. Son problemas de
investigación (o de conocimiento), del mismo modo, el saber por qué un
determinado material posee cierto coeficiente de elasticidad o averiguar la
forma en que ha evolucionado la tasa de divorcio en una sociedad concreta.
Aclarada así la diferencia entre, los dos
términos que nos ocupan pasaremos a ver, seguidamente, cómo es posible seleccionar
un tema de trabajo y un problema de investigación que resulten accesibles al
tesista y faciliten el desarrollo de su trabajo, sin desmedro de la calidad
del mismo.
6.2. CRITERIOS DE SELECCION
En muchos casos, dentro de la vida
científica y académica, la selección del tema no es realizada por el propio
investigador: hay líneas de indagación que fijan los equipos de trabajo,
departamentos o institutos, temas que son propuestos o exigidos durante la
práctica docente y problemas de investigación que se presentan de un modo casi
natural, remitiendo sin mayor esfuerzo hacia un área temática específica.
Pero, en otras circunstancias, las cosas se
presentan de un modo totalmente diferente. Nos referimos al caso opuesto, al
momento en que un estudiante se enfrenta a la tarea sin duda riesgosa de
determinar el tema que servirá de eje a su tesis, ya sea ésta de pre o de post-grado,
sin haber encontrado un asesoramiento oportuno. En tales casos sabemos que no
es poca la angustia que se genera en el tesista, puesto que es fácil comprender
que de tal decisión depende el tipo de trabajo a realizar durante un lapso
relativamente largo y hasta la misma calidad de su resultado final.
Es cierto que, en muchas instituciones, tal
elección no es dejada al albedrío del estudiante. Es comprensible que así se
proceda en la medida en que parece necesario encauzar adecuadamente sus esfuerzos
para evitar que éste se enfrente a temas impropios para el nivel en que se
desenvuelve. Pero no es conveniente, creemos, ejercer en tal sentido una
presión excesiva, que resulte en una imposición de la temática a investigar.
En tal caso se perdería la indispensable motivación que es sin duda necesaria
para efectuar un trabajo de dimensiones
considerables, debilitando la voluntad y el nivel de creatividad que requieren
el quehacer científico. En todo caso es necesario distinguir entre la
sugerencia de áreas temáticas definidas, lo cual puede ser importante para
orientar el uso de los recursos existentes y facilitar la acumulación de conocimientos
en cierta dirección, y la formulación del problema concreto a investigar, que
se refiere a las preguntas específicas a las que pretende satisfacer la
indagación. En este último nivel, en general, parece ser adecuado que el
tesista defina su proyecto de acuerdo a sus inclinaciones y
preferencias.
Suele
decirse que un trabajo de tesis debe versar sobre un tema significativo para el
avance del conocimiento y que la tesis ha de ser original, creativa, rigurosa desde el
punto de vista metodológico y actualizada en su teoría. Los reglamentos
existentes dejan siempre un margen relativamente amplio para la interpretación,
y son variados los consejos y recomendaciones que se dan en cada lugar y
oportunidad. Nuestro punto de vista es que debe encontrarse un cierto balance
entre las exigencias inevitables que supone un trabajo de envergadura
y las limitaciones concretas que siempre existen, y que sería ilusorio negar.
En ese sentido creemos que no debe exigirse a las tesis una perfección
inalcanzable -exagerando el difuso concepto de originalidad, por ejemplo, o
imponiendo sólo ciertos temas a los estudiantes- pero sin caer en el extremo
opuesto, en una permisividad que degradaría el nivel de los trabajos.
Como todo esto tiene directa relación, en
principio, con el área temática a trabajar, no estará de más que anotemos aquí
algunas sugerencias referidas a la forma en que ésta puede escogerse. Las más
importantes, según nuestra experiencia, pueden resumirse como sigue:
a) Buscar un Problema de Investigación
que Resulte de Real Interés para el Tesista:
Aunque parezca obvio es indispensable
recordar que una tesis implica un esfuerzo considerable, pues normalmente se
exige de ella un nivel de calidad al que -por supuesto- no está acostumbrado el
estudiante. Este deberá apelar a todas sus capacidades para lograr superar los
escollos, diversos e imprevistos, que se le irán presentando. Probablemente
tenga que consagrarse a la tarea durante un tiempo nada breve, que puede
oscilar entre algunos meses y un par de años. Todas estas dificultades se
simplifican enormemente si se posee un sincero y auténtico interés hacia el
tema sobre el cual se investiga y se escribe. Si realmente deseamos conocer la
respuesta a los interrogantes que se plantean en nuestro proyecto, si
-insistimos- existe una efectiva curiosidad intelectual por saber cuál será el
resultado de nuestra indagación, haremos entonces casi todas las tareas con
gusto, sin que nos pesen demasiado, logrando concentrar mucho mejor nuestras
energías.
Es por eso que al realizar el examen de las
posibilidades que se le abren concretamente, el tesista debe tratar de asumir
de manera conciente el verdadero alcance de sus intereses subjetivos, de lo que
en propiedad le interesa o le desagrada. Lo mismo es válido no sólo para las
tesis sino, naturalmente, para cualquier trabajo de investigación.
b) Escoger una Temática Conocida
Una tesis se propone, entre otros fines,
aportar nuevos conocimientos a alguna disciplina del saber humano. Por más que
tal meta no se torne de un modo totalmente estricto y que se acepten ciertas
limitaciones en este objetivo central, siempre se requerirá de un esfuerzo de
creación intelectual relativamente amplio, que supone el conocimiento de lo ya
existente en la materia a trabajar. Resulta claro, entonces, que es preciso
conocer de un modo bastante acabado el ámbito en que se habrá de desarrollar
la investigación: no se puede pretender aportar "nuevos"
conocimientos si no se tiene una idea bien definida acerca de cuáles
son los ya existentes.
Por ello, naturalmente, conviene centrar
nuestro problema de investigación dentro de un área
temática que nos resulte, de algún modo, bastante familiar. Tal conocimiento
puede provenir de lecturas sistemáticas, de cursos o seminarios en que se haya
participado o de haber realizado un trabajo práctico en el campo de acción
correspondiente. En todo caso no hay que desdeñar la ventaja que esa plataforma
de conocimientos significa y es preciso, al contrario, saberla utilizar. No es
fácil, aún así, llegar a producir aportes al desarrollo de una disciplina,
porque esto significa en cierta forma haber alcanzado una especie de frontera
en cuanto a los problemas que se plantea la misma. Por eso es que recomendamos
a todo tesista evaluar el estado actual de sus conocimientos, para evitar un
trabajo de estudio y actualización que puede llegar a resultar desmesurado y
para eludir otro riesgo, de lamentables consecuencias: encontrar, en el curso
de la investigación, que ya se ha realizado un estudio casi idéntico. Hay que
recordar siempre, pues, que plantear adecuadamente un problema de investigación
implica conocer a fondo el área temática en que el mismo se ubica.
Si el estudiante no tiene la menor idea de
qué son los QUASARS, por ejemplo, o si posee acerca de tales objetos
conocimientos que apenas si superan el nivel de la divulgación científica, será
imposible que se formule más que interrogantes generales, poco interesantes en
definitiva, que ya seguramente han resuelto los especialistas o que no se
pueden esclarecer todavía porque falta la indispensable acumulación de
conocimientos al respecto.
En el campo de las ciencias sociales se
produce además otro fenómeno, de perturbadoras consecuencias: el investigador
novel tiene a veces la impresión de que domina un cierto tema, o de que puede
hacer sobre el mismo interesantes reflexiones. Pero, una vez que lo aborda
seriamente, comprende que tiene sobre ello apenas algunas prenociones, vagas e
inconexas, que conforman más una posición ideológica que una sólida teoría.
Esto es frecuente si se piensa en objetos de estudio tales como el hábito del
consumo de drogas, la corrupción administrativa, las desigualdades sociales o
la conducta sexual, donde todos parecemos tener ya una posición tomada. En
estos casos, inusuales en el ámbito de las ciencias naturales, es conveniente
que el estudiante haga una prudente consulta bibliográfica aún antes,
inclusive, de emprender la elaboración de una monografía.
c) Buscar Áreas de Trabajo en las que
Pueda Contarse con una Ayuda Efectiva.
Esta recomendación, como las otras, parece
realmente elemental y poco discutible. Pero estamos tan acostumbrados a ver el
caso de estudiantes que se empeñan en lograr lo inalcanzable que no dudamos en
dedicar unos pocos párrafos a este simple pero eficaz consejo. Son varios los
elementos a los que nos referimos en este caso, todos ellos directamente relacionados
con los diversos recursos que son necesarios para emprender una investigación.
Veamos esto con un poco más de detalle.
Un primer elemento a considerar es la
disponibilidad de datos pertinentes a la cuestión en estudio. Si estos escasean
o son difíciles de hallar, en principio, estaremos ante un interesante desafío
que puede incluso realzar el valor de la tesis a efectuar. Pero, más allá de
cierto punto, tal dificultad se puede convertir en una muralla imposible de
escalar, especialmente con los limitados recursos materiales que habitualmente
posee un tesista. Por ello, en tal sentido, aconsejamos un poco de lo que suele
llamarse realismo: conviene dejar para otra oportunidad tan ambiciosa meta y
encaminar nuestros esfuerzos hacia problemáticas tal vez algo menos originales,
pero en todo caso factibles de explorar dentro de las condiciones existentes.
Lo mismo podríamos decir, prácticamente, en cuanto a la disponibilidad de
otros elementos que en ocasiones resultan indispensables para el desarrollo de
una indagación científica: existencia de laboratorios, materiales y equipos,
ayudas financieras para la realización de trabajos de campo, acceso a fuentes
de documentación o a personas que poseen información imposible de obtener de
otra manera, etc.
Lo anterior tiene relación, básicamente, con
lo que podríamos llamar los aspectos materiales de la investigación. Pero hay
otro elemento que en ocasiones suele pasar inadvertido, aunque siempre incide
en el adecuado desarrollo de una tesis: estamos hablando de la presencia activa
de un tutor, en el pleno sentido de lo que significa ese importante rol. Si el
tesista tiene la oportunidad de contar con alguien capaz de orientarlo
desinteresadamente en su trabajo y que, respetando sus inclinaciones y puntos
de vista, sea capaz a la vez de apoyarlo de modo constructivo, conviene que
busque el modo de mantener una relación de trabajo tan fructífera y positiva.
Es cierto que una feliz combinación de
cualidades como la mencionada no se suele encontrar con frecuencia. Pero, en
todo caso, conviene tener presente que es mejor hacer ciertas concesiones en
materia de elección temática que intentar trabajar sin el concurso de las
orientaciones que puede proporcionar una persona más experimentada. Un tutor
que trabaja con desgano, sólo como en respuesta a una designación administrativa,
o uno que busca simplemente en el tesista una especie de dócil continuador de
sus puntos de vista, se convierte en un lastre, en un impedimento que hace aún
más difíciles las de por si complejas tareas de toda investigación. De allí
que sea conveniente que el tutor también posea algún interés personal en el
área del trabajo, de modo que pueda compartir cierto entusiasmo por la labor
que se efectúa.
d) Seleccionar un Tema Bien Concreto
y Accesible
Es pertinente recordar aquí que la ciencia
ha progresado casi siempre por medio de la acumulación de aportes individualmente
reducidos, no a través de bruscos saltos en que se replantean todos los
conocimientos anteriores o se construye desde sus raíces una nueva teoría. De
allí que el pensamiento científico se ocupe primordialmente de resolver
problemas concretos de conocimiento, es decir, específicos y bien delimitados.
Por ello es necesario que el investigador haga un esfuerzo para ir acotando el
área dentro de la cual habrá de plantear su pesquisa, porque de ese modo podrá
formular -en consecuencia- un problema de investigación que sea efectivamente
capaz de resolver.
Para lograr lo anterior es preciso,
como decíamos, conocer ya en cierta medida las áreas que son posible objeto de
nuestro interés: sólo de ese modo podrá encontrarse una delimitación que
resulte apropiada tanto teórica como prácticamente. Lo primero significa que la
delimitación temática no debe ser arbitraria, para de esa manera restringirse a
un campo del saber que tenga coherencia interior. Si el tema de un trabajo es,
por ejemplo, la balanza comercial de un país, no podrá dejarse de lado
-razonablemente- el estudio de las paridades internacionales de su moneda,
puesto que este último aspecto incide decisivamente sobre el anterior. El
sentido práctico de la delimitación es, en cambio, bastante más evidente: se
comprende que no resulta necesario ni posible hacer un estudio de actitudes
frente al aborto en todas las poblaciones de una nación con los recursos
habitualmente limitados de un tesista.
Conviene al estudiante, entonces, no
desdeñar aquellas posibilidades de trabajo que pueden parecerle tal vez un
tanto simples, como carentes de vuelo, si en los demás respectos ellas son
adecuadas para iniciar una investigación provechosa. De este modo logrará
conocer mejor el campo de conocimientos en que se desenvuelve, pues la
restricción de su amplitud permitirá una más completa y eficaz búsqueda bibliográfica.
Tendrá ocasión también de evitar que su investigación adquiera proporciones
desmedidas, pues siempre el desarrollo de la misma nos lleva a encontrar que
las cosas resultan más complejas de lo que inicialmente parecían. Y, por
último, aunque no menos importante, estará en mejores condiciones para
plantearse un problema accesible, que pueda ser resuelto mediante sus esfuerzos
intelectuales.
6.3. EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Una vez seleccionado un adecuado campo de
trabajo el investigador tendrá que plantearse las preguntas que acerca del
mismo se hace, es decir, tendrá que definir qué nuevos conocimientos puede
buscar dentro de tal área. La experiencia indica que es normal que esa tarea
se vaya haciendo simultáneamente con la propia delimitación del área temática,
en un proceso durante el cual se van delineando poco a poco todas las
características básicas de la investigación proyectada. El problema que el
tesista se proponga resolver determinará, por otra parte, el tipo de investigación
que a la postre se realice.
El planteamiento de un problema concreto,
bien definido y factible de ser resuelto, presenta dificultades similares a
las de la delimitación de un tema. Es normal que muchos investigadores, si no
casi todos, muestren una evidente resistencia mental hacia esta tarea, como si
hubiese una predisposición psicológica hacia la elección de campos de trabajo
demasiado amplios. Ello es, en definitiva, bastante natural. El ser humano
suele estar interesado en preguntas y respuestas generales y se inclina poco
-espontáneamente- hacia los pormenores, a veces tediosos, de la investigación
científica. Tanto las preocupaciones vitales y prácticas, como, en el otro
extremo, las inquietudes filosóficas y especulativas, coinciden en formularse
interrogantes amplios, que no es posible satisfacer por medio de la actividad
científica normal. Esta procede por etapas, analíticamente, y sólo después de
muchas investigaciones particulares puede comenzar a dar respuestas a esa búsqueda
de tipo general.
Es lógico que nos preguntemos, como seres
humanos, si hay vida fuera de la Tierra o por qué existen las guerras, por
ejemplo. Pero ese no es el nivel, por cierto, de los problemas que
fructíferamente puede abordar el trabajo científico, y mucho menos el que
corresponde a una tesis. Pareciera existir así una oposición entre nuestras
inquietudes como hombres y el nivel de restricción que resulta necesario para
desarrollar una seria indagación sobre la realidad. No se trata en este caso de
la capacidad intelectual, ni siquiera de la experiencia que posea el
investigador: grandes pensadores, desde la antigüedad hasta nuestros días, se
han dejado llevar por esa tendencia del espíritu humano que ha producido gran
parte de la filosofía y de la teología, buscando satisfacer las preguntas
permanentes que nos hacemos como hombres. Pero, reconociendo que tal cosa
resulta inevitable, es preciso distinguir las preocupaciones religiosas o
filosóficas básicas de las preguntas que, de hecho, pueden responderse mediante
la actividad científica. Si no se lo hace así se arribará a un deterioro de
los resultados de la investigación, pues llegaremos enseguida a afirmar lo que
nos propone el sentido común, o a elaborar las opiniones vulgares, pero difícilmente
a un tipo de conocimiento que pueda superar las pruebas de la rigurosa
verificación.
Es por esto que formular un problema de
investigación concreto y accesible resulta siempre de un esfuerzo consciente,
de una búsqueda de definiciones y precisiones que se opone, en alguna medida,
a nuestras más directas inclinaciones. De allí también que convenga detenerse a
elaborar un anteproyecto de investigación, pues ese breve documento nos
permitirá cristalizar las ideas que se nos presenten, y que de otro modo
resultarían mucho más vagas e imprecisas. En este mismo sentido debemos apuntar
que es en las fases más tempranas de la investigación, cuando todavía no se han
precisado nítidamente las líneas que la conforman, que un asesoramiento
metodológico puede resultar más efectivo y útil.
6.4. TIPOS DE TESIS
El planteamiento de un problema, por otra
parte, está estrechamente relacionado con otra decisión que debe hacer el
tesista: la de definir el tipo de investigación que irá a realizar. De acuerdo
al problema de conocimiento a resolver se establecerán, naturalmente, los
objetivos de la indagación, pues estos hacen explícitos los fines que el
trabajo se propone, y que se tienen que corresponder con el problema
planteado. Los objetivos son, a su vez,
el elemento que más claramente nos indica el tipo de investigación que se
efectúa.
No es posible tratar aquí,
extensamente, de todos los tipos posibles de investigación existentes; el
lector podrá comprobar, sin duda, que el tema no se pasa por alto en la bibliografía.
Pero, dado que en muchas ocasiones existen dudas con respecto al tipo de
investigación que resulta aceptable para una tesis, y debido que al respecto
también existen normas y costumbres establecidas, resulta oportuno dedicar algunas
páginas al tema.
En primer lugar debemos decir que no
existe un criterio único, exhaustivo, que nos permita abarcar a toda la amplia
gama de investigaciones científicas que se realizan; ellas pueden clasificarse
atendiendo a diversos aspectos simultáneamente, con lo cual se oscurecen las
líneas divisorias que pudieran trazarse entre los diversos tipos. En segundo
lugar hay que agregar que no existe un acuerdo completo entre los diversos
autores con respecto a este tema, por lo que es fácil encontrar posiciones hasta
cierto punto discrepantes. Hecha esta advertencia pasemos, ahora sí, a
considerar algunos tipos básicos de investigación.
6.4.1. Investigaciones Exploratorias,
Descriptivas y Explicativas
Desde el punto de vista de los objetivos
internos de la investigación, es decir, de acuerdo al tipo de conocimientos
que se desean o pueden obtener, las investigaciones suelen dividirse en los
tres tipos que mencionamos en el subtítulo.
Son investigaciones exploratorias aquéllas
que sólo se proponen alcanzar una visión general, aproximativa, del tema en
estudio. Se realizan generalmente cuando predomina alguna de las siguientes
circunstancias: a) el tema escogido ha sido poco estudiado hasta el momento y
no existe sobre el mismo un conocimiento tal, que permita formular hipótesis
precisas o hacer una descripción sistemática; b) cuando aparecen, en un campo
de estudios determinado, nuevos fenómenos que, o bien no se conocen aún
exactamente, o es imposible comprender sobre la base de las teorías
existentes.
No recomendamos, sinceramente, que un
tesista se proponga realizar una indagación de tal tipo. Por un lado porque
ellas, aunque sean sin duda bien interesantes, son en realidad muy complejas y
difíciles: el investigador no tiene modelos teóricos o prácticos de referencia,
no hay una bibliografía amplia a consultar, el nivel de creatividad exigido es
ciertamente elevado. Por otra parte, por la misma novedad del tema, existe
una fuerte incertidumbre con respecto a los resultados que concretamente se
podrán obtener. Es posible que el tesista, luego de mucho esfuerzo, se
encuentre con las manos prácticamente vacías, o que el conjunto de sus
proposiciones se asemeje más a un texto filosófico o ideológico que a un
trabajo científico. Por tales razones son previsibles reacciones negativas
tanto de los organismos que evalúan los proyectos de investigación corno de
los jurados examinadores, y el estudiante se expone a riesgos que en realidad
no tiene por qué correr. Considérense, a modo de ejemplo, las dificultades que
ha supuesto el acercarse a los fenómenos parapsicológicos, el estudio del
comportamiento de animales en libertad, o el análisis de las reacciones que
sufre el cuerpo humano en condiciones de ingravidez. En el caso de tesis
doctorales, sin embargo, se hace mucho más lógico aceptar los retos que este
tipo de investigación entraña.
Las investigaciones descriptivas se proponen conocer grupos homogéneos de fenómenos
utilizando criterios sistemáticos que permitan poner de manifiesto su
estructura o comportamiento. No se ocupan, pues, de la verificación de
hipótesis, sino de la descripción de hechos a partir de un criterio o modelo
teórico definido previamente. A nuestro entender, sobre ellas es que se
edifica una enorme proporción del conocimiento científico: sin las pacientes y
cuidadosas descripciones de astrónomos o naturalistas, por ejemplo, resultarían
inconcebibles las modernas teorías que organizan hoy el conocimiento de esas
ciencias. A pesar de esto es preciso advertir al lector que, en muchas escuelas
y carreras universitarias se tiende a desestimar tal tipo de investigación. Hay
quienes tienden a pensar -guiados por un criterio que no compartimos, y que
parece exhibir cierto desconocimiento en materia de historia de la ciencia-
que sólo las indagaciones explicativas, con rigurosa prueba de hipótesis,
merecen el nombre de investigación. El tesista, entonces, se ve limitado a
encontrar su problema dentro de ese ámbito más reducido.
A nuestro entender son las investigaciones
descriptivas las más recomendables para una tesis de pregrado. Ellas permiten,
sin duda, poner de manifiesto los conocimientos teóricos y metodológicos de su
autor, pues una buena descripción sólo se puede hacer si se domina un marco
teórico que permita integrar los datos y, a la vez, se tiene el suficiente
rigor como para que estos sean confiables, completos y oportunos. Ellas
permiten, además, ir sedimentando conocimientos que serán utilizados luego por
otros tesistas o científicos, de modo tal que su utilidad se proyecta mucho más
allá de sus límites estrictos. Una Escuela de Agronomía puede ir logrando, por
esta vía, un completo conocimiento de los suelos de una región, por ejemplo; el
tesista tal vez sienta que no está haciendo un trabajo que vaya a revolucionar
la ciencia pero, en contrapartida, sabrá que sus esfuerzos resultarán de
interés para muchos y serán posteriormente utilizados. Dentro de las infinitas
posibilidades que se abren en este terreno cabe mencionar otros ejemplos, para
estimular la búsqueda del lector: descripciones de especies de la fauna o la
flora que todavía no se hayan
realizado o completado; del comportamiento de ciertos materiales; de sucesos
históricos; de algunas de las variables -producción por ramas, empleo,
exportaciones e importaciones, etc. - que son indispensables para conocer la
economía de una nación; de comportamientos, expectativas y modos de vida de
diferentes grupos sociales, etc.
Cabe reconocer, en este punto, que las
investigaciones descriptivas no se distinguen de las explicativas por un límite
bien preciso y marcado. Si la descripción de un fenómeno es suficientemente
completa, si se relacionan entre sí las variables que utilizamos para hacerla,
y si se emplean adecuados criterios teóricos para analizar los datos tendremos,
al final de nuestra descripción, algo más que una simple visión panorámica de
lo que nos ocupa: estaremos en condiciones de entenderlo, en el sentido más
completo de la palabra, lo cual supone llegar a una explicación. De allí que,
en este sentido, es importante que el tesista no se debata en medio de lo que
llamaremos un falso problema, una distinción terminológica que no se
corresponde con una paralela diferencia conceptual.
Ya acabamos de referimos a las
investigaciones explicativas.
Anotemos que ellas se proponen, mediante la prueba de alguna hipótesis,
encontrar relaciones entre variables que nos permitan conocer por qué y cómo se
producen los fenómenos en estudio. Este tipo de trabajo implica, entonces, que
los objetos a estudiar ya son conocidos de un modo suficiente es decir, que
contamos con una descripción de los mismos. De otro modo no podríamos elaborar
hipótesis precisas, que pudieran ser puestas a prueba, o trabajaríamos
meramente al tanteo, casi especulativamente.
La verificación de una hipótesis impone una
disciplina metodológica bastante severa, por ello no aconsejamos emprenderla
si no se tienen adecuados conocimientos al respecto. Es indispensable en todo
caso, especialmente en pregrado, una constante asesoría tutorial. El estudiante
que logra realizar felizmente una tesis de este tipo
puede demostrar, entonces, que es capaz de dominar un instrumental metodológico
bastante completo, y que posee el dominio de, al menos, un tema bien
específico dentro de su campo de estudios. Pero, contrabalanceando lo anterior,
tal tema habrá de ser por fuerza muy limitado, pues no es habitual que la
verificación se pueda realizar rigurosamente cuando una hipótesis es amplia y
general.
La conveniencia de emprender investigaciones
explicativas varía grandemente de acuerdo al campo de conocimientos que
consideremos. El estudiante de ciencias sociales, por ejemplo, encontrará que
le resulta muy difícil –y a veces hasta arbitrario- el aislamiento de las
variables en estudio; verá, por otra parte, que aunque alcance a verificar su
hipótesis ésta sólo cobrará sentido en el marco de un contexto mucho más
amplio, al que habrá que hacer referencia necesariamente para que su estudio no
quede como parcelado del entorno en que se presenta. No sucede lo mismo, por
cierto, en el terreno de las llamadas ciencias naturales, donde la
conceptualización ha avanzado lo suficiente como para permitir aislar y
estudiar separadamente las variables que intervienen en la aparición de un
fenómeno.
6.4.2. Investigaciones Puras y Aplicadas
Los trabajos de indagación suelen
clasificarse en puros o aplicados según su propósito esté más o menos vinculado
a la resolución de un problema práctico. Si éste es el caso, si los
conocimientos a obtener son insumo necesario para proceder luego a la acción,
hablamos entonces de investigación aplicada; en caso contrario, naturalmente,
cuando no existe una posibilidad directa de aplicación, estamos ante lo que se
llama investigación pura. No está de más aclarar que las mencionadas no son
dos formas opuestas, separadas entre sí, sino más bien tipos ideales, modelos
abstractos que nos permiten entender mejor los fines extrínsecos de una
investigación. Lo que sucede en realidad es que existe una continuidad, que
admite infinitas gradaciones y matices, entre los dos extremos polares
mencionados.
Hemos observado que, en algunas
instituciones, existe una verdadera preocupación por llevar al tesista a un
tipo de trabajo que resulte de utilidad concreta, de aplicación más o menos
inmediata y evidente. Comprendemos las motivaciones que pueden justificar esta
posición, el rechazo al vano teoricismo que parece solazar a algunos
estudiantes. Pero es preciso ser prudentes al respecto: muchas veces lo que se
supone de aplicación concreta termina también olvidado entre los estantes de
una biblioteca, dado que no hay ni el interés ni los medios para pasar a la
ejecución; en otras ocasiones el producto obtenido -la tesis- carece de los
elementos concretos que puedan llevarla a la práctica. En todo caso esta restricción
puede operar negativamente, encasillando los esfuerzos de los tesistas, dando
la falsa impresión de que sólo es útil para la ciencia aquello que pueda ser
directamente aplicado. Tal criterio podría estar por completo fuera de lugar,
especialmente en disciplinas como la historia o la sociología, la astronomía o
la denominada física teórica.
Pero también es preciso ser flexibles en el
caso opuesto, cuando se escogen problemas muy limitados y prácticos, pero de
evidente interés concreto. Las disciplinas tecnológicas, como la ingeniería por
ejemplo, se ven favorecidas en su desarrollo si las tesis dan ocasión a
investigaciones que pueden ser aplicadas de un modo directo. Con ello el
tesista, aunque no haga ni una descripción general ni una prueba de hipótesis,
demuestra su pericia profesional y desarrolla una experiencia que podría resultarle
invalorable para iniciarse en el ejercicio de sus actividades. Estas
consideraciones pueden llevarse, incluso, un poco más allá: cumple con todas
las funciones de una tesis -aunque estrictamente pueda no serlo- el diseño de
un edificio o de una máquina, de una técnica productiva o de medición, el
desarrollo de productos o de procedimientos. En tales circunstancias, lo
razonable, por cierto, es hablar de un trabajo especial de grado más que de una
tesis.
6.4.3. Investigaciones Bibliográficas y de
Campo
No hay ninguna razón, como ya lo decíamos
para obligar al desarrollo de algún tipo de investigación en particular como
punto de partida para la realización de una tesis. Lo repetimos ahora porque
sabemos que existe a veces una cierta prevención contra los trabajos
bibliográficos, que operan sobre la base de puros datos secundarios. Ninguna
jerarquía puede ser establecida entre las diferentes formas de investigación:
ellas existen porque es preciso adaptarse, más bien, a diferentes problemas y
objetos de estudio. Por eso no tiene sentido descalificar las investigaciones
bibliográficas frente a las de campo, o privilegiar dentro de éstas a un tipo
de diseño en particular, sea el experimental, las encuestas o los estudios de
caso.
Por supuesto, es comprensible que en
ciertas disciplinas haya una tendencia a preferir determinados modelos de trabajo.
La biología, en todas sus diversas ramas, se beneficia grandemente de estudios
de laboratorio mientras que, en tal terreno, la investigación puramente
bibliográfica parece limitarse a muy
pocos especialistas, de gran experiencia y formación, que hacen una labor de
síntesis de conocimientos o de reelaboración teórica. Algo similar sucede en
varios campos de la física, por ejemplo, mientras que en las carreras
humanísticas el trabajo de tipo documental es insustituible, a veces realmente
el decisivo.
Se trata, por todo esto, de no adoptar
esquemas rígidos, de estudiar cada caso en concreto sin dejarse dominar por lo
que no son más que convencionalismos o hábitos intelectuales. El tesista, por
lo tanto, habrá de definir un problema que esté al alcance de sus recursos, que
le resulte interesante, y que cuente con el aval institucional indispensable.
Pero, más allá de estas restricciones inevitables, podrá jugar libremente con
varias ideas y posibilidades, en un proceso en que poco a poco tendrá que ir
tomando decisiones, precisando conceptos y problemas, hasta llegar a plasmar su
primer documento de trabajo. Este alcanzará a adquirir la forma de un
anteproyecto, o quizás sea en realidad un papel de trabajo todavía mucho
menos claro y completo. Lo importante es que comience a escribir algo, que vaya
avanzando en su investigación, aunque no tenga más que el objetivo de ir
familiarizándose con la tarea que ha emprendido.
CAPÍTULO 7
PROYECTANDO
LA INVESTIGACION
7.1. ACTIVIDADES INICIALES
N
|
o se llega
a plantear adecuadamente un problema de investigación, por lo general, en el
primer intento. La definición del área temática a trabajar, inclusive, suele
hacerse inicialmente de un modo provisional, algo impreciso, que deja abiertas
todavía bastantes posibilidades. Esto es así porque el investigador -salvo en
casos excepcionales- va decidiendo el perfil del trabajo a realizar de un modo
gradual, mediante aproximaciones sucesivas que lo van acercando al proyecto
que en definitiva será ejecutado.
Permítasenos intercalar aquí una breve
disgresión, que haremos como producto de nuestra docencia continua de
asignaturas metodológicas. Uno de los obstáculos que enfrenta el profesor que
intenta transmitir esos conocimientos es que, por lógica, desarrolla un
programa en que se van exponiendo las diversas etapas de un proceso de
investigación en el mismo orden en que teóricamente ellas se presentan. Parte
de discutir lo relativo al área temática, continúa con el planteamiento del
problema y la delimitación de la investigación, o cierre de campo, para seguir
con el marco teórico, y los aspectos más técnicos e instrumentales. De ese modo
se intenta reproducir en las aulas una secuencia lógicamente ordenada y, por
ello, más fácil de comprender.
Pero sucede algo que dificulta entonces
enormemente la actividad pedagógica: las fases iniciales de una investigación,
las mismas que hemos venido tratando en el capítulo precedente, son
precisamente las más complejas, las que requieren de mayor experiencia,
metodológica y más amplio dominio del tema a indagar. Las etapas finales,
predominantemente técnicas, son en el fondo más sencillas y simples: involucran
una cierta cantidad de tareas rutinarias, quedan predeterminadas por las
anteriores y no plantean por lo general problemas de método, en el sentido
epistemológico del término.
Los señalamientos que acabamos de hacer
tienen por objeto hacer concientes a los lectores de los escollos de la labor
que emprenden: siempre el comienzo de una investigación es lo más difícil, el
punto en que nuestras ideas parecen más confusas, el momento en que se siente
inabordable y todo se presenta como en desorden.
Veamos al respecto algún ejemplo, de modo
que nuestras palabras puedan ser más exactamente comprendidas. Supongamos que
un tesista esté interesado en estudiar el tema de la educación superior en su
país. Como área temática ella parece clara y bien definida, y no hay duda que
dentro de la misma se pueden encontrar problemas bien interesantes. Uno de
ellos podría ser el del llamado "perfil profesional" de los
egresados, puesto que es conocido el fenómeno de la poca adecuación que hay
entre el mismo y las demandas que formula implícitamente el mercado de
trabajo. Nuestro estudiante pretende conocer por qué, a pesar de la conciencia
existente al respecto, las instituciones de educación superior no han podido
encontrar una respuesta que les permita ir adaptándose a las exigencias
cambiantes que reciben.
Llegado a este punto deberá seguir una
primera recomendación, elemental en sí pero no por ello menos importante:
tendrá que leer lo más posible sobre el tema -preferiblemente guiado por
alguna persona experta en la materia que lo ilustre sobre las características
de la bibliografía existente- y discutir, con quienes conocen el área, sobre
sus inquietudes y posibilidades de trabajo. Aquí, probablemente, reciba su
primera sorpresa, cuando encuentre que lo que él creía un campo de trabajo bien
preciso se le muestre en realidad como un agregado de innumerables temas, cada
uno de los cuales puede tener a su vez una bibliografía profusa.
Lo que es el perfil de un egresado se
compone a su vez de un conjunto de elementos a considerar: conocimientos
teóricos y prácticos, aptitudes, destrezas, modos de aproximación a la
realidad y hábitos de trabajo. Las demandas del mercado no son claras y
unívocas, sino que ellas varían con el tiempo y las profesiones, de acuerdo a
si son formuladas por el sector público o el privado, en relación al tipo de
empresas y, en general, en función de un sinnúmero de variables. Todo ello es
también relativo al tipo de institución considerada, pues el sector de la
educación superior no puede tomarse, casi nunca, como un todo homogéneo. El
tesista, comprende, pues, que no sólo habrá de conocer los temas estrictamente
vinculados a la educación sino, que tendrá que dominar, aun que sea en parte,
el saber de otras disciplinas: economía, psicología, sociología, etc.
¿Qué hacer entonces? Se impone, por
supuesto, una redefinición de su problema. Resulta evidente que éste no podrá
ser abordado así, en términos generales, sino que tendrá que ser de algún modo
parcelado, porque exhibe -visto de cerca- una complejidad y una extensión
insospechadas. Hay quienes, llegados a este punto, se resisten a delimitar el
ámbito de sus estudios. Piensan, a veces mal asesorados, que en tal caso perderían
la indispensable visión del conjunto y que por tanto sus resultados carecerían
de todo interés y valor general. El argumento, aunque parezca irreprochable,
amenaza en realidad con llevarnos a un callejón sin salida. No hay que perder
de vista que una tesis representa una investigación, no la totalidad de las
investigaciones, y que nada se avanza negando la realidad y tratando de tomar
como único un problema de conocimiento que es de hecho una síntesis de
diversos problemas más concretos.
La solución no está tan lejos, sin embargo,
como parece. Consiste en tomar un sub-problema de los mencionados y convertido
entonces en el eje de nuestra indagación. Si el arqueo de las fuentes y la
discusión con personas expertas se ha hecho de un modo sistemático, profundo,
será relativamente sencillo encontrar el nuevo problema a trabajar. Este podría pasar, por ejemplo, por definir
una profesión determinada, hallar el perfil básico de sus egresados y
compararlo con las tareas que ellos desempeñan luego de algunos años de
graduados; o por el
estudio histórico pormenorizado del currículum de alguna carrera para
poder compararlo con la evolución sufrida por esa profesión, lo cual pudiera
conocerse a partir del examen de estadísticas globales, entrevistas a directores
de personal o estudio de manuales de cargos.
Son muchas las posibilidades, como
puede apreciarse, y lo importante es que el tesista se concentre en algunas de
ellas. No queremos hacer nosotros tal investigación, ni abrumar al lector con
un ejemplo que tal vez le resulte ajeno a sus estudios, por lo que habremos de
apuntar más bien algunas recomendaciones de tipo general. Ellas, resumidamente,
son las que siguen:
v Tratar de
escribir, en unas pocas frases, lo que provisionalmente hemos definido como
área de investigación y problema a trabajar.
v Buscar en
bibliotecas y otros centros de documentación la bibliografía existente al
respecto. Hacer una lectura rápida, aunque sea parcial, de la misma.
v Consultar
con profesores; potenciales tutores y conocedores del tema con respecto a la
forma de ir perfilando mejor el problema de investigación.
v Discutir,
con quienes tengan conocimientos de la metodología científica, la forma de
precisar el problema y de cerrar el campo, así como el posible método de la
investigación.
v Hacer uno o
más papeles de trabajo que vayan registrando los avances que se efectúen.
Una vez realizadas estas tareas, que
pueden seguir o no el orden indicado, es casi seguro que el tesista alcance una
claridad mucho mayor sobre el trabajo a desarrollar. En tales circunstancias
es conveniente que regrese otra vez a la bibliografía -que ya irá conociendo
mejor- para hacer una lectura más atenta, capaz de proporcionarle:
v Conceptualizaciones,
elementos teóricos y definiciones que le permitan caracterizar más
específicamente el problema en estudio.
v Ciertos
datos básicos capaces de orientarlo acerca del comportamiento del fenómeno que
estudia, guiándolo eventualmente hacia la formulación de hipótesis
verificables.
El estudiante, naturalmente, para no perder
la información que va adquiriendo, deberá ir elaborando fichas o registrando
del modo más ordenado posible el resultado de sus indagaciones. Paralelamente,
continuará con sus consultas, de modo que pueda establecer ya un vínculo con
quien vaya a ser el tutor de su trabajo.
Después de estas tareas, o de un modo
simultáneo si la experiencia del investigador así lo permite, podrá enfocarse
la elaboración de un primer documento de trabajo, más o menos riguroso, que
encuadre el trabajo científico a desenvolver. El mismo, que ahora
consideraremos, es el anteproyecto de investigación. Puede ocurrir, cuando no
se está trabajando como tesista, que tal documento no tenga el objetivo de ser
presentado formalmente ante alguna institución, puesto que la indagación se
esté haciendo independientemente. Aún en ese caso, sin embargo, es prudente que
el investigador anote para sí aquello que de fundamental tiene un anteproyecto,
puesto que así tendrá una especie de programa de trabajo al cual recurrir en momentos
de duda o cuando requiera la asesoría de sus colegas o compañeros de equipo.
7.2. EL ANTEPROYECTO O PRE-PROYECTO
Conviene que nos detengamos con algún
detalle en el examen de este peculiar tipo de trabajo científico, tan importante
para el quehacer de todo investigador y tan frecuentemente solicitado dentro de
las prácticas académicas y profesionales.
Investigar es, como se ha visto, una tarea
compleja y erizada de desafíos, que reclama un esfuerzo intelectual considerable
y sistemático. No se producen conocimientos nuevos con la misma facilidad
conque se elaboran nuevos bienes materiales en una línea de montaje, puesto que
no hay ningún procedimiento repetitivo que nos asegure la obtención de conocimientos
confiables y rigurosos. En tal sentido el método resulta una simple guía
indicativa, un punto de referencia y confrontación que nos permite resolver
ciertos problemas, avanzar cuando nos sentimos desconcertados u organizar
nuestra labor. Ello es evidentemente muy útil y necesario, pero no es lo mismo
que contar con un patrón o modelo fijo que nos garantice de por sí que habremos
de salir airosos en la difícil tarea de conocer mejor la realidad.
Lo anterior es importante para entender el
sentido del tipo de trabajo científico al que nos estamos refiriendo. El
pre-proyecto, por eso, no se elabora después sino antes de desarrollar una
investigación. Su particularidad consiste, como queda indicado, en que el
mismo ayuda a prefigurar lo que serán las variadas y a veces ingentes
actividades que requiere una indagación científica. Es por lo tanto necesario
para organizar nuestras ideas, definir nuestras metas y elaborar un programa
de trabajo antes de emprender una acción que a veces puede resultar dilatada en
el tiempo y en el espacio.
El pre-proyecto tiene la misión de
anticipar, por lo tanto, algunas de las características esenciales que habrá de
tener la investigación a desarrollar:
v El problema
alrededor del cual se plantea.
v Los
objetivos que, en consecuencia, se trazan.
v Los
fundamentos teóricos que la sustentan y, eventualmente, las hipótesis a
verificar.
v Las líneas
generales de la metodología a desplegar.
También suelen incluirse en el mismo
algunos antecedentes que fundamentan la elección del problema, la bibliografía
ya conocida y -en ciertos casos- algunos datos indispensables para comprender
el sentido mismo de la investigación que se va a efectuar.
Ya nos hemos referido, con cierto detalle,
a lo que representa plantearse un problema de investigación. Hemos dicho que
ello significa interrogarnos con respecto a aspectos de la realidad que
precisamente no se conocen. Cuando establecemos estos interrogantes de un modo
preciso, por escrito, vinculando las diversas facetas que intervienen en la
consideración de los mismos, podemos decir que hemos logrado ya formular el
problema de indagación que nos interesa. Esa formulación es, comprensiblemente,
parte esencial del anteproyecto.
Los objetivos correspondientes a tal
investigación tendrán que tener, necesariamente, una muy estrecha correlación
con el problema planteado: ellos expresarán los resultados que se desean
obtener al final de la misma y entonces traducirán, en forma afirmativa, lo que
expresaban las preguntas iniciales.
Así como en el planteamiento de un problema
puede haber un interrogante central y otros secundarios, subordinados a éste,
así también podremos hablar de un objetivo principal y varios otros derivados
del mismo. Al primero suele llamársele objetivo
general, y a los que de él dependen objetivos
específicos. Puede haber más de un objetivo general, así como varios
objetivos específicos que denoten el contenido particular de los generales. Es
importante siempre que exista una correspondencia entre ambos planos, de modo
tal que la diferencia entre lo general y lo específico señale una distinción en
el nivel de abstracción en que estamos trabajando. En ocasiones este proceso
de ir trazando objetivos cada vez más concretos puede implicar la definición de
un tercer nivel de especificidad; deberá hablarse entonces de objetivos
sub-específicos o designados con algún otro término semejante.
Si la investigación planteada es de
carácter explicativo, es decir, si se propone averiguar las causas o
condicionamientos de determinados fenómenos, nos veremos precisados a elaborar
una hipótesis, una proposición que exprese lo que suponemos provoca los hechos
que nos interesa explicar. Ella tendrá también una relación muy directa con el
problema planteado, pues será algo así como su respuesta anticipada, la posible
solución que creemos pueda satisfacer a las preguntas iniciales. También se
corresponderá de un modo estrecho con los objetivos de la investigación, pues
éstos deberán girar alrededor de la verificación de la hipótesis. La ajustada
relación entre estos tres elementos -los básicos de un anteproyecto- pretende
ser reflejada en el siguiente diagrama, que esperamos sirva como un
recordatorio de la necesaria complementación que hay que lograr entre los
mismos:
PLANTEAMIENTO
DEL PROBLEMA
(lo que se conoce acerca de la realidad)
OBJETIVOS
HIPÓTESIS
(lo que se espera (lo
que suponemos
Llegar
a conocer) explica
el problema)
Por supuesto, no todas las
investigaciones tienen este tipo de interrogantes: hay otras que son
aproximativas o exploratorias, y muchas que caben bajo la denominación de
descriptivas. En estos casos no tiene sentido formular una hipótesis a
verificar, por cuanto no se trata de lograr una explicación de los fenómenos en
estudio sino una descripción más o menos rigurosa de los mismos. Por ello no es
necesario ni conveniente lanzarse a buscar de un modo forzado alguna hipótesis
sino ubicar, en su lugar, una reflexión de tipo teórico que nos indique el
criterio con que habrá de realizarse la exploración o la descripción, así como
los supuestos -teóricos y prácticos- que permiten formular el problema de
investigación presentado.
La relación entre los elementos del esquema
precedente se entenderá mejor si mostramos cómo se establece en el caso de un
determinado ejemplo. Imaginemos que el problema planteado es encontrar las
causas que han llevado al crecimiento relativo de la población ocupada
femenina. El tema, de por sí amplio, debe ser acotado para que resulte factible
la investigación; el tesista entonces, después de realizar lo indicado en el
punto 7.1., escoge un aspecto particular del problema inicial, de modo tal de
reducir su campo de indagación aunque conservando, en principio, la
posibilidad de encontrar claves para comprender la situación en su conjunto.
Supongamos que la solución haya sido interrogarse acerca de la incorporación
de la mujer con educación superior al sector servicios de la economía (de un
determinado país o región). El planteamiento del problema podrá quedar como
sigue:
Hasta qué
punto el acceso de la mujer al sistema de educación superior ha llevado a un
incremento de su participación dentro del sector servicios de la economía de
la región XX.
Por supuesto, en un anteproyecto real no
debiéramos limitamos a esta sola pregunta, ni estaremos obligados a presentar
el problema en forma interrogativa. Es preferible en cambio hacer una
exposición breve, con o sin preguntas explícitas, que nos muestre la idea
principal que acabamos de anotar junto con las ideas subordinadas que explican
y dan contornos más precisos a la misma. Pero, entendido esto, continuemos
ahora con los objetivos que podría tener la investigación. De acuerdo a lo
anterior los objetivos generales se definirían así:
OBJETIVOS GENERALES:
1.-
Analizar la incorporación de la mujer a la educación superior en la región XX.
2.-
Determinar la evolución de la estructura ocupacional del sector servicios,
teniendo en cuenta particularmente la participación femenina en el mismo.
Note el lector que hemos determinado dos
objetivos generales, uno para cada una de las principales variables que intervienen
en el problema planteado. En una investigación concreta habría que delimitar
además un lapso temporal específico para precisar esa evolución de la que
hablamos y; lo más importante, agregar un tercer objetivo, referido a la forma
en que verificaremos cómo una variable afecta al comportamiento de la otra.
Los objetivos específicos se referirán a los generales, como ya decíamos. Ello
podrá hacerse, por ejemplo, del siguiente modo:
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
1.1.-
Determinar el porcentaje de estudiantes y egresadas femeninas de las distintas
carreras de la educación superior.
1.2.-
Comparar la evolución de dichos valores con los correspondientes a la
población total en educación superior.
2.1.
Conocer la participación de la población femenina en el sector servicios de
modo global y para cada una de las principales ramas de actividad del mismo.
2.2.
Determinar la participación femenina en el sector servicios según categorías
ocupacionales, escala salarial y funciones desempeñadas.
Como se apreciará, hemos definido en
este caso dos objetivos específicos para cada uno de los generales, como una
forma más concreta de plantear los mismos. Cada uno de ellos, a su vez, podría
seguir siendo especificado, con lo que llegaríamos así hasta la definición
estricta de las variables a medir y de los indicadores que permitiesen observar
su comportamiento efectivo. No es necesario, sin embargo, llegar a tal grado
de detalle en un anteproyecto. Para concluir veamos como se expresaría nuestra
hipótesis:
El acceso
de la mujer a la educación superior ha llevado a un incremento de su
participación dentro del sector servicios de la economía regional.
Obsérvese el modo estrecho en que nuestra
hipótesis se corresponde tanto con la idea central del problema formulado como
con los objetivos generales propuestos. Esta hipótesis general se puede
desglosar aún más, naturalmente, llevándola al nivel de concreción de los
objetivos específicos. De ese modo se establecen hipótesis operacionales que
pueden referirse, en nuestro caso, a lo que suponemos será la inserción de la
mano de obra femenina según sectores de actividad particulares, categorías
ocupacionales, etc.
Cabe
recordar que un anteproyecto es un documento breve, un primer papel de trabajo
que permite identificar y encauzar una investigación en gestación. Por ello
ninguno de los elementos más arriba mencionados tiene que ser una larga y
detallada exposición. Los antecedentes deben ser apenas los indispensables para
situarnos en el problema; es preciso explicar en esa sección qué se ha
investigado hasta ahora en relación a nuestro tema de estudio, intentando
destacar, por cierto, el modo en que nuestro trabajo puede significar un enriquecimiento
de los conocimientos existentes y no una mera repetición de trabajos
anteriores. Cuando se expone además el interés o utilidad que pueden llegar a
tener los resultados esperados, o se explica por qué nos preocupa especialmente
el problema elegido, suele abrirse otra sección, la llamada justificación. Los
antecedentes y la justificación de un anteproyecto -lo mismo es válido para un
proyecto- suelen colocarse al comienzo del mismo, pues cumplen funcionalmente
el mismo papel que en otros casos desempeña la introducción.
Luego de los antecedentes y de la
justificación se pasa a plantear, directamente, el problema a investigar. Ello
también se hace de un modo breve, aunque no simplemente enunciando una frase o
una pregunta, sino explicando sucintamente el sentido del mismo. Puede
continuarse luego con la exposición de los objetivos que se han fijado y con
la presentación de las hipótesis. Antes de ello, sin embargo, conviene agregar
una breve sección donde se expongan los fundamentos teóricos que sustentan el
problema. No se trata de elaborar un completo marco teórico, con todos los
detalles que tal cosa supone, sino de informar al lector de las bases
conceptuales de las que partimos, de los autores, teorías o proposiciones
generales dentro de las cuales situamos nuestro trabajo de indagación.
La sección referente a la metodología
normalmente contiene una formulación esquemática del procedimiento general a
desarrollar para probar las hipótesis o realizar la descripción. Es
importante, sobre todo, especificar el tipo básico de diseño a emplear,
indicando si será bibliográfico o de campo, si se realizará un experimento,
encuesta u otro tipo de trabajo específico. Puede hacerse algún señalamiento
con respecto a las técnicas de recolección o de análisis de datos, pero sin
entrar en mayores detalles.
La bibliografía será igualmente una
indicación somera del tipo de lecturas ya efectuado, en curso de realización o
que se prevé efectuar próximamente. En todo caso en un anteproyecto valen
mucho más la concisión; la rigurosidad de expresión y el esfuerzo de síntesis
que las minuciosas explicaciones o las digresiones que nos apartan del hilo
conductor fundamental. Ya habrá ocasión de incluir todo esto en el proyecto de
investigación o en el informe final sobre la indagación.
No existe un modelo único,
universalmente aceptado, respecto al orden en que deben aparecer las diferentes
secciones de un anteproyecto. Tentativamente indicaremos al lector una
secuencia de sus diferentes partes, advirtiendo que ellas pueden disponerse de
otras maneras según las necesidades específicas de cada caso y de acuerdo a
las normas de presentación que hubieren:
1.-
Justificación y/o antecedentes
2.-
Formulación del Problema
3.- Elementos
Teóricos que Fundamentan la Investigación
4.-
Objetivos Generales y Específicos
5.-
Hipótesis (si fuese necesario)
6.-
Metodología
7.- Plan de
Trabajo y/o Cronograma de Actividades
8.-
Bibliografía
Los cambios más frecuentes dentro de este
orden son los siguientes: los "elementos teóricos" pueden colocarse a
veces después y no antes de los objetivos; pueden situarse también luego de las
hipótesis, como una forma de explicar o de dar pleno sentido a las mismas; la
justificación puede redactarse junto con el mismo planteamiento del problema,
sin transición. En fin, como se comprenderá, son diversos los ajustes que es
posible hacer al esquema expositivo precedente de modo de adecuarlo mejor a
necesidades específicas.
Es frecuente que los estudiantes se
interroguen, sin encontrar respuesta, acerca del tamaño que se considera adecuado
para un anteproyecto. Si bien es aventurado fijar un límite físico de páginas,
pues son increíblemente diversos los casos que suelen presentarse, nuestro
criterio personal sugiere que un adecuado pre-proyecto no debe superar un
límite de, digamos, unas diez cuartillas, pudiendo ser considerablemente menor.
Ya hemos señalado que un anteproyecto es
simplemente un esbozo previo a una labor de investigación. Debe; por lo tanto,
cumplir una función de guía, de indicación sumaria, como una especie de armazón
a enriquecer y desarrollar mediante el trabajo posterior. En ningún caso, por
lo tanto, conviene tomarlo como un esquema rígido, como si fuera una normativa
a la que necesariamente nos tenemos que apegar. No se trata, naturalmente, de
escribir un pre-proyecto y luego dejarlo de lado mientras se continua
desordenadamente en la búsqueda de datos
y de material bibliográfico; pero tampoco puede caerse en el extremo opuesto y,
olvidando su carácter necesariamente flexible, perder la imprescindible
libertad de elección tan necesaria en toda indagación.
7.3. EL PROYECTO DE INVESTIGACION
Si el lector nos ha seguido hasta aquí, en
la exposición de las características fundamentales de lo que es un anteproyecto,
entenderá sin mayores obstáculos en qué consiste un proyecto de investigación.
Se trata, básicamente, de un documento que consta de las mismas secciones que
el anterior, ordenadas prácticamente de la misma forma, pero que se desarrolla
de un modo bastante más riguroso y completo.
Un proyecto de investigación es el plan
definido y concreto de una indagación a realizar, donde se encuentran especificadas
todas sus características básicas. Aparecen en el mismo, por lo tanto, algunas
secciones que habitualmente no se incluyen en un anteproyecto, pero que dan una
idea más acabada del trabajo práctico a desplegar. Así tendremos, respetando
un orden habitual:
v Antecedentes
y Justificación del Problema
v Planteamiento
del Problema
v Objetivos
(generales y específicos)
v Elementos
del Marco Teórico
v Hipótesis
(si fuesen necesarias)
v Metodología
a Desarrollar (que puede incluir información acerca de técnicas de recolección
y/o de análisis)
v Recursos
Necesarios y Presupuesto
v Plan de Trabajo
y Cronograma
v Bibliografía
Puede incluirse también una breve reseña de
los avances ya logrados hasta el momento en el proceso de investigación. Las
secciones relativas al planteamiento del problema, el marco teórico y la
metodología son, habitualmente, bastante más completas que en el caso de un
pre-proyecto; las hipótesis y los objetivos se definen, en lo posible, con
mayor rigurosidad, empleando una terminología más exacta.
Para evitar una interpretación demasiado
rígida de lo que son los documentos que venimos describiendo conviene recordar
que ambos, en última instancia, no son más que papeles de trabajo sucesivos
que se van escribiendo a medida en que una investigación cobra forma y se
define. Como tales, son planes provisionales, factibles de modificar, que representan
avances particulares de un proceso que en definitiva es dinámico, continuo.
Pueden hacerse por eso más de un anteproyecto o de un proyecto para un mismo
trabajo; puede también, eventualmente, prescindirse de alguno de tales escritos.
Lo importante, claro está, es que el investigador posea una idea clara y
definida de lo que va a realizar, que no proceda a leer, recoger datos, o
procesar información de una manera caótica, sin saber en el fondo lo que está
buscando. Y decimos esto no por poseer un afán normativo mal entendido, que
convierte a la metodología en una camisa de fuerza para la creatividad del
investigador o el tesista, sino por obvias razones de eficiencia. El trabajo
intelectual -y en esto no se diferencia de cualquier otro trabajo- requiere de
disciplina y de orden para alcanzar los mejores resultados y para evitar
inútiles esfuerzos que desperdician las energías de quien lo emprende.
Es necesario advertir, por otra parte, que
los documentos mencionados son casi siempre exigidos por los consejos o
comités que formalizan los trabajos de tesis, así como también por las
instituciones que patrocinan, financian o avalan
de algún modo la práctica investigativa.
Pasar de un anteproyecto a un proyecto de
investigación es una tarea que resulta relativamente sencilla si se van realizando,
de un modo sistemático, algunas tareas normales dentro de un proceso de
indagación. Entre las mismas podemos mencionar a las siguientes:
a)
La lectura organizada de la
bibliografía existente. Esto nos posibilita avanzar, a la vez, en varias
direcciones. Por un lado nos permite ir redefiniendo, con más exactitud, el
previo planteamiento del problema, puesto que la lectura nos orienta respecto a
lo que ya han realizado otros investigadores, indicándonos que conocimientos
son aceptados como sólidos y cuáles siguen abiertos a la discusión. También nos
permite realizar análisis comparativos con respecto a los objetivos trazados y efectivamente alcanzados en
otras oportunidades por distintos equipos de trabajo. Del mismo modo, una
revisión acuciosa de la bibliografía nos sitúa en inmejorables condiciones para
reelaborar, precisar y concretar lo que se denomina el marco teórico de la
investigación y, por lo tanto, todo lo relativo a las posibles hipótesis a
verificar. Hemos comprobado que, en la práctica, muchos estudiantes y profesionales
no logran elaborar buenos proyectos de investigación por una razón muy
sencilla: no conocen lo suficiente sobre la temática que se han
planteado. No es por falta de conocimientos o de destrezas metodológicas
que, entonces, se falla muchas veces, sino porque se olvida algo tan elemental
como eso, que para hacer un aporte al conocimiento científico sobre un
problema es preciso conocer a fondo el mismo, situándose virtualmente en lo que
podríamos denominar la frontera del saber existente.
b)
La búsqueda de datos. Por supuesto,
en este sentido no cabe hablar de un trabajo sistemático: éste sólo debe emprenderse
después, cuando ya la investigación haya cobrado una forma más o menos
definitiva. Pero, entretanto, no es para nada inútil ir acopiando cierta
información, pues ésta nos permite prefigurar de algún modo el cuadro de lo que
serán los datos finales a analizar. Es importante, en todo caso, hacer un
inventario de las fuentes disponibles, de la calidad y cantidad de información
a nuestro alcance y de las posibilidades efectivas de ampliarla con los
recursos disponibles. Además resulta conveniente, sobre tales bases, ensayar de
algún modo la forma en que habrá de realizarse el procesamiento y análisis de
los datos.
c)
La consulta con personas capaces de
orientarnos metodológica y conceptualmente. No hay que olvidar que si el
anteproyecto es un documento altamente provisional, sujeto a todo tipo de modificaciones,
el proyecto de investigación es en cambio algo de carácter más acabado, que
debe tomarse en cuenta con más atención. Es por ello muy importante que, en
tanto vayamos dando forma a nuestra investigación, contemos con una asesoría
clara y efectiva. De allí la necesidad de contar con la figura de un tutor, en
el caso de todo tipo de tesis, o de discutir colectivamente -en equipos de trabajo-
cualquier proyecto que se emprenda en institutos o centros de investigación. En tales consultas
deben tenerse en cuenta tanto los aspectos sustantivos, que se refieren al contenido
de la investigación a desarrollar, como los propiamente metodológicos, es decir
aquéllos que tienen relación con la
coherencia interna y con el diseño de la indagación. Por ello es apropiado,
muchas veces, realizar conversaciones con una variedad de personas, puesto que
es raro encontrar en una sola toda la amplia gama de conocimientos y aptitudes
necesarias para una correcta orientación.
En relación a la importancia de tales
consultas deseamos relatar lo que hemos observado muchas veces, y que nos
ha parecido bien denominar
"paradoja del ajedrecista". El lector tal vez haya tenido ocasión de
ver alguna partida de ajedrez que juegan otras personas, analizando aunque sea
superficialmente los movimientos de los contendores. Recordará así qué fácil
es darse cuenta de los errores de los jugadores, aunque se trate de
ajedrecistas de mejor calificación que el observador. Pero, en cuanto se
truecan las circunstancias y estamos ya directamente frente al tablero, con la
responsabilidad por cada jugada que realizamos, nuestro entendimiento parece
trabajar de un modo algo inferior: somos nosotros los que ahora tenemos que
elegir y; por lo tanto, los que inevitablemente cometemos los errores. De la
comparación con lo que allí sucede puede el estudiante, y hasta el investigador
más experimentado, sacar útiles enseñanzas.
d)
La reflexión sistemática sobre el
trabajo a realizar. No debe olvidarse que un proyecto se realiza para ser efectivamente
ejecutado. Es por eso necesario que el investigador se plantee concretamente la
viabilidad de lo que postula en sus páginas, tanto en lo que se refiere a su
coherencia interna como en relación a sus posibilidades reales de ejecución
práctica. Es importante también que reflexione creativamente sobre el problema
que se ha planteado, examinando las diversas posibilidades teóricas, las
variadas facetas del problema, la posible respuesta a los grandes y a los
pequeños interrogantes que van surgiendo.
Si se va leyendo, buscando información,
consultando a quienes saben y reflexionando sobre el problema que nos hemos planteado se
estará en condiciones de elaborar, en un plazo relativamente breve, un buen
proyecto de investigación. El mismo podrá estar próximo o alejado de las ideas
iniciales pero, en síntesis, representará una aproximación bien significativa
a la meta buscada.
Para la redacción de un proyecto deben
tomarse las mismas precauciones, en cuanto al lenguaje, que ya se mencionaban
más arriba. La claridad, la precisión y la ausencia de innecesarios adornos
son fundamentales, al menos en las secciones básicas del mismo: planteamiento
del problema, objetivos, hipótesis, metodología.
Debido a la mayor amplitud de los temas a
tratar, un proyecto resulta un documento bastante más amplio que un preproyecto.
No podemos dar aquí una indicación mucho más precisa al respecto, porque son
variadas las posibilidades existentes y porque los usos de las instituciones
suelen ser divergentes: hay casos en que sólo se exige un papel de trabajo
preciso y claro, que puede ocupar apenas unas diez o quince cuartillas; otros,
en el extremo opuesto, en que se pide al investigador un inventario casi
completo, de los elementos que constituyen la investigación final, salvo
naturalmente los datos y su análisis. No compartimos realmente esta última
posición, porque ella olvida que gran parte del conocimiento que se obtiene en
una indagación no puede ser nunca efectivamente previsto o planificado, ya que
surgen siempre nuevos puntos a analizar a medida que se van conociendo los
datos. También sucede, como veremos más adelante, que es sólo en el momento de
escribir que el tesista comprende efectivamente el alcance y la calidad de la
información obtenida. Por ello recomendamos una posición más flexible, que no
obligue a destinar innecesarias energías a la redacción de lo que no es el
informe final del trabajo.
De la misma manera, los proyectos pueden
variar de acuerdo a la magnitud de los recursos que los mismos comprometan.
No es lo mismo prefigurar una investigación bibliográfica, a realizar de modo
individual, que proyectar un trabajo en el que se vaya a emplear un
instrumental costoso, múltiples asistentes y ayudantes de investigación,
ejecutándose una acción dilatada temporal o geográficamente. De allí que en estos
casos convenga desarrollar con todo
cuidado algunas de las secciones que mencionábamos al inicio de este punto: presupuesto,
recursos materiales y humanos, cronograma, plan de trabajo, etc. En otras
ocasiones, sin embargo, sólo habrá necesidad de expresar muy breves
indicaciones al respecto. El buen criterio y la experiencia previa de quien
realice el proyecto podrá resolver estas cuestiones con relativa facilidad.
Para concluir, daremos unas breves
indicaciones de lo que se espera de las secciones más prácticas de un proyecto,
aquéllas que acabamos de mencionar. Un plan de trabajo es, en esencia, un
complemento a la metodología: equivale a una reseña de las actividades que se
irán desarrollando sucesivamente, indicando las ya completadas, las que están
en vías de ejecución y el orden de las que resta efectuar. Es sumamente útil
para los casos de investigaciones de laboratorio o de campo, en especial
cuando involucran acciones muy variadas o
que
se interrelacionan fuertemente entre sí. Cuando el mismo se presenta
gráficamente, de un modo resumido, indicando los plazos previstos para la
ejecución de cada tarea, suele llamarse cronograma.
Si la indagación proyectada requiere de una
variedad de recursos materiales y humanos es conveniente que el tesista o el
investigador incluyan una lista detallada de los mismos. Habrá que especificar
en ella: los equipos, material de laboratorio, instrumentos y reactivos que se
necesitarán; los útiles y materiales de oficina, así como los gastos que tienen
relación con la publicación del informe; los libros y revistas que es preciso
adquirir, así como los elementos necesarios para el registro de la información;
los locales requeridos o disponibles; los recursos humanos: personal
administrativo, investigadores, asistentes y ayudantes, etc. También es
conveniente hacer referencia a los viajes previstos y a los viáticos que ellos
implican. Cuando sea necesario -y ello es obvio en el caso de solicitudes de
financiamiento- deberán cuantificarse con cierta precisión todos los costos que
se asocien al uso de los recursos a emplear. La lista sistemática de los mismos
es el presupuesto de la investigación, que debe distribuirse además
temporalmente, indicando las fechas probables en que las distintas sumas se
irán necesitando.
……………………………………………………………………………………………………………..
3.
METODOLOGÍA
Diseño y desarrollo del proceso de investigación
Carlos E. Méndez A.
Editorial Mc Graw Hill
El AUTOR
S
|
e graduó como sociólogo en la Universidad Santo
Tomás y realizó estudios de magíster en Administración (equivalente al M. B.
A.) en la Universidad de los Andes. Ha desarrollado su experiencia laboral en
el sector público, en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) regional
Bogotá, donde desarrolló cargos como investigador del programa centros
Comunitarios para la Infancia, coordinador de planeación y programación
regional, coordinador del programa centros de Atención Integral al Preescolar
(CAIP).
En el sector privado, fue
director administrativo de Confecámaras (agremiación de las Cámaras de
Comercio), director de desarrollo organizacional, gerente de operaciones de
Carulla y Cía. S.A. (cadena de supermercados), gerente de operaciones de Avesco
Ltda. Kokoriko (cadena de comidas rápidas), gerente general de Star Mart
(cadena de minimercados en estaciones de servicio Texaco); director de
proyectos como consultor en aspectos administrativos, organizacionales y de recursos humanos en
Luque Carulla y Asociados (firma de consultorías empresariales), gerente de
gestión humana de Hamburguesas El Corral (cadena de comidas rápidas).
En 1974
inicia su actividad docente en la Universidad Santo Tomás como profesor de
sociología y metodología de la investigación. Al finalizar sus estudios de
magíster en Administración (M. B. A.) se vincula a la enseñanza de la teoría
organizacional, el desarrollo organizacional y la administración general en programas
de pregrado y posgrado en la Universidad Santo Tomás, en la Universidad del
Rosario y en la Universidad Javeriana de la ciudad de Bogotá. Además, durante
cuatro años fue profesor del
Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), en el curso
Organización de recursos humanos.
Como
administrador universitario, fue director
del centro de Investigaciones de la Facultad de Sociología de la Universidad
Santo Tomás; director del magíster en planeación y desarrollo socioeconómico;
director de la maestría en ciencias económicas y administrativas,
especialización en administración y especialización en finanzas. En la
Universidad Javeriana desempeñó el cargo de asistente académico y
administrativo del director de carrera de Administración de empresas y coordinador
del programa diurno. En la Universidad del Rosario fue director del centro de investigaciones, y director de
los posgrados en Administración de empresas y Gerencia de mercadeo.
Sus
trabajos de investigación: "El hombre en la organización" (tres
ensayos), "Guía para elaborar diseños de investigación", "Un
marco teórico para el concepto de cultura corporativa" han sido publicados
por Ediciones Rosaristas. Sus artículos y documentos, como "La sociología
y las políticas de desarrollo humano", "Teoría X, Y, Z en las
organizaciones colombianas", "Las universidades descuidan la formación
del investigador", "Análisis y descripción del clima
organizacional", "Hacia un perfil de clima organizacional en empresas
colombianas", "Algunas consideraciones acerca de la participación en
las empresas colombianas", "Desarrollo sostenible y cultura
corporativa", "Reflexión sobre teorías de la organización, cultura
corporativa y tecnologías de gestión en la empresa colombiana",
"Entender la cultura corporativa en las empresas de la industria gráfica:
un reto en el nuevo milenio", "La excelencia en el servicio al
cliente: una transformación en la cultura de la organización",
"Tecnologías de gestión en la empresa colombiana: las enseñanzas que nos
dejan", "Un momento para el cliente en el servicio", "El
nuevo gerente de gestión humana", "La investigación aplicada en
administración: soporte para el proceso de decisiones en la solución de
problemas" han sido presentados en foros,
congresos y encuentros académicos auspiciados por el Instituto
Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes) y otras
instituciones y universidades en el ámbito nacional e internacional, y
publicados en las memorias de tales eventos y en revistas universitarias.
Es autor del Imcoc (Instrumento para medir clima organizacional en las
organizaciones colombianas).
Durante algún tiempo fue miembro del consejo académico de
la Facultad de Administración y editor de la Revista Documentos del
centro de investigaciones de la Universidad del Rosario. Fue coordinador del
área administrativa de la Facultad de Economía de la Universidad Santo Tomás y
coordinador del área de humanidades e investigación en el Departamento de
Administración de empresas de la Universidad Externado de Colombia.
Actualmente es
investigador y profesor de pregrado y cursos de posgrado con dedicación
exclusiva de la Facultad de Altos Estudios de Administración y Negocios (FAEN)
de la Universidad del Rosario; coordina la unidad de investigaciones y lidera
la línea de investigación sobre cultura corporativa. Además, forma parte del
comité editorial de la Revista Universidad & Empresa de la FAEN, y
es miembro del consejo editorial de esta universidad.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………….
CAPÍTULO 2
PROCESO
DE INVESTIGACIÓN:
DISEÑO
E
|
l diseño de la investigación sirve
de soporte al investigador en el proceso de planeación
del trabajo que quiere abordar en la perspectiva del conocimiento científico.
Éste tiene tres componentes que son:
1.
Elementos del objeto de
conocimiento: contenido y alcance. Hacen referencia al contenido de la
investigación. Parten del conocimiento que el investigador adquiere mediante la
observación preliminar y la recolección de fuentes de información de tipo
primario sobre su objeto de conocimiento.
Con estos requisitos básicos de información, el investigador está en capacidad
de definir el tema. De esta forma hay
respuesta a interrogantes en la planeación del diseño y que concluyen sobre qué investigar.
2.
Elementos de apoyo
metodológico. La concreción del contenido y la investigación implica determinar cómo hacerlo. Para ello hay
que definir el nivel de profundización por el tipo de estudio, así como el
método, las técnicas de recolección de información y el tratamiento que se
espera dar de la misma.
3.
Elementos de soporte
administrativo. El éxito de una investigación que se ha planeado en su
contenido y alcance no solamente depende de definir la metodología. Los
aspectos administrativos que identifican tiempo y costos son elementos de apoyo
para el investigador que, al tener seguimiento, garantizan el cumplimiento del
trabajo propuesto.
PROCESO DE INVESTIGACIÓN
DISEÑO
1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.
Selección Problema Objetivos Justificación Marco de Hipótesis Aspectos Tabla de Bibliografía Cronograma Presupuesto
y
definición de investi- de la de la referencia de trabajo metodoló- contenido preliminar de trabajo
del tema de gación investigación investigación gicos
investigación
2.1. 3.1. 4.1.
5.1. 6.1. 7.1. 8.1. 10.1. 11.1.
Planteamiento
Objetivo
Técnica Teórico De primer Tipo de Capítulos de la Diagrama Costos de
del problema general
grado estudio investigación de Gantt servicios
personales
2.2. 3.2. 4.2. 5.2. 6.2. 7.2. 11.2.
Formulación Objetivos Metodológica Conceptual De Método
Costos
del problema específicos
segundo de
generales
grado investigación
2.3. 4.3. 5.3. 6.3. 7.3
Sistematización Práctica Espacial De Fuentes y técnicas
del problema
tercer para recolección
de
grado la información
5.4.
7.4.
Temporal Tratamiento
de
la
información
GRÁFICO 2.1. Fases del diseño de investigación
Elementos
del objeto Elementos
de apoyo para Elementos
administrativos
de conocimiento realizar
la investigación para la ejecución de la
investigación
1. Selección y definición
del tema de investigación
2. Planteamiento,
formulación y sistematización
del problema de investigación
3. Objetivos de la
investigación
4. Justificación de la investigación
(teoría, metodología, práctica)
7. Aspectos metodológicos de
la investigación
5. Marco de referencia
(teórico, conceptual,
Espacial y temporal)
7.1. Tipo de estudio (explorativo,
descriptivo, explicativo)
6. Hipótesis de trabajo
7.2. Método de investigación
(observación, inducción,
deducción, análisis, síntesis)
7.3. Fuentes y técnicas para la
recolección de la información
(encuestas, etc.)
7.4. Tratamiento de la información
8. Tabla de contenido
9. Bibliografía preliminar
10.
Cronograma
11.
Presupuesto
ELEMENTOS DEL
OBJETO DE CONOCIMIENTO
1. Selección
y definición del tema de investigación
DISEÑO
DE INVESTIGACIÓN
1.
SELECCIÓN Y DEFINICIÓN DEL
TEMA
DE INVESTIGACIÓN
El investigador define en qué área del
conocimiento,
referida a su formación profesional,
quiere llevar a
cabo la investigación.
Punto
de partida
El investigador debe responder a
estos interrogantes:
¿Es de interés el tema? ¿Existe
información? ¿Dónde?
¿Qué resultados puede traer la
investigación?
Observación
directa
El investigador debe conocer
previamente el objeto
De investigación.
Consulta
bibliográfica
El investigador debe documentarse en
todo el 2. EL PROBLEMA
Material escrito referido a su
objeto. DE INVESTIGACIÓN
Consulta
con expertos
Los expertos ayudarán al investigador
a delimitar
el objeto de conocimiento.
Definición
del tema
El investigador define el tema y el
título preliminar
de la investigación.
Cuando
una persona se ve abocada a la realización de una investigación y en especial a
la del proyecto de grado, su mayor preocupación es definir el tema por
investigar. Esta decisión está determinada por algunas situaciones que influyen
notoriamente en el investigador. Al respecto, éste debe plantearse algunas
preguntas, como:
v ¿Es de
interés el tema?
v ¿Existe
información sobre el mismo?
v ¿Quién
tiene o en dónde se puede encontrar la información?
v ¿Qué resultados
personales y generales traerá el
desarrollo de esa investigación?
Cuando
el investigador da respuesta a los interrogantes anteriores, inicia la
selección del tema a través de la observación directa de la realidad que se
quiere investigar y de la consulta bibliográfica del tema propuesto. Esta
última puede referirse no sólo a textos, revistas o documentos especializados,
sino también a trabajos de grado que tengan relación con el tema. Este
conocimiento previo, fundamental para un adecuado planteamiento del problema
por investigar, se caracteriza así:
v En administración de empresas: estructura
de la organización, una estrategia de mercadeo en el lanzamiento de un nuevo
producto, política de empresas, introducción de una nueva tecnología, financiación
de una nueva empresa, dinámica organizacional, análisis administrativo y
financiero de una empresa, diagnóstico empresarial, desarrollo de un sector
industrial o empresarial, política de control administrativo, etc.
v En economía: estructura de mercados
nacionales, estructura fiscal, gasto público, cuentas nacionales, crecimiento
de sectores económicos, desarrollo nacional, mercado de capitales, comercio
exterior, reservas internacionales, integración económica, etc.
v En ciencias
contables: diseño e implantación de un sistema de costos estándar en una
empresa, elaboración de manuales de procedimientos de auditoría interna en una
empresa, análisis y evaluación de modelos de presupuestos, análisis y
evaluación de la función de revisoría fiscal, aplicación de los principios
contables, definición de sistemas contables y de presupuesto para una empresa,
valuación de activos, contabilidad pública, incidencia de disposiciones de tipo
legal o gubernamental en la presentación de estados financieros, etc.
CÓMO DEFINIR EL TEMA DE
INVESTIGACIÓN
Es importante que se plantee lo
siguiente:
1. ¿Qué aspectos de la teoría
estudiada en su formación profesional le gustaría conocer y profundizar? ¿Es de
interés el tema? (Elabore una lista de aquellos aspectos que más le interesan).
2. ¿Cómo le gustaría profundizar su
conocimiento sobre el aspecto seleccionado en el paso anterior: profundizando
su teoría o contrastando el modelo teórico con una realidad?
3. Si
su decisión es explorar o profundizar 3. Si su decisión es contrastar el modelo
en el modelo teórico: teórico con una realidad:
4. Acuda
a una biblioteca y revise toda la 4. Acuda a una biblioteca y revise toda la
bibliografía referida al tema. bibliografía
referida al tema.
5. Busque
un profesor experto en el tema, 5. Busque un profesor que le oriente
acerca
que le indique bibliografía adicional a la de
qué investigar sobre el tema elegido por Ud.
seleccionada en el paso anterior.
6. Elabore
una lista preliminar de toda la 6. Defina el ámbito espacial (empresa,
sector
bibliografía e inicie un proceso de lectura
sobre económico,
organización, región, país, etc) al
los temas más importantes que le señale el cual
va a referir su conocimiento en la investiga-
el profesor asesor. ción.
7. Inicie
su proceso de lectura y elabore 7. Si el ámbito espacial es una
empresa,
fichas de lectura. organización o sector, ¿estaría
interesado en lo
que Ud. quiere investigar?¿Lo apoyará, le brindará
información?
8. En
este nivel Ud. dispone de una bibliogra- 8. Consulte con las personas que conocen o
fía básica, un tutor, un conjunto de fichas de
trabajan
en el ámbito seleccionado para que le
lectura que son el resultado de su juicio en
el brinden
información. Hable con especialistas del
conocimiento teórico del problema. tema,
con funcionarios de la organización, etc.
9. Ahora inicie la lectura sobre los
aspectos 9. En este nivel dispone de bibliografía
fichas,
teórico-prácticos que a continuación le
presenta-
asesor, definición del ámbito espacial, apoyo e
remos sobre el planteamiento del problema.
interés, información preliminar de lo que sucede
en el ámbito
referido a su objeto de conocimiento
10. Defina el tema y empiece a plantear el 10. Defina el tema y empiece a plantear el
problema de investigación. problema de investigación.
2.
Problema de investigación
1. SELECCIÓN Y DEFINICIÓN
DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN
2. EL
PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
Está
definido por lo que es objeto de conocimiento.
Se
expresa en términos concretos y explícitos a través
del
planteamiento, la formulación y la sistematización.
2.1.
Planteamiento del problema
Descripción
de la “situación actual” que caracteriza
al
“objeto de conocimiento” (síntomas y causas).
Identificación
de situaciones futuras al sostenerse
la
situación actual (pronóstico). Presentación de
alternativas
para superar la situación actual
(control
al pronóstico).
2.2.
Formulación del problema
Se
plantea a través de una pregunta de investigación;
el
investigador espera responderla y de esta manera 3. OBJETIVOS DE LA
resolver
el problema planteado. INVESTIGACIÓN
2.3. Sistematización del problema
Se
formula por medio de preguntas que el investigador
plantea sobre temas específicos que
se han observado
en
el planteamiento del problema.
2.1
Planteamiento del problema
"La
investigación científica es una tarea dirigida a la solución de los problemas.
La primera etapa es reducir el problema a términos concretos y explícitos"[2]. Una de las mayores
dificultades que encuentra el estudiante o el egresado de administración,
economía y contaduría, es justamente definir ese problema de investigación.
En
Colombia la enseñanza de la metodología de la investigación científica no ha
sido suficiente para estos profesionales. La ausencia de cursos sobre el tema
limita las posibilidades para un buen planteamiento, olvidándose que justamente
"la formulación del problema de investigación es el primer peldaño de la
investigación científica, y como tal debe ser influido primordialmente por las
condiciones del procedimiento científico". Ante la situación se hace
necesario definir un método que oriente la formulación, tomando en cuenta las
implicaciones del mismo en la definición de variables e indicadores sobre los
cuales se constituye el conocimiento de las realidades propuestas.
Es bien claro
que no hay una regla sencilla que oriente al investigador en la formulación de
preguntas significativas acerca de una determinada área de la investigación.
Aquí, la experiencia y el talento de la persona son de mayor importancia. La
ocasión para definir un problema de cuya solución depende la de otros problemas
no es un talento común entre los hombres[3].
La
situación descrita por Selltiz lleva a presentar un procedimiento en la
formulación del problema por investigar. Éste es el resultado de la experiencia
del autor como docente y constituye una guía antes que una teoría sobre el
mismo.
La etapa
que se identifica como la definición del problema de investigación permite al
investigador la realización de una descripción de los hechos o situaciones que
pueden llegar a constituirse en el objeto de verificación o comprobación, por
lo cual se puede identificar la situación actual.
Supone la
identificación del problema (objeto de investigación) en términos concretos y
explícitos; esto es, formular las variables e indicadores que lo constituyen y
sobre las cuales se fundamentará la formulación de objetivos, alcances e
hipótesis de la investigación. Estas variables se encuentran en los síntomas
(variables dependientes) y las causas (variables independientes) propuestas en
esta guía.
De acuerdo
con lo anterior, el planteamiento del problema parte de la identificación y
descripción de los síntomas
que se observan y son
relevantes en la situación, relacionándolos con las causas que lo producen.
Ejemplo: la
empresa Manufacturas de Colombia, en el análisis de sus operaciones, presenta
un descenso del volumen de ventas con respecto a periodos anteriores. Para el
año analizado, la empresa muestra una alta rotación de la conformación de su
fuerza de ventas. Por otro lado, en el mercado aparecen empresas competidoras
que ofrecen productos similares y a un precio más bajo que los de Manufacturas
de Colombia.
En el
ejemplo anterior, los síntomas están planteados por el “descenso del volumen de
ventas", y las causas que lo ocasionan por "fuerza de ventas",
"precios de productos" y "la competencia".
Ejemplo: en
Colombia se observa una baja demanda efectiva de bienes finales de consumo.
Además, una creciente migración del campo a la ciudad y una insuficiente
creación de nuevas oportunidades de ocupación e ingreso, que significa aumento
de desempleo y subempleo.
En el
ejemplo, los síntomas se manifiestan en la "baja demanda efectiva",
y las causas en la "migración campo-ciudad" y en las reducidas
oportunidades de "ocupación e ingreso" para los migrantes.
Síntomas y
causas deben constituirse en la base para la formulación de variables de
investigación.
Una vez
planteado el diagnóstico, es posible que quien lo formule esté en capacidad de dar un pronóstico hacia
el cual puede orientarse la situación descrita. Esto es, las implicaciones
que trae consigo y que, al darse, afectan la situación objeto de la investigación.
Como su nombre lo indica, la fase del pronóstico es probable que suceda y permitirá orientar la investigación en
la formulación de sus hipótesis, ya que éstas presentan situaciones sujetas a
verificación.
Para el
primer ejemplo, se encuentra que el descenso del volumen de ventas, determinado
por la fuerza de ventas y precio, puede llevar a la empresa a perder su
participación en el mercado, lo cual afectará sus utilidades y beneficios de
operación.
Como
respuesta al pronóstico, quien lo presente debe estar en capacidad de
determinar un control al pronóstico,
el cual involucra variables que también estarán incluidas en la hipótesis.
Este
control define algunos elementos importantes para la investigación. Siguiendo
con el primer ejemplo presentado, el control al pronóstico de la situación
creada por las ventas de la empresa y la pérdida de la participación en el
mercado determinarán la necesidad de definir nuevos canales de
distribución, incremento de la fuerza de
ventas y estrategia de mercadeo.
Para el
segundo ejemplo, al no obtener una ocupación, los nuevos habitantes de las
ciudades no tendrán el ingreso disponible para demandar los bienes de consumo
finales necesarios para su subsistencia; por tanto, el sector económico
dedicado a esta actividad no crecerá en la misma proporción que su mercado
potencial. Se exige crear nuevos empleos en actividades que requieren
utilización intensiva de mano de obra, de manera que se ocupe a los migrantes,
y éstos se constituyan en una demanda efectiva de bienes finales de consumo en
razón de los nuevos ingresos percibidos.
El control
sugerido será confirmado en el desarrollo de la investigación, y por la
comprobación de la hipótesis, cuyas variables están contenidas en la fase de
diagnóstico-pronóstico y control de pronóstico (éstas se presentan como guía
metodológica para quien desarrolle un problema, y están implícitas en su
presentación).
Observación, diagnóstico, pronóstico y
control al pronóstico es un esquema de trabajo sobre el cual puede ubicarse
mentalmente quien formula el problema. No deben escribirse estos títulos en el
planteamiento, estarán implícitos en su redacción.
Es
importante destacar que el planteamiento del problema equivale a lo que es objeto de conocimiento científico. Por
lo anterior, la palabra problema no
se refiere a que el investigador deba identificar situaciones desfavorables o
negativas.
Eventos o
situaciones positivas pueden ser descritos y presentarse con la denominación problema de investigación.
En el
contenido del planteamiento del problema pueden establecerse los límites de la
investigación en términos de espacio, tiempo y universo.
Espacio. Se
refiere al área geográfica en la cual se va a realizar la investigación (país,
región, ciudad, sector empresarial, conjunto de empresas u organizaciones,
empresas).
Tiempo.
Hace referencia a periodos durante los cuales se realiza el conocimiento
científico. La delimitación del periodo para el cual se analiza un fenómeno es
importante. Se presentan algunos ejemplos en los cuales se considera esta
delimitación: “La incidencia del proceso inflacionario en la economía
colombiana, 1970-1980”. Perspectivas de mercadeo para el sector automotor en
Colombia, 1980-1985”.
Universo.
Es importante definir por sus características el volumen de población, las
unidades empresariales, el sector o subsector en el que van a aplicarse algunas
técnicas en la recolección de información (encuestas, entrevistas), o sobre el
cual se realizará la investigación con el propósito de identificar hechos o
fenómenos que lo caracterizan. Este ámbito demográfico de tipo organizacional,
sectorial, de país, grupo, etc., constituye el universo de la investigación. En
economía, administración y ciencias contables es importante definirlo, en
especial, para orientar la recolección de la información.
2.2.
Formulación del problema
Una
vez planteado el problema de la investigación, es necesario hacerlo concreto.
Esto se logra en la formulación del problema,
que consiste en el planteamiento de una pregunta
que define exactamente cuál es el problema que el investigador debe resolver
mediante el conocimiento sistemático a partir de la observación, la
descripción, la explicación y la predicción.
Tomando el
ejemplo del planteamiento del problema de Manufacturas de Colombia, en el cual
se identifican síntomas, causas, pronóstico y control al
pronóstico, podríamos decir que la incógnita por resolver podría plantearse así
(formulación del problema):
¿De qué forma
los aspectos de organización interna y del entorno han afectado los
rendimientos y utilidades en la operación de la empresa Manufacturas de
Colombia?
Es importante, con relación a la pregunta formulada, tener en cuenta que
la pregunta por la cual se formula el problema no debe llevar al investigador a responderla con una simple respuesta
afirmativa (sí) o una negación (no).
v La pregunta debe ser suficientemente clara y concreta, de modo que debe referirse sólo a un problema de investigación, y estar relacionada con el
planteamiento del problema definido anteriormente.
v En la formulación del problema
identificado, la pregunta planteada debe estar de acuerdo con el marco espacial
y temporal.
2.3. Sistematización del problema
Para llevar a cabo la investigación, hay que
descomponer o desagregar la pregunta planteada anteriormente en pequeñas preguntas o subproblemas. Para ello deben
tenerse en cuenta las variables que forman parte del mismo. Por consiguiente,
las respuestas a las preguntas que se formulan deben permitir al investigador
responder a su pregunta de investigación (formulación del problema). Cada
pregunta formulada debe tener en su contenido variables del problema planteado,
con lo cual se orienta la formulación de objetivos de investigación. Esto se
denomina sistematización del problema.
Continuando con el ejemplo presentado en el planteamiento y la
formulación del problema en el caso de Manufacturas de Colombia, algunas
variables del mismo son: la incidencia que tiene el comportamiento de las
ventas en la empresa, los factores externos de la empresa determinados por la
competencia, la rotación de la fuerza de ventas y las estrategias de mercadeo.
De acuerdo con este ejemplo, la sistematización del problema puede formularse a
través de las siguientes preguntas:
1. ¿Cuál ha sido el comportamiento de las ventas en
Manufacturas de Colombia en los últimos años?
2. ¿De qué modo afecta a Manufacturas de Colombia
la alta rotación de su personal de ventas? ¿Cuál es su clima organizacional?
3. ¿Qué impacto sobre las ventas ha tenido la
aparición de nuevas empresas competidoras en el mercado?
4. ¿Cuáles han sido los resultados de las
estrategias de mercado, de precio, producto, promoción y distribución?
En el ejemplo anterior se presentan algunas
preguntas que a su vez habrán de servir en la formulación de objetivos, así
como en la de las hipótesis de la investigación.
El ejercicio de plantear el problema de
investigación (a través de síntomas, causas, pronóstico y control al
pronóstico), formular el problema (a
través de una pregunta) y sistematizar el
problema (subpreguntas de la pregunta y por las que se formula el problema)
permite al investigador definir con total claridad y exactitud su objeto de conocimiento o problema de
investigación.
3. Objetivos de la investigación
El proceso científico, formulado a partir del
planteamiento del problema, se orienta a la búsqueda de respuestas de la
situación descrita, objeto de la investigación. Por ellos, es de mucha ayuda
responder a la pregunta: ¿Para qué y qué busca con la investigación propuesta? Dar respuesta a
este interrogante permite delimitar el marco de estudio y sus alcances.
Puede decirse que se investiga con el propósito de
identificar elementos que ayuden al proceso de toma de decisiones de una
organización, definir estrategias para el desarrollo de un país o región,
evaluar la eficiencia de una determinada política económica, empresarial,
señalar estrategias para evaluar la función de auditoría, sistematizar la
función financiera de una empresa, etc.
Los objetivos se plantean mejor en la medida en que
se tomen en cuenta algunas consideraciones en su presentación:
1. Su formulación debe comprender resultados
concretos en el desarrollo de la investigación.
2. El alcance de los objetivos debe estar dentro de
las posibilidades del investigador. Deben evitarse objetivos que no dependan de
la acción de quien los formula. Un ejemplo de un objetivo mal formulado será:
“Buscar estrategias de cambio para la estructura socioeconómica que al
aplicarlas superen el estado de subdesarrollo”. Como puede observarse en el
ejemplo, los resultados escapan de la acción del investigador, pues las
acciones propuestas corresponden a terceros a través del Gobierno, los
sindicatos, los gremios, etc.
3. Los objetivos deben ajustarse a la consecución
de resultado por la acción del investigador. Puede referirse a la observación,
descripción, explicación de situaciones concretas observables en el desarrollo
de la investigación.
4. La presentación formal de los objetivos puede
plantearse mediante el infinitivo de verbos que señalen la acción que ejecuta
el investigador frente a los resultados que la actividad investigativa produce.
Verbos como identificar, plantear,
encontrar, analizar, comprobar, demostrar, conocer, describir, señalar,
someter, redactar, contestar, son algunos
de los muchos que pueden emplearse.
5. Pueden presentarse objetivos generales y objetivos específicos. Los primeros obedecen
ofrecer resultados amplios; los específicos se refieren a situaciones
particulares que inciden o forman parte de situaciones propias de los objetivos
generales.
6. Con el propósito de facilitar la redacción de
los objetivos, a continuación se presenta el infinitivo de algunos verbos que
pueden servir como referencia al investigador en la elaboración de esa parte
del diseño.
Analizar
Calcular Compilar Completar
Comprobar Consolidar Consultar
Contribuir Cuestionar Describir
Determinar Diseñar Especificar
Establecer Estandarizar Evaluar
Examinar Formular
Hacer
Indicar
Iniciar Inventariar Motivar
Pensar
Planear
Plantear Presentar Presupuestar
Producir Programar Propiciar
Proporcionar Proveer
Verificar
7. No se puede hablar de un número determinado de
objetivos. Esto depende del alcance y los propósitos del estudio, y del
criterio del investigador. Pueden presentarse uno o varios objetivos generales.
Para el (los) objetivo(s) general(es) siempre debe plantearse uno o más
objetivos específicos, pues los resultados de estos últimos permiten, en última
instancia, alcanzar el objetivo general.
3. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
2. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
3. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Propósito por
los cuales se hace la investigación.
3.1. Objetivo general
4. Justificación
De la
Propósito general que tiene el investigador. Investigación
3.2 Objetivos específicos
Propósitos específicos por los cuales se puede
Lograr el objetivo general.
4.
Justificación
de la investigación
3.
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
4.
JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
Razones por las
cuales se plantea la investigación
4.1. Justificación teórica
Razones que argumentan el deseo de verificar,
rechazar aportar aspectos teóricos referidos al
objeto de conocimiento.
4.2. Justificación metodológica
MARCO DE
REFERENCIA
Razones que sustentan un aporte por la utilización o DE LA
creación de instrumentos y modelos de investigación. IDENTIFICACIÓN
4.3. Justificación práctica
Razones que
señalan que la investigación propuesta
Ayudará en la solución de problemas o en la toma
de decisiones.
Una vez que se ha seleccionado el tema
de investigación, definido por el planteamiento del problema, y establecidos
los objetivos, se deben determinar las motivaciones que llevan al investigador
a desarrollar el proyecto. Para ello se debe dar respuesta a por qué se investiga. Estas motivaciones pueden ser de carácter
teórico, metodológico o práctico.
Teórica: se refiere a la
inquietud que surge en el investigador por profundizar en uno o varios enfoques
teóricos que tratan el problema que se explica, a partir de los cuales espera
avanzar en el conocimiento planteado, o para encontrar nuevas explicaciones.
Metodológica: hace alusión al
uso de metodologías y técnicas específicas (encuestas, formularios, etc.) que
han de servir de aporte para el estudio de problemas similares.
Práctica: el interés del
investigador por acrecentar sus conocimientos, contribuir a la solución de
problemas concretos que afectan a la comunidad.
5. Marco de referencia
4. JUSTIFICACIÓN DE LA
INVESTIGACIÓN
5. MARCO DE REFERENCIA
La investigación que se realiza debe tomar en
cuenta
el conocimiento previamente construido, pues
forma
parte de una estructura teórica ya existente.
5.1. Marco teórico
6. HIPÓTESIS
Es la
descripción de los elementos teóricos planteados DE TRABAJO
por uno o por diferentes autores y
que permiten al
investigador
fundamentar su proceso de conocimiento.
5.2. Marco conceptual
El
investigador define y delimita, según su criterio y
de acuerdo
con su marco teórico, algunos conceptos
involucrados
en las variables de investigación.
5.3. Marco espacial
El
investigador determina en el diseño de investigación
de ámbito en
el cuál se enmarca la construcción del
conocimiento.
Este ámbito puede ser un grupo social,
una
organización, una zona geográfica.
5.4. Marco temporal
En el diseño
de investigación su autor debe especificar
el período
al cuál corresponderá la información que
servirá para
su análisis en la construcción de
conocimiento.
La
observación, descripción y explicación de la realidad que se investiga deben
ubicarse en la perspectiva de lineamientos teóricos. Esto exige del investigador
la identificación de un marco de referencia sustentado en el conocimiento
científico; por ello, “cada investigador toma en cuenta el conocimiento
previamente construido, por lo que cada investigación hace parte de la
estructura teórica ya existente.”
CÓMO
HACER EL MARCO DE REFERENCIA
El diseño lo lleva ahora a formular
en este nivel el marco de referencia, que es el resultado
Del planteamiento del problema y los
objetivos de la investigación.
1. Revise la bibliografía básica con la cual usted definió el tema y
planteó el problema de
investigación.
2. Seleccione la bibliografía más importante de acuerdo con su asesor e
inicie un proceso
de lectura que ojalá se
traduzca en fichas de lectura o resúmenes en donde se incluyan
los aspectos que tienen
relación directa con su objeto de investigación, según los autores
más relevantes.
3. Tome las fichas de lectura o los resúmenes y ensamble sus resultados de
modo que le
queden bien redactados,
consistentes y homogéneos. No olvide que puede utilizar comillas
y señale la fuente en la
cita a pie de página.
4. Para hacer el marco conceptual proceda así:
5. Seleccione aquellos términos que va a emplear en su trabajo y que puedan
crear
confusión al emplearlos en
el trabajo de investigación.
6. Haga una lista
de los términos e inicie una definición de los mismos. Para ello recuerde el
marco teórico definido
anteriormente o el concepto que usted tiene sobre cada uno de los
términos.
7. Escriba en forma de glosario cada uno de los términos que considere
necesario, teniendo
En cuenta su concepto
personal, o el de un autor. En el último caso, señale en la cita a
Pie de página la fuente
respectiva.
8. Ya usted tiene los marcos teóricos y conceptual. Continúe con la lectura
sobre hipótesis
de trabajo.
6.
Hipótesis de trabajo
5. MARCO DE REFERENCIA
6. HIPÓTESIS DE TRABAJO
Son proposiciones afirmativas que el investigador
plantea con el propósito de llegar a explicar hechos
o fenómenos que caracterizan o identifican el
objeto de conocimiento.
6.1. De primer grado
7, 7.1, 7.2, 7.3, 7.4
Proposición
descriptiva del objeto de conocimiento
ASPECTOS
sobre hechos o situaciones conocidos por el saber
METODOLÓGICOS
popular, que puede ser sometida a verificación por DE LA INVESTIGACIÓN
el investigador.
. Tipo de estudio
. Método de investigación
.
Fuentes y técnicas para
recolección de la infor-
mación.
6.2.
De segundo grado
.
Tratamiento de la
Información.
Proposición fundamental en una relación causa-efecto
Determinada por las hipótesis de primer grado. Esta
Afirmación se demuestra y verifica por su vinculación
Con un modelo teórico.
6.3.
De tercer grado
Proposición que
afirma la presencia de relaciones
Existentes entre variables complejas. Sugiere
Explicaciones entre fenómenos de mayor extensión.
La explicación como fase
del conocimiento científico acude a la comprobación y verificación de los
hechos observados. Para ellos se formulan proposiciones que, evaluadas por la
práctica, utilizan procedimientos rigurosamente establecidos; tales
proposiciones se conocen como hipótesis de trabajo.
Las hipótesis de trabajo
se plantean con el propósito de llegar a explicar hechos o fenómenos que
caracterizan o identifican el objeto de investigación. Formular hipótesis
implica un pleno conocimiento del problema, al igual que el correcto manejo de
un marco teórico. Por esta razón, su planteamiento es posterior a estas fases
en el diseño propuesto.
ELEMENTOS DE
APOYO METODOLÓGICO PARA REALIZAR LA INVESTIGACIÓN
7. Aspectos metodológicos
6. HIPÓTESIS DE
TRABAJO
7. ASPECTOS METODOLÓGICOS
7.1. Tipo
de estudio
Señala el nivel de profundidad con el
cual el
investigador busca abordar el objeto de
conocimiento.
Estudio exploratorio
Primer
nivel del conocimiento. Permite al investigador
familiarizarse con el fenómeno que se investiga. Es el 7. ASPECTOS
punto de partida para la formulación de otras investi- METODOLÓGICOS
gaciones
con mayor nivel de profundidad.
7.2. Método de
Investigación
7.1.2. Estudio descriptivo
Segundo nivel de conocimiento. Identifica caracte-
rísticas del
universo de investigación, señala formas
de conducta, establece comportamientos concretos
y descubre y comprueba asociación entre variables.
7.1.3. Estudio explicativo
Tercer nivel de conocimiento. Orienta a la
comproba-
ción de hipótesis causales.
7.2. Método
de investigación
7. ASPECTOS METODOLÓGICOS
7.1. Tipo de estudio
7.2. Método de investigación
Es el procedimiento riguroso, formulado de
una manera lógica,
que el investigador debe seguir en la
adquisición del conocimiento.
7.2.1. Método de observación
Proceso de conocimiento por el cual se
perciben deliberadamente
ciertos rasgos existentes en el objeto de
conocimiento.
7.2.2. Método inductivo
Proceso de conocimiento que se inicia por la
observación de
fenómenos particulares con el propósito de
llegar a conclusiones
y premisas generales que pueden ser aplicadas a situaciones
similares a la observada.
7.2.3. Método deductivo
7.
ASPECTOS
Proceso de conocimiento que se inicia con la
observación de
METODOLÓGICOS
fenómenos generales con el propósito de
señalar las verdades
particulares contenidas explícitamente en la
situación general.
7.3 Fuentes y
técnicas para la
recolección de la
información.
7.2.4. Método de análisis
Proceso de conocimiento que se inicia por la
identificación de
cada una de las partes que caracterizan una
realidad. De esa
manera se establece la relación causa-efecto
entre los
elementos que componen el objeto de
investigación.
7.2.5. Método de síntesis
Proceso de conocimiento que procede de lo
simple a lo complejo,
de la causa a los efectos, de la parte al
todo, de los principios a
las consecuencias.
7.2.6. Otros métodos
El investigador puede proponer otros métodos,
como el compo-
rativo, el
dialéctico, empírico, experimental, estadístico, etc.
7.3. Fuentes y técnicas para la
recolección de información
7. ASPECTOS METODOLÓGICOS
7.2.
Método de investigación
7.3. Fuentes y técnicas para
recolección de información
Las fuentes son hechos o documentos a los que
acude el investigador y que le permiten
obtener
información. Las técnicas son los medios
empleados para recolectar la información.
7.3.1. Fuentes secundarias Textos
Información escrita que ha sido recopilada
y Revistas
transcrita por personas que han recibido
tal
información a través de otras fuentes
escritas Documentos
o por un participante en un suceso o
aconteci-
miento.
Prensa
Otros
Técnicas 7.4. Tratamiento
para de
la
recolectar
información
información
7.3.2. Fuentes primarias
Observación
Información oral o escrita que es recopilada
directamente por el investigador a
través Encuestas
de relatos o escritos transmitidos por
los
participantes en un suceso o
acontecimiento
Cuestionarios
Entrevistas
Sondeos
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