domingo, 7 de junio de 2015

Ética en Psicología Social
El otro y su tarea (2011)
Fernando Fabris
La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la edu-cación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias dis-tintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las
circunstancias y que el propio educador necesita ser educado.
Marx, C. Tesis sobre Feuerbach, 1845.
Al organizar los contenidos de la materia Ética y Deontología en la carrera de Psicología Social (corría el año 1998), se presentó una situación que implicaba a primera vista algu-nas dificultades. La palabra ética me remitía por entonces a un acto formal, meramente declarativo y frecuentemente cargado de hipocresía. Se hablaba de ética en un tono que cuanto más exacerbado era más engañoso parecía ser. Por otro lado el vocablo -ética. No estaba presente en el pensamiento de Pichón-Rivière y otros autores de esta corriente, en los que aparecían sí términos como actitud o ideología.
Otra dificultad era que la ética supone categorías prescriptivas como las de lo permitido y lo prohibido, lo opcional y lo obligatorio2.
Estas categorías, junto al lenguaje valorativo que también le es inherente es distinto del lenguaje
descriptivo y cognoscitivo propio del un campo científico. Sumergirnos en esta dimensión específica resultaba problemático, ya que como psicólogos sociales evitamos calificar las conductas humanas desde un punto de vista moral o ético y las describimos tal cual son, tratando de comprender sus significados. Al introducirnos en el terreno ético, tenemos que formular juicios: bueno, malo, de acuerdo a la ética, contrario a la ética. En este campo es pertinente, a diferencia de lo que sucede en el terreno estrictamente cognoscitivo, utilizar este lenguaje valorativo y prescriptivo. Según J. Ferrater Mora, la ética se refiere a lo bue-no y lo malo, a lo que se debe hacer y lo que no y es justamente este lenguaje valorativo y prescriptivo una de las cuestiones que le dan especificidad.3 Aunque también es cierto que lenguaje valorativo y lenguaje cognoscitivo (ética y ciencia) no son universos comple-tamente ajenos y establecen entre sí complejas interrelaciones.
Pero no todo eran dificultades. Había insospechadas ventajas que una vez identificadas permitieron extraer las premisas necesarias para elaborar una ética a partir del propio pensamiento de este autor. Su teoría, así como la estructura de la escuela que vehiculiza su transmisión, está organizada, desde el inicio hasta el final, sobre la base de un posi-cionamiento ético. La psicología social como marco teórico y práctica de una disciplina está recorrida y fundamentada en una perspectiva ética.
Referencias para una ética
1- La versión que aquí se presenta (Marzo 2011) supone un reordenamiento del artículo que con el
mismo título fue publicado en Fabris, F.; Galiñanes, M.D. (2004) Psicología Clínica Picho-niana.
Una perspectiva vincular, social y operativa de la subjetividad. Bs. As. Ed. Cinco. Elabora-do en
aquella instancia a las clases dadas entre 1998 y 2004 en la Primera Escuela Privada de
Psicología Social fundada por Enrique Pichon-Rivière.
2-Ética (del griego -ethika, de -ethos, comportamiento, costumbre) es la teoría o ciencia del
comportamiento moral (del latín -mores, también -costumbre) de los hombres en la socie-dad. Deontología (ética profesional) es el estudio de los deberes que rigen una práctica profesional.
3-Lo estético refiere a la relación de lo bello y lo feo; lo científico, a la relación entre lo verdadero y
lo falso; lo ético a la relación de lo bueno y lo malo, lo que debe y lo que no debe hacerse.
4-A modo de ejemplo puede considerarse que la unilateralidad en la lectura de la realidad conduce con frecuencia a un pensamiento prejuicioso y antiético. El análisis de la comple-jidad y la
contextualización de las conductas humanas tiende a relacionarse positivamente con pensamiento
ético. Debe considerarse también que cierto pensamiento -complejo puede sostenerse como
modo refinado de eludir el compromiso que supone cada situación singular, en términos cognitivos pero también de decisión y acción. Ética en Psicología Social: el otro y su tarea (2011).
La segregación. En primer lugar hay que considerar que la psicología social en la Argenti-na, organizada como campo teórico alrededor del esfuerzo de comprensión de la enfer-medad mental, significó al mismo tiempo una lucha contra la segregación social de los enfermos mentales. Es decir que, desde el comienzo, lo cognoscitivo (la comprensión de la enfermedad) estuvo unido a lo ético (combatir la segregación).
Lo depositado. La acción terapéutica no sólo apuntaba al esclarecimiento de los conflictos inconscientes de la persona enferma, sino también al desciframiento de la estructura y dinámica grupal y social que operando negativamente a través de una cantidad de perso-nas imposibilitadas de hacerse cargo de sus propias ansiedades, las depositaban en el paciente, que se constituía entonces como portavoz. La tarea terapéutica apuntaba en-tonces a redistribuir las ansiedades
para que cada integrante del grupo asumiera las propias, cooperando de esta manera en la cura de uno por medio del esclarecimiento de todos. La técnica grupal creada por Pi-chón-Rivière es de hecho una crítica de la práctica del sacrificio de un sujeto (individual o colectivo) para preservar al conjunto estereotipado. La implicación ética de la técnica ope-rativa, que apunta a comprender e impedir estas segregaciones y redistribuir lo deposita-do, es evidente.
El protagonismo. En aquellos años a los que nos estamos refiriendo (1945-1946) Pichón-Rivière entrenó a pacientes por medio de técnicas grupales para que, en una situación de emergencia social, pudieran ocupar transitoriamente el rol de enfermeros. De este modo quedó abierto un camino de transformación del herido en curador, del -incapaz en prota-gonista, del individuo inmerso y sometido en transformador. En estas prácticas grupales, clínicas, institucionales, que teorizará casi diez años después, están presentes muchos elementos pertenecientes a una
ética que tiene por centro la transformación de las condiciones sociales y vinculares, la cooperación y la promoción del protagonismo de los sujetos en su propia cura y aprendi-zaje.
Las prácticas a las que nos referimos, realizadas a mediados de los años cuarenta, fueron sistematizadas en los años cincuenta a través de la formulación de un ECRO (esquema conceptual referencial operativo). Este esquema se sustentó en el pensamiento dialéctico, y se plasmó ya por entonces en las definitorias categorías de espiral en continuo movi-miento, vínculo y otros
conceptos fundamentales. En aquel contexto de producción de un marco conceptual nue-vo la búsqueda de articulación coherente entre ideología, ética, teoría, técnica y práctica fue permanente en Pichón-Rivière, abierto a todas las influencias pero ajeno a cualquier tipo de eclecticismo.
Pero no todo está en la historia de la psicología social ni en las características de la teo-ría. En la práctica cotidiana de la psicología social se reitera con frecuencia una evidencia: a la teoría y la técnica pichoniana subyace una ética, un tipo de valores, una actitud bási-ca ante el otro que se visualiza en los conceptos pero se manifiesta en los encuadres de trabajo y las características de
las técnicas y la práctica que se establece.
Más referencias
Los objetivos de la psicología social, entre ellos la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y la asistencia permiten una primera delimitación de lo ético y lo antiético. La concepción del sujeto y del mundo, la concepción de la salud mental y algunas defini-ciones sobre el sentido último de la intervención social aportan otros elementos, ineludi-bles, al momento de explicitar una ética.
Concepción del sujeto, del mundo y de la historia vinculada a intereses de unas y u otras clases y sectores sociales que en cada época histórica constituyen factores de cambio y de resistencia al cambio. En este sentido puede hablarse de ideologías transformadoras e ideologías conservadoras (Revolucionarias o reaccionarias). Ética en Psicología Social: el otro y su tarea (2011). Por Fernando
El psicólogo social tiene por objetivo la promoción de la salud, la prevención de la enfer-medad y la asistencia. Todas las acciones que apunten en la dirección de estos objetivos serán éticas, mientras que aquellas que lo contradigan serán consideradas acciones anti-éticas. Esto quiere decir que los trabajadores de la salud no podemos intervenir, bajo nin-guna circunstancia, en la dirección de
empeorar o dañar la salud de los otros.
En psicología social decimos que el sujeto es productor, protagonista; decimos también que es sujeto de la praxis, del aprendizaje, de la interrelación con el mundo, y que es sa-no en la medida en que aprehende la realidad desde una perspectiva integradora y apun-ta a transformarla transformándose a sí mismo. Que es sano cuando mantiene un inter-juego dialéctico con el mundo.
Enumeramos definiciones que implican un nivel teórico, epistemológico, ideológico, una concepción de hombre y de mundo. La intervención psicológica que refuerce estos aspec-tos, inherentes a la condición humana, está en correspondencia con el fundamento ético del pensamiento que la sustenta.
Insertos en una práctica profesional, se nos plantea de modo en cierta medida imperativa, la necesidad de reflexionar sobre su significación ética. El problema ético, y su relación con la práctica desde el oficio del psicólogo social, significa el desarrollo de cierta actitud (psicológica) que se hace concreta en el establecimiento de un vínculo (operativo) con otro/s y su/s tarea/s. También que accionar, intervenir, operar, es decidir, elegir en la mul-tiplicidad una posición o perspectiva, un punto que, por más situacional y relativo que sea, supone una determinación, una diferencia, una mediación, una marca.
Ética abstracta vs. Ética concreta
¿Cómo delimitar lo bueno y lo malo, lo beneficioso y lo perjudicial sin apelar a abstraccio-nes generales y vacías o a la pragmática noción de utilidad? ¿Cómo pensar una ética desde una visión enriquecida que implique, más allá de la ilusión de lo absoluto, algún tipo de transcendencia personal y social? ¿Cómo construir una ética que articule lo inmediato social con lo mediato histórico? Una ética que pueda pensar a los hombres y las mujeres en la historia, pero también en la situación, incluso en el instante de la situación, en el momento, en el aquí-ahora con otro. ¿Cómo establecer una ética concreta acorde con la práctica de la psicología social?
En primer lugar entrenando la capacidad de identificar la presencia constitutiva de lo ético en las actividades que desarrollamos. Y para ello tenemos que realizar un esfuerzo que será primero analítico: apuntando a identificar la existencia de cada una de las distintas dimensiones que coexisten en cualquier actuación profesional.
La psicología social (el ECRO pichoniano) es una teoría que tiene un fundamento filosófi-co e ideológico que supone ciertos valores (ética), una teoría del conocimiento (epistemo-logía), una concepción del sujeto y del mundo (ontología) y un método (dialéctica). Este marco conceptual se pone en acto a través de una técnica que está a la vez sustentada en una teoría de la técnica.
Tenemos así varios elementos que remiten a dimensiones coexistentes que
implican especificidades y tienen entre ellas, relaciones de mayor o menor generalidad.
En toda práctica que realicemos como psicólogos sociales, nos encontraremos con todas estas dimensiones. Cada aspecto requiere conocimientos específicos y se remite, por otro lado, a los otros aspectos con los que puede ser congruente o incongruente. A analizar una situación concreta, es necesario considerar la dimensión que quiere focalizarse tanto como reconocer
que cualquier situación puede ser analizada desde todas ellas.

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